Un ganadero asesina a tres vecinos por problemas de lindes en La Hoya (Salamanca)
Las pequeñas localidades de la geografía española tienen fama de ser lugares apacibles en las que sus habitantes gozan de una extraordinaria calidad de vida, un hecho que se ha venido corroborando a lo largo de los últimos dos años con motivo de la epidemia de coronavirus que afectó al planeta. Rara vez sucede nada desagradable en esos pequeños territorios que parecen estar perdidos en el medio de un mundo que exige velocidad e inmediatez y que rara vez perdona nuestros errores. El único problema que presentan es cuando la convivencia se ve alterada con algún miembro de ese microcosmos en el que se desarrolla su existencia. Uno de esos lugares que guarda un maravilloso encanto es la pequeña localidad de La Hoya, situado en plena Sierra de Béjar, en el sur de la provincia de Salamanca y que, con sus más de 1.200 metros de altitud, está considerado como el pueblo más alto de la provincia.
Este pequeño municipio, en el que en la actualidad residen tan solo treinta personas, sería escenario de un trágico y tremebundo suceso que provocaría una gran consternación en el año 1987, en aquella España gobernada desde hacía casi un lustro por el PSOE de Felipe González y que hacía poco más de un año que formaba parte de las Comunidades Europeas. El primero de mayo de aquel año, los vecinos de La Hoya se verían sorprendidos por un triple crimen en el que serían asesinados tres los 39 vecinos con los que contaba en aquel entonces. Un problema derivado de una cuestión de lindes que arrastraban desde hacía años le llevaría a su convencino Paulino Sánchez González, conocido como «El furtivo» a terminar con la vida de Avelino García Izquierdo, de 57 años y sus dos hijos Javier y Pedro Luis García García, de 25 y 22 años respectivamente.
Cuando ya declinaba el día y ya se habían escondido los últimos rayos de sol de aquella jornada, señalada como universal Fiesta del Trabajo, Avelino García y sus hijos recriminaron a Paulino Sánchez que al menos unas veinte vacas de su extensa cabaña hubiesen traspasado los lindes legalmente establecidos adentrándonse en la hacienda del primero, con quienes los conflictos eran muy habituales, debido a su carácter pendenciero y justiciero, a pesar de que había sido juez de Paz de la pequeña localidad. «El Furtivo«, hombre rudo y de talante fuerte, no se tomó de muy buenos modos aquel reproche y decidió tomarse la justicia por su mano de un modo sanguinario y criminal.
«Veréis lo que soy capaz de hacer»
Al parecer esa fue la expresión que, con afán vengativo, les dirigió a sus convencinos. Paulino Sánchez tomaría el camino de su casa en la que se armó con una escopeta de caza de repetición con ánimo de dar un escarmiento definitivo a quienes eran sus rivales desde tiempos inmemoriales. Sin pensárselo dos veces, dispararía a sangre fría sobre Javier, el mayor de los dos hermanos hijos de Avelino. Un tiro que le atravesó el pechó le segaría la vida prácticamente de manera instantánea. El segundo en morir sería Pedro Luis, quien trató de huir del lugar, pero se lo impidieron los dos disparos que le efectuó por la espalda su verdugo. El último en ser ejecutado fue el padre, Avelino, quien recibió tres disparos. Uno en la pierna, otro en un hombro y finalmente en el cuello, más que suficientes para arrebatarle la vida de forma miserable. Al parecer, según recoge la sentencia, el asesino le dijo a este último cuando le disparaba «esta es para ti, cabrón».
Los pocos vecinos de la localidad en compañía de su alcalde se dirigieron hasta el lugar de autos prácticamente de inmediato, contemplando una horrible y dramática escena, jamás imaginada en aquel pequeño pueblo que ahora aparecía en el mapa de la forma menos deseada. Al mismo tiempo, pusieron los hechos en conocimiento de Guardia Civil, que apenas una hora después de haber perpetrado el triple crimen le detenía en su domicilio, sin oponer resistencia, y al que había regresado con una pasmosa sangre fría, dejando los tres cadáveres en el campo.
En el Cuartel de la Guardía Civil, Paulino Sánchez confesaría y reconocería el triple crimen con el que había provocado una sensación de repulsa general y la lógica consternación en un pequeño municipio en el que se conocían todos. Su esposa y sus dos hijas abandonarían La Hoya para trasladarse al domicilio de un familiar, sito en el municipio abulense de La Horcajada. Al parecer, según algunos testimonios, «El Furtivo» habría prometido vengarse de quien tomase contra su familia en el momento en que saliese de prisión.
84 años de cárcel
En medio de un clima de gran tensión, en diciembre de 1987 se celebró el juicio contra Paulino Sánchez González, que sería condenado a 84 años de cárcel, acusado de tres delitos de asesinato, con la agravante de alevosía. De la misma forma debería satisfacer en concepto de responsabilidad civil la suma de 21 millones de pesetas (126.000 euros al cambio actual) a Plácida García Martín, esposa y madre de sus tres víctimas.
Debido a los beneficios que contemplaba el antiguo Código Penal, «El Furtivo» sería puesto en libertad, apenas quince años después de haber cometido aquel triple crimen que horrorizó, no solo a La Hoya, sino también a España entera. Al parecer, este individuo residiría tiempo después en la localidad salmantina de Guijuelo, en la que -según algunos comentarios- se haría temer entre sus vecinos.
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