Mata a cuatro personas en una reyerta familiar en Martín Muñoz de la Dehesa (Segovia)
Otro trágico suceso de la posguerra. De la época del hambre y las privaciones. Un sangriento episodio que bien podría corresponderse con lo que comúnmente, y de una forma peyorativa, se ha venido denominado España negra o profunda, si bien es cierto que fue precisamente en las pequeñas localidades donde menos acontecimientos con final trágico se han registrado a lo largo de la historia. Lo que viene a demostrar que esos faltos atributos no han dejado de ser más que antiguos tópicos con mala intención.
El desgraciado capítulo de la historia de la crónica negra venía tejiéndose desde antaño en el seno de dos familias que vivían enfrentadas por viejas rivalidades, muy comunes por otra parte en las pequeñas localidades. De hecho, el principal protagonista de este sanguinario episodio Rufo Sáinz Almeida había cumplido ocho años de prisión por haber intentado dar muerte a su gran enemigo, Ángel Casado Martín en el transcurso de los meses finales de la Guerra Civil española, en un suceso totalmente ajeno al conflicto bélico.
La reyerta, que se saldaría con cuatro personas muertas, implicaría a vecinos partidarios de una y otra familia de la localidad de Martín Muñoz de la Dehesa, un pequeño pueblo de la Campiña Segoviana -limítrofe en el extremo occidental de la provincia de Segovia con la de Ávila. Los hechos se iniciarían al anochecer de un sábado, 5 de abril de 1947, cuando la pareja formada por Ángel Casado Martín y Bernarda Martín García se dirigían a presenciar una obra de teatro de aficionados. En ese momento, a la altura del calle del Caño se encontraron con Rafael Sáinz Almeida, iniciándose en ese instante una violenta discusión a la que pronto se sumarían más personas, partidarios de las dos familias enfrentadas.
Para tratar de apaciguar los ánimos, la esposa de Ángel Casado solicitó la intervención del juez de paz de la localidad, Jesús Rueda Vara, quien resultaría herido por Rafael Sáinz, quien en ese momento portaba una herramienta de carpintero con la que le produjo una leve lesión en una mano. Es a partir de ese instante cuando se incorporan a la trifulca Honorio Casado, hijo de Ángel y Bernarda, así como el hermano de esta última, Andrés Martín, quienes tratan de defender a la pareja del ataque de sus enemigos.
Disparos
Muy encrespados ya los ánimos y sin intención de apaciguarse, entraría en juego el temible Rufo Sáinz Almeida, quien hacía muy poco tiempo por aquel entonces que había abandonado el presidio. Sin pensárselo dos veces, se dirige a su casa por una pistola ASTRA, para la cual carecía de la oportuna licencia y efectúa varios disparos con el objetivo de proteger y defender a su hermano. Sin embargo, las traicioneras balas alcanzarán de lleno a este último, Rafael Sáinz Almeida, quien fallece prácticamente en el acto, aunque la autopsia revelaría que sus agresores le habían destrozado la cabeza.
A consecuencia de los tiros efectuados fallecen también Honorio Casado, a quien le han interesado sus órganos vitales y nada se puede hacer ya por salvar su vida. La tercera víctima es Ángel Casado, padre del anterior, quien esta vez si ha sido abatido por el mismo hombre que una década antes había intentado darle muerte, en tanto que cierra este triste episodio Ándres Martín, tío y cuñado de las dos anteriores víctimas. En cuestión de poco más de un cuarto de hora el pequeño pueblo de Martín Muñoz de la Dehesa se convierte en un drama y sus vecinos no se atreven a salir a la calle, a pesar de que el autor de las cuatro muerte ya ha sido detenido.
Además del juez de paz, también sufren algunas heridas Bernarda Martín, esposa, madre y hermana de tres de las personas muertas en esta desgraciada reyerta y el propio autor de los tiros que terminaron con la vida de cuatro personas. Por suerte para ellos, sus lesiones apenas revisten gravedad y son dados de alta en un plazo relativamente breve de tiempo de apenas tres semanas.
80 años de cárcel
Por sorprendente que parezca, dada la época en la que ocurre esta tragedia y al rigor con el que solían ser condenados los principales culpables de los hechos luctuosos, Rufo Sáinz Almeida conseguirá evitar que termine sus días en el patíbulo. Muchos otros han dado con sus huesos en el garrote vil por sucesos de menor enjundia.
El tribunal tuvo en cuenta en el transcurso del juicio, que se celebró en mayo del año 1948, la situación de enemistad entre ambas familias, que se remontaba a épocas pasadas, así como que las muertes se han producido en el transcurso de una reyerta, uno de los cuáles era hermano del autor de los disparos. A todo ello se añade el hecho de que los agresores por parte de la familia Casado-Martín se encuentran en franca superioridad a los Sáinz-Almeida, ya que en un primer momento son tres contra uno.
El acusado será condenado a un total de 80 años de cárcel, 20 por cada uno de las muertes, que son calificadas como homicidio y no como asesinato. Al mismo tiempo se le condena a pagar las costas y a indemnizar con 50.000 pesetas de la época por cada persona muerta a las familias de los fallecidos.
Descontento con la sentencia, Rufo Sáinz Almeida recurrirá en recurso de casación al Tribunal Supremo, que desestima sus súplicas y no hace otra cosa que confirmar la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Segovia. Aún así, tendrá suerte y se beneficiará de la gracia de un indulto mediante una orden del 6 de diciembre de 1963, publicada en esa misma fecha en el BOE. Muy poco tiempo, apenas 16 años de cárcel, para tamaña barbaridad, lo que prueba, una vez más, que las condenas en la dictadura franquista eran bastante más benévolas que en la actualidad, pese al runrún popular que asegura exactamente lo contrario.
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