Semana sangrienta en Madrid en el otoño de 1987
Aquel otoño del año 1987 la capital de España se sobresaltaría a consecuencia de tres terribles crímenes en menos de una semana en la que tres personas perderían la vida de forma violenta en otros tantos sucesos que consternarían a la primera ciudad del país, que estaba sufriendo una ola de inseguridad ciudadana a consecuencia del consumo de estupefacientes, principalmente la terrible heroína que truncaría la vida de muchos jóvenes que terminaron fatalmente enganchados a esta droga.
En la madrugada del día 4 de noviembre de 1987 era encontrado por agentes del cuerpo nacional de Policía el cuerpo sin vida del taxista Eduardo Sánchez Alonso, de 58 años de edad, en las proximidades del Parque de la Fuente del Berro, frente al número diez de la calle Enrique D´Almonte, también cercana a las instalaciones de Torrespaña, que se alzan en la misma zona de la capital de España. El conductor asesinado presentaba un disparo en el rostro, así como infinidad de golpes que le infligieron sus agresores con ánimo de apoderarse de la recaudación que había ganado esa misma jornada. De hecho, sus asesinos le sustrajeron toda su documentación y solamente fue posible identificarlo gracias al resguardo de una denuncia que había interpuesto recientemente a consecuencia de otro robo y que guardaba en uno de sus bolsillos. Todo hacía indicar que el profesional del taxi asesinado se había resistido a sus atracadores, pues ya había sido víctima de numerosos asaltos y se encontraba bastante «quemado» a consecuencia de la inseguridad que padecía. Al parecer, según declararía la familia del taxista asesinado, siempre trabajaba de noche y ni siquiera tenía firmado un contrato con su patrono. Es más, sus familiares también comentarían que conocían los múltiples robos de los que era objeto cuando le pedían dinero para hacer frente a los gastos más inmediatos del domicilio en el que residía, sito en la madrileña calle de Fuencarral.
El vehículo que conducía, un Lada de fabricación soviética y cuya marca se había instalado recientemente en España por aquel entonces, sería hallado dos horas y media más tarde por la propia policía envuelto en llamas en la calle de Méndez Álvaro. Los investigadores llegaron a la conclusión de que Eduardo Sánchez se resistió a que los asaltantes se apoderasen del automóvil. Posteriormente, para evitar dejar huellas le prendieron fuego en el lugar en el que fue encontrado.
Prostituta asesinada
En ese mismo día, apenas un par de horas más tarde, era encontrado el cuerpo de una prostituta en la calle Sor Ángela de la Cruz en el madrileño barrio de Tetuán, muy cerca de la Plaza de Castilla. Se trataba de una mujer de 24 años de edad, Nieves N.D., quien, al igual que el taxista, también presentaba un disparo de arma de fuego en el rostro. Además en este caso, la policía suponía que sus agresores habían pasado con las ruedas del coche que conducían por encima de la cabeza de su víctima.
Tanto en el caso del conductor como el de la joven ramera se especuló con que ambos crímenes estuviesen relacionados debido a que se empleó un arma de fuego y las heridas eran muy similares. Sin embargo, en el segundo caso las sospechas apuntaban a un posible ajuste de cuentas como consecuencia del trapicheo de drogas. A ello se sumaba el hecho de que la mujer acumulaba varios antecedentes policiales por este motivo.
Mujer decapitada
Cuando la ciudad trataba de sobreponerse de los dos últimos crímenes, al final de la calle de Alcalá en un descampado próximo a la Cruz de los Caídos era hallado a las dos de la madrugada del día 11 de noviembre, apenas una semana después de los otros dos crímenes, el cuerpo decapitado y abrasado por el fuego de una mujer en una vieja furgoneta, que había sido pasto de las llamas. El vehículo contaba con una antigüedad superior a los veinte años, pues su matrícula era M-507.128. El cadáver de esta última mujer presentaba diversas fracturas, si bien es cierto que no se sabía si se habían producido como consecuencia del fuego o de golpes infringidos por sus agresores. Lo que sí se sabía es que presentaba cuatro heridas de arma blanca en el torso inferior. Asimismo, se hallaba completamente desnuda y no se encontró ropa alguna suya, ni tampoco ningún indicio o documento que pudiese contribuir a su identificación, a lo que se sumaba el hecho de que su asesino o asesinos habían decapitado su cuerpo, que sería trasladado al Instituto Anatómico forense para efectuarle la autopsia, así como otras pruebas que contribuyesen a su identificación.
Ninguno de estos tres crímenes sería resuelto y sus autores se saldrían con la suya, siendo relegados al olvido durmiendo el sueño de los justos en los archivos de los juzgados de la madrileña Plaza de Castilla. Apenas dos meses más tarde, la capital de España sería de nuevo escenario de otro aterrador crimen en el que serían asesinadas tres personas en la calle Sáinz de Baranda, aunque en este caso los criminales serían apresados y justamente condenados.
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