Asesina a hachazos a su esposa y a su suegra en Uleila del Campo (Almería)
La relación del matrimonio formado por Cristóbal López García, de 47 años, e Isabel Pérez Fuentes, de 42 había llegado al límite de lo insoportable. Tanto era así que, en aquella época, a finales del franquismo, en la que todavía predominaba una España atávica y costumbrista, ambos habían tomado la determinación de dar por concluida su relación con una separación judicial, que no gustaba nada al marido de una de las víctimas. A su carácter tosco y huraño, se unía su extraordinaria tacañería y no estaba dispuesto a ceder ni un ápice en una hipotética resolución judicial que estableciese como se debían repartir los bienes gananciales de aquella pareja mal avenida.
Precisamente, el reparto del patrimonio familiar una vez consumada la separación iba a ser el desencadenante de una gran tragedia que situaría en el mapa a la localidad almeriense de Uleila del Campo, un pequeño municipio de apenas mil habitantes situado en pleno centro de la provincia de Almería en la comarca de Los Filabres-Tabernas en un terreno escarpado y montañoso. La jornada de autos, 6 de febrero de 1975, Isabel Pérez había acudido hasta la capital almeriense a informarse de sus derechos en el futuro reparto de los bienes gananciales en el despacho de un abogado, lo que no gustó nada a quien todavía era su marido, aquel hombre mal encarado, de mirada penetrante y de pocos amigos.
Al regresar de Almería, ambos cónyuges mantuvieron un tremendo desencuentro, que se sumaba a los muchos que ya habían sostenido con anterioridad. Su historia era una sucesión de malos tratos que se remontaban a los primeros años de la relación marital, que databa de 1956. Incluso, la mujer se había visto en la obligación de presentar una denuncia en su contra, cuyo juicio de faltas, que nunca llegaría a celebrarse, estaba previsto para el 19 de febrero de 1975.
Con la pata de una mesa
Cristóbal López, apodado «El Tableta», un hombre fornido acostumbrado a las tareas agrarias y que junto con su esposa había estado trabajando en la emigración en Francia y Andorra respectivamente, decidió tomarse la justicia por su mano y tomar la peor salida posible. Todo ello sucedía en el número 9 de la calle Umbría de Uleila del Campo. Sin pensárselo dos veces, aquel individuo rompió la pata de una mesa de fórmica con la que propinaría numerosos golpes a quien todavía era su esposa. La remataría de dos hachazos, que fueron suficientes para terminar con su vida.
Sin embargo, aquel terrible episodio aún no había escrito su segunda parte. La siguiente víctima mortal sería su suegra Manuela Fuentes Fernández, una anciana de 79 años de edad, que contempló atónita e impotente la muerte de su hija. Esta última sería un fácil objetivo, pues la mujer se encontraba prácticamente imposibilitada de sus extremidades inferiores y apenas podía ya caminar. Al igual que había hecho con quien era su esposa, Cristóbal utilizó el mismo e improvisado arma para terminar con su vida, rematándola de un último hachazo que le dejó la cabeza seccionada en dos partes, hasta el extremo que a punto estuvo de ser decapitada.
Posteriormente, el doble asesino huiría del lugar de los hechos hasta encaramarse al segundo piso de un pajar. Los desesperados y desagarradores gritos de una vecina que contempló de primera mano el aterrador y sanguinario panorama hizo que los vecinos acudiesen inmediatamente al Cuartel de la Guardia Civil a denunciar los hechos. La inmediata presencia de los agentes y al sentirse cercado serían decisivos en la última determinación que tomaría el criminal. Con su propio cinturón, al que sujetaría de una de las vigas del pajar, Cristóbal López García decidía finalmente poner fin a su propia existencia, de la peor forma posible, al igual que supuestamente habría hecho su padre en la localidad de Sorbas, distante poco más de 14 kilómetros de Uleila del Campo, de la que ambos eran originarios.
Quienes tuvieron más suerte y presuntamente se salvaron de la iracundia de «El Tableta» fueron sus dos hijos, quienes se encontraban en aquellos momentos realizando tareas en el campo. Igualmente, su cuñada, Manuela Pérez Fuentes, una mujer invidente de 35 años, también salvó su vida porque en ese momento se había dirigido a la tahona a comprar pan. Las relaciones con su cuñado eran muy malas a consecuencia de los malos tratos que dispensaba al resto de la familia, así como por su carácter agrio y rudo, que parecían reflejar un malestar crónico.
Presencia de «El Caso»
Uno de los hechos colaterales que jamás se olvidará en esta pequeña localidad, que prácticamente nunca aparecía en los medios de comunicación, fue la presencia de la famosa periodista de sucesos Margarita Landi, provista de su inconfundible pipa que no dejaba de otorgarle un aire siniestro. La célebre reportera mantuvo encuentros con la práctica totalidad de los vecinos de Uleila del Campo, quienes le hicieron la transcripción del carácter del doble asesino, así como las relaciones que mantenía con su familia.
Atrás quedaba el tiempo en el que esta misma localidad había sido escenario del film «Patton» (1970), dirigido por Franklin James Schaffner, en la que se narraban las peripecias del histórico militar estadounidense en la conquista de Sicilia por parte de los aliados en los tiempos cruciales de la IIª Guerra Mundial. Nada que ver con una pacífica población más entregada a la agricultura y otros quehaceres que a sangrientos conflictos, aunque parezca lo contrario.
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