Un enfermo da muerte a tres pacientes en el antiguo Hospital Provincial de Valladolid
Cuando se acude a un hospital generalmente se hace para reponer la salud, no para que terminen rematando a quien sufre algún quebranto de su estado físico. No es menos cierto que a menudo quienes trabajan en centros sanitarios se ven expuestos a la ira de algunos internos, además de estar lógicamente sometidos a una gran presión por la responsabilidad que entraña su trabajo. Lo que nadie se imagina es que pueda terminar de la peor forma posible y en circunstancias tan críticas. Así sucedería en la madrugada del 16 de febrero de 1949, cuando un individuo, de 38 años, Tomás Carravilla Galle, de nacionalidad argentina y domiciliado en el municipio vallisoletano de Valoria la Buena arremetió contra tres pacientes, a quienes segó la vida de una manera cruel.
Eran las tres de la madrugada de aquel día de invierno cuando Tomás Carravilla, que al parecer sufría graves problemas psiquiátricos, la emprendió a puñaladas con todo el que se cruzó en su trayectoria. Portaba consigo una navaja y aprovechando que los restantes pacientes se encontraban descansando, iniciaría una orgía sangrienta en la que el primer paciente a quien intentó apuñalar consiguió esquivarlo lanzándose de la cama a tiempo.
Al mismo tiempo que se prodigaba en su violenta actitud, profería algunas expresiones incoherentes, probablemente a consecuencia de delirios y hacía una nueva acometida con un paciente ya anciano, Domingo Moreno Merino, de 79 años, a quien propinaba una puñalada en el pecho y terminaba con su vida prácticamente en el acto. Quizás debido a las dificultades de movilidad propias de su edad le impidieron hacer frente a un sujeto que se encontraba fuera de sí.
Dos muertos más
Aprovechando la tranquilidad de la madrugada y al hecho de que la práctica totalidad de los pacientes se encontraban descansando, Tomás Carravilla seguiría arremetiendo a diestro y siniestro con quien encontraba de forma totalmente indiscriminada. Su siguiente víctima sería Francisco Sanz Moreno, de 59 años,quien también sería presa de su injustificada ira. Al igual que había hecho con el primero, también le asestaría una certera puñalada en el pecho que le segó la vida prácticamente al instante.
Sin embargo, y como no hay dos sin tres, el criminal prosiguió con su sangriento recorrido. Su tercera víctima sería Ramón Domínguez San Luis, un hombre joven de tan solo 30 años, a quien propinó otra certera y fatídica puñalada en la cavidad torácica que sería suficiente para terminar con su vida. Sorprende el hecho de que el personal de guardia no se percatase de lo que estaba ocurriendo con más antelación.
Fue precisamente un enfermero que se encontraba haciendo el turno de la noche el que se dio cuenta de la gravedad de los hechos. Este hombre Juan Rodríguez Mancha intentó desarmar y reducir a Tomás Carravilla sin éxito. A consecuencia de su intento resultaría herido de consideración, al igual que dos de sus compañeros Benicio González Vallejo y Rafael Renedo Rodríguez, quienes, a pesar de su juventud, 25 y 24 años respectivamente, no fueron capaces de detener al criminal.
Intervención policial
Para detener al triple asesino fue precisa la intervención de efectivos de la Policía Armada, quienes tras mantener un duro enfrentamiento con aquel energúmeno, pudieron capturarlo y desarmarlo. Debido al descontrol psíquico que presentaba, sería enviado al manicomio provincial de Valladolid, en el que permanecería ingresado.
Es precisamente en ese sanatorio psiquiátrico en el que se le pierde la pista de forma definitiva a este individuo que un ya lejano día de tiempos de posguerra, perturbó la tradicional paz y armonía que presidían un centro sanitario en el que, aunque haya quien piense lo contrario, están pensados para curar a las personas y no precisamente para sacarles la vida de una manera tan indigna y cruenta.
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