Asesinados un matrimonio de joyeros y su hijo en Castelldefels (Barcelona)
Las joyerías y sus profesionales siempre han sido uno de los objetivos predilectos de muchos atracadores, siendo no pocos los que han perdido la vida en el transcurso de asaltos a sus negocios. Uno de esos trágicos acontecimientos ocurriría en la mañana del 29 de noviembre de 2005 en la localidad barcelonesa de Castelldefels, en el barrio de Vista Alegre donde serían vilmente asesinados un matrimonio de joyeros y su hijo de 24 años de edad. Además de una forma terrible y truculenta, pues sus verdugos la emprendieron a machetazos con sus tres víctimas.
Pasaban apenas cinco minutos de las once de aquella otoñal mañana que se iba a convertir en trágica. A esa hora, más o menos, la dueña del establecimiento Rosa María Gómez Alonso, de 51 años de edad, abrió la persiana metálica de la Joyería Royo, situada en el número 46 de la calle Antonio Machado, al percatarse que en el exterior había dos hombres con aspecto de operarios que intentaban acceder a su interior. Confiada en que serían dos honrados trabajadores, ya dentro del local, los dos energúmenos exhibieron un machete de grandes dimensiones, así como una pistola de fogueo, al tiempo que instaban a la mujer a que les proporcionase todas las joyas que tenía.
Perturbada por la angustiosa situación que vivía, la joyera prorrumpió en gritos de auxilio, que inmediatamente alertaron a su marido José Luis Royo García, de 53 años de edad y su hijo Carlos Royo Gómez, de tan solo 24 años. Sus desesperados lamentos se iban a convertir en trágicos, pues los dos atracadores que habían accedido a la joyería, Juan Antonio Sánchez Hernández, de 20 años y su tío Fernando Sánchez Medina, de 37, no tendrían compasión alguna con sus víctimas, protagonizando uno de los sucesos más sangrientos de los últimos tiempos en Cataluña.
A machetazos
Los dos delincuentes eran viejos conocidos de la Policía, pues el más joven de ellos ya tenía antecedentes por robo, en tanto que su tío había sido ya procesado por otro asesinato. Había salido de prisión debido a un error médico, ya que los sanitarios que le atendieron en prisión certificaron erróneamente que padecía una enfermedad incurable, un fallo que provocaría una lamentable tragedia. Sin pensárselo dos veces, y posiblemente bajo el efecto de los estupefacientes, emprendieron un sangriento ritual en el que no perdonaron lo más mínimo a ninguna de sus tres víctimas.
Su ensañamiento con la familia de joyeros fue tal que ni siquiera les permitieron la más mínima defensa, tal y como se encargaría de demostrar la fiscal en el transcurso de la causa. Al dueño, José Luis Royo, le propinaron varios machetazos, uno de ellos en el cuello y varios más a la altura del abdomen, provocándole pérdida de masa intestinal, en tanto que a su hijo le dieron muerte con cortes a la altura del corazón. La mujer, gravemente herida con lesiones en órganos vitales, intentó alcanzar la puerta de la calle, en la que se desplomó cuando ya se encontraba en estado moribundo.
Los dos asesinos huirían del lugar corriendo sin llevarse ningún botín. Un mosso d´Esquadra que iba de paisano y presenció parte de la escena llamó inmediatamente a la Policía Local, que se puso en marcha para dar captura a ambos criminales, quienes fueron detenidos tan solo unas horas después de haber perpetrado el triple asesinato. En el transcurso de su detención se encararon con los agentes esgrimiendo la pistola de fogueo, pero sus amenazas no intimidaron a los agentes en el momento de capturarlos.
Al día siguiente del triple crimen, más de 6.000 personas, la mayoría vecinos de Castelldefels, se echaron a la calle en una manifestación de duelo en repulsa por la muerte del matrimonio de joyeros y su hijo. Muchos comercios cerraron esa jornada en señal de protesta por la inseguridad que padecían. Al final de la concentración se leyó un comunicado en el que exigían su justo derecho a poder vivir tranquilamente y en paz, principalmente el gremio de comerciantes, el más afectado por los constantes asaltos que sufrían sus establecimientos.
110 años de cárcel
En sus primeras conclusiones, la fiscal ya consideraba a Fernando Sánchez Medina, como autor material de las tres muertes acontecidas en la joyería, a pesar de que en el transcurso de la vista oral negaría haber asesinado a nadie. Dijo que no se acordaba. Se dedicó a lamentar su existencia, llena de penurias. La fiscalía considerada que este individuo era conocedor del establecimiento, pues hacía unos meses había instalado en el mismo un equipo de aire acondicionado y en el momento de perpetrar los tres asesinatos se encontraba de baja en la empresa en la que trabajaba.
No menos duro fue el alegato esgrimido contra su sobrino, Juan Antonio Sánchez Hernández, a quien acusó de haber impedido que los dueños del negocio asaltado pidiesen auxilio y colaboró estrechamente con su tío a la hora de matar a las tres víctimas. Además, se daba el caso que era un experto en Artes Marciales. La fiscal pidió al tribunal que se encargaba de emitir el veredicto que «no mostrasen compasión alguna» con aquellos dos sujetos «pues no la merecen».
La Audiencia Provincial de Barcelona condenaría en julio del año 2009 a un total de 64 años de prisión a Fernando Sánchez Medina y a 46 a su sobrino, Juan Antonio Sánchez Hernández. Asimismo, se les imponía una responsabilidad civil que ascendía a 770.000 euros. De esa cantidad, 450.000 eran en concepto de daño moral, 200.000 a los padres de Rosa María Gomez y 120.000 a las tres hermanas de su marido. Como era de esperar, ambos delincuentes eran insolventes.
Con la ley en la mano, es probable que el autor material de los tres asesinatos no cumpla una pena superior a los 40 años de prisión, en tanto que en el caso de su cómplice y colaborador apenas serían 25 años de cárcel. Muy poca pena para semejante barbaridad. Juzguen ustedes mismos.
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