Un menor asesina a dos ancianos en San Juan de la Arena (Asturias)
No cabe ninguna de que estamos ante uno de los más bellos y vistosos parajes de la costa cantábrica, en la que unos singulares meandros de los últimos tramos de la ría del Nalón hacen del lugar uno de los más hermosos y espectaculares, siendo un generoso regalo para la vista de quien se acerque a la geografía asturiana. Sin embargo, esta singular y preciosa villa, que es San Juan de la Arena, situada a 15 kilómetros al oeste de Gijón en el municipio de Soto del Barco, se vería tristemente abatida por un hecho luctuoso en el invierno del año 2004, cuando un mozo que todavía era menor de edad dio muerte a dos personas de avanzada edad cuando entró a robar en el domicilio de sus víctimas.
Alrededor de las diez y cuarto de la mañana del primero de febrero de 2004, como era costumbre en la asistenta que ayudaba a los ancianos, se vio sorprendida al observar la puerta trasera abierta y las luces encendidas en el número 70 de la calle río Nalón a la que acudía con regularidad. Gritó reiteradamente por los ancianos, sin obtener respuesta. Además, pudo contemplar horrorizada como había un cuchillo, un hacha y un martillo ensangrentados, por lo que inmediatamente llamó a la Guardia Civil ante las sospechas de que algo muy grave había acontecido en aquel domicilio.
Muertos a hachazos
Tal como había sospechado la asistenta, efectivamente se encontraban ante un hecho inusual en la zona y, por si fuese poco, trágico y macabro. En una pequeña sala en la primera planta de la vivienda se halló el cuerpo sin vida de Manuel Álvarez Fernández, de 87 años, tirado en medio de un gran charco de sangre, con múltiples heridas de arma blanca y contusiones, que le habían afectado principalmente al pulmón y al corazón, que le habían ocasionado la muerte. Su hermana, Isabel Álvarez Fernández, un año mayor que él, estaba sobre su cama cosida literalmente a navajazos, además de presentar dos golpes en la cabeza, posiblemente propinados con un martillo.
Nadie dudaba ya de que se encontraban ante un horroroso y sanguinario crimen, cuyo móvil había sido el robo, a pesar de que los ancianos no guardaban dinero ni tampoco objetos de valor en su domicilio. Si bien es cierto que ambos gozaban de una posición económica desahogada, gracias a los muchos años de trabajo y esfuerzo, pues él, Manuel, había sido el encargado de una fábrica de conservas y salazones, en tanto que la mujer había estado al cargo de la tienda de ultramarinos que había regentado la familia durante bastantes años, por lo que eran muy conocidos en todo el término municipal. Los fallecidos tenían otro hermano mayor, que en aquel entonces superaba ya los 90 años.
Las primeras pesquisas llevaron a la Guardia Civil a la detención de un joven de 20 años, así como a la investigación de otros siete muchachos de la comarca por si estuviesen implicados en este sangriento episodio que consternó profundamente a toda Asturias. Las indagaciones revelaron que ninguno de ellos tenía nada que ver en el doble crimen en el que habían sido asesinados dos ancianos, por lo que el detenido sería puesto en libertad a las pocas horas.
Detención de un menor
Al día siguiente de haberse producido el doble crimen, la Benemérita resolvía satisfactoriamente el caso con la detención de un chaval que, en aquel entonces, contaba con tan solo 17 años de edad, que respondía a las iniciales de J.L.F.I., quien confesaría el doble crimen, así como también se confirmaría el móvil del robo como la principal causa de ambos asesinatos. Su detención sorprendió en cierta medida al vecindario de la zona, principalmente por la juventud del asesino, quien pasaría a disposición del Juzgado de Menores.
Al tratarse de un menor de edad, la ley no contempla que sea sometido a la justicia ordinaria, por lo que la pena impuesta levantó cierta desazón entre algunos sectores. El fiscal solicitaba, en un principio, 16 años de internamiento, ocho por cada uno de los crímenes, que se vería reducida a tan solo ocho años de estancia en un centro de reeducación, lo máximo que contemplaba la legislación vigente en ese momento.
Cuatro años más tarde, en 2008, el precoz asesino de San Juan de la Arena, accedería al régimen abierto, de semilibertad, cuando ya contaba 21 años de edad. El fiscal sostenía que el muchacho había mostrado un buen comportamiento a lo largo de la primera etapa en la que estuvo ingresado, además de recordar que el joven criminal había padecido una dura infancia en el seno de una familia completamente desestructurada. Igualmente apuntaba a que tras aquel régimen del que gozaba, también estaría en libertad vigilada los años subsiguientes a su puesta definitiva en libertad.
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