Viola y asesina a su abuela en A Lama (Pontevedra)
Si el último tercio del año 1987 se había presentado muy movido en Galicia, no lo fue menos el primer semestre del curso siguiente en el que se produjeron algunos hechos lamentables que consternarían a una tierra que se encontraba en plena transición de su ancestral mundo rural hacia el urbano. Pese a todo, proseguía siendo una tierra muy calmada en la que todavía sobreabundaban reminiscencias de su pasado más reciente. Incluso se habían revertido algunos hechos históricos que la habían marcado en gran medida, tales como el mito de su eterna emigración, llegando a convertirse en un receptor de inmigrantes, principalmente sus grandes urbes.
En medio de un clima social muy sosegado tuvieron lugar algunos sucesos que sobresaltaron a una buena parte de sus habitantes, nada habituados a semejantes acontecimientos. Uno de los más espantosos tendría lugar en la jornada del día 21 de marzo de 1988 cuando a las once de la noche era encontrada una anciana, ya octogenaria, literalmente cosida a puñaladas y con el cuerpo semidesnudo en una cuadra de la vivienda en la que residía en la parroquia de San Salvador de A Lama.
El cadáver de la mujer, que se llamaba Celestina del Río Antas y que contaba ya con 83 años de edad, fue encontrado al día siguiente del crimen por sus vecinos, quienes se sintieron profundamente alarmados al no haber visto en toda aquella jornada a la víctima en sus quehaceres más habituales. Al parecer, era muy frecuente ver a Celestina por distintos lugares de la localidad, quien -pese a su avanzada edad- gozaba de muy buen estado de salud. Uno de los puntos a los que acudía con más frecuencia era la iglesia parroquial, a la que acudía con cierta frecuencia para realizar algunas tareas de mantenimiento.
El nieto, principal sospechoso
Desde un primer momento el vecindario sospechó que quien se encontraba detrás del asesinato de Celestina era su nieto, un joven de 30 años que respondía al nombre de José Manuel Durán González quien -según sus testimonios- mantenía una muy mala relación con su abuela, quien ni siquiera le dirigía la palabra. Al poco tiempo de haber cometido el crimen que le costó la vida a su abuela, el asesino abandonaría el lugar de los hechos, huyendo hasta la parroquia de Bora, ubicada en el término municipal de Pontevedra, y que dista más de 30 kilómetros del lugar de autos.
El autor del crimen regresaría al día siguiente hasta su domicilio en San Salvador, haciendo una larga caminata a pie, provisto únicamente de un aparato de radio y de una linterna. En el transcurso de su larga peregrinación, que había iniciado a las siete de la mañana, se había cruzado con alguna patrulla de la Guardia Civil, a la que no dudó en hacer señales con el objeto luminoso que portaba.
Los agentes de la Benemérita, alertados por los vecinos de la presencia del criminal, se desplazaron hasta la mencionada parroquia para proceder a su detención a las seis de la tarde de la jornada siguiente. En el transcurso del interrogatorio al que fue sometido reconocería haber sido el autor material del asesinato de su abuela. Justificaría el mismo señalando que lo había hecho en venganza por el trato que le había dispensado a su bisabuelo y su abuelo. Sin embargo, negaría en todo momento que la hubiese violado, aduciendo que le había levantado las ropas que llevaba puestas para contar el número de puñaladas que le había asestado. Las cuchilladas habían interesado los pulmones, los ojos y el abdomen de la víctima. De la misma forma, algún vecino también declararía que en la tarde del crimen, cuando ya lo había perpetrado, se le había visto manifestar en reiteradas ocasiones en los bares de la zona que cualquier día tendría que matar a su abuela por la nefasta relación que mantenía con ella.
Pasado tormentoso
José Manuel Durán González, conocido como «O Chioleiro» había nacido en la ciudad brasileña de Río de Janeiro en la que todavía residía su progenitor. Hacía escasos días que había regresado de Suiza, a donde se había trasladado para visitar a su madre, después de haberse evadido del centro psiquiátrico de Rebullón, en Vigo, en el que estaba internado desde hacía algún tiempo, aunque no era esta la primera evasión que protagonizaba, pues ya había estado ingresado en otros centros de las mismas características.
Tras su regreso de la emigración, se había asentado a vivir en el domicilio familiar en una vivienda contigua a la de su abuela con quien compartía la cuadra del inmueble. Desde entonces, la anciana había pernoctado en la casa rectoral de la parroquia de San Salvador, quizás por el temor que le profesaba a su nieto, puesto que la había forzado hacía ya dos años, aunque la anciana no presentó denuncia alguna por lo que nunca fue condenado por este desgraciado hecho, además de amenazarla de muerte en reiteradas ocasiones
Además de su paso por distintos centros de salud mental tanto de Galicia como de Madrid, José Manuel había tenido ya problemas con la justicia desde su primera juventud, protagonizando diversos altercados que le llevaron a perder la libertad, a consecuencia de los cuales sería ingresado en varios hospitales psiquiátricos por consejo de diversos especialistas que le atendieron.
José Manuel Durán González sería condenado a 24 años de prisión por la Audiencia Provincial de Pontevedra, acusado de los delitos de violación y homicidio, aunque contaba con la atenuante de su resquebrajado estado de salud mental. Esta circunstancia contribuiría a que el autor de la muerte de Celestina del Río Antas cumpliese la pena que le fue impuesta en un centro psiquiátrico penitenciario.
Desgraciadamente las medidas de reinserción social no surtieron ningún efecto en este individuo, ya que en el año 2004, ya en libertad, asesinaría a una joven de 33 años.
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