La misteriosa desaparición de dos mujeres en Palma de Mallorca

Panorámica de Cala Major donde se produjeron ambas desapariciónes

Como si se las tragara la tierra. Jamás ha vuelto a tener nadie noticias suyas. Ni un solo rastro de lo que les pudo haber ocurrido. Solamente unas manchas de sangre en un establecimiento de souvenirs contiguo al bar que regentaba una de ellas, la primera en desaparecer, Ángeles Arroyo, de 54 años, fue el único indicio que hallaron los investigadores, insuficiente para acusar al único investigado de la muerte de la desaparecida al no haber cadáver. Esto sucedía en el año 1998, casi dos años después de que la hostelera desapareciese de forma misteriosa el día 6 de noviembre de 1996.

El sospechoso de la desaparición era un hombre que entonces superaba los 50 años y respondía al nombre de Antonio S.O. Se sabe que fue una de las últimas personas con las que contactó Ángeles, llegando incluso a reconocer que había discutido horas previas a su desaparición. Sin embargo, la Brigada de Policía Judicial demoró algún tiempo sus indagaciones y en investigar a una de las últimas personas que la había visto. El único indicio que había en su contra lo achacaría a un corte accidental en una mano, prestándose él a socorrerla.

La Policía Judicial sostuvo desde un primer momento en que esta desaparición no había sido voluntaria y centró sus pesquisas en el cincuentón propietario de un bazar destinado a la venta de regalos para turistas. Once años después, en 2007, se sondeó a través de un georradar una finca de 10.000 metros cuadrados, que era de su propiedad, y que acababa de vender. Sin embargo, una vez más, las investigaciones no dieron sus frutos y no se encontró ningún indicio sólido que pudiese relacionar a Antonio con su misteriosa y extraña desaparición.

Margalida Bestard

Aquel mismo año 2007, concretamente en el mes octubre, desaparecía de una manera también muy enigmática una viuda de 71 años de edad, Margalida Bestard, una mujer dedicada a la venta inmobiliaria. Ella le había vendido un apartamento valorado en 150.000 euros a Antonio S.O. En un principio no tuvo ningún problema y el individuo en cuestión abonó lo convenido a su propietaria.

Los problemas surgirían diez meses después cuando a Margalida le seguían llegando tanto los recibos de los servicios municipales como la contribución urbana, que no dudó en enviar al nuevo propietario de la vivienda. A pesar de ello, esta práctica se convirtió en habitual, por lo que le recriminó que no hubiese cambiado la titularidad del domicilio. Era el día 10 de octubre de 2007, fecha en la que se le pierde definitivamente la pista a la mujer balear. Antonio reconocería ante los agentes que se la había encontrado en el ascensor y jamás volvería a verla desde entonces.

En el verano de 2018 el sospechoso de la desaparición de la septuagenaria sería detenido por la Guardia Civil, encargada de la investigación del caso. Se sondeó una finca en las inmediaciones de la Algaida en busca de algún resto indiciario con el que poder incriminar al individuo en cuestión. Durante estos trabajos, mostraría una serenidad y frialdad a prueba de bomba, al igual que si el caso no fuese con él. De esa misma indiferencia haría gala en los interrogatorios a los que fue sometido, no llegando a derrumbarse jamás.

Tras los infructuosos resultados de las investigaciones, fue puesto en libertad con la obligación de comparecer de forma quincenal en el Juzgado, como presunto sospechoso de la desaparición de Margalida Bestard. Durante dos años se sucedieron algunos episodios que pusieron en jaque a Antonio, pues recibiría una paliza que supuestamente atribuyó a uno de los hijos de esta última desaparecida, que sería incluso sancionado a consecuencia de las misma.

Muerte de Antonio S.O.

El hombre sobre el que recaían todas las sospechas de las dos desapariciones fallecería el día 5 de diciembre de 2020. Con su deceso, probablemente se llevaba a la tumba los secretos del destino de Ángeles Arroyo y Margalida Bestard, cuyo paradero continúa siendo una incógnita más de veinte años después de que fuesen vístas por última vez. De Antonio S.O. se dice que era un hombre solitario y que carecía de relaciones sociales sólidas, pues no se le conocían amigos.

De lo que nadie libra a ese sujeto de carácter reservado, enigmático y si se quiere hasta misterioso, es de ser el único sospechoso de la desaparición de dos mujeres cuyos cuerpos no han aparecido jamás y que quizás puedan descansar en algún oculto paraje o en el fondo de algún pozo. A saber.

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Acerca de

Soy Antonio Cendán Fraga, periodista profesional desde hace ya tres décadas. He trabajado en las distintas parcelas de los más diversos medios de comunicación, entre ellas el mundo de los sucesos, un área que con el tiempo me ha resultado muy atractiva. De un tiempo a esta parte me estoy dedicando examinar aquellos sucesos más impactantes y que han dejado una profunda huella en nuestra historia reciente.