El secuestro y muerte de Eufemiano Fuentes, un misterioso episodio de la Transición en Canarias
En aquel entonces, mediados del año 1976, España vivía una etapa convulsa de su historia. A la vista se encontraba un profundo cambio político que comenzaría a tomar cuerpo con el nombramiento de Adolfo Suárez como nuevo presidente de Gobierno en sustitución de Carlos Arias Navarro. El futuro era incierto. El pasado una rémora que pervivía en las mentes de los más nostálgicos. El país se hallaba fuertemente abatido por el terrorismo y el temor a que fuerzas involucionistas pretendiesen hacer valer el poder que antaño habían atesorado. Cualquier cosa podía suceder.
En Canarias no solo sería noticia el sol y el calor del que disfrutan todo el año las islas Afortunadas, sino que en la madrugada del día 2 de junio de 1976 el archipiélago se sobresaltaba al levantarse con la noticia del secuestro del conocido empresario Eufemiano Fuentes Díaz, de 65 años de edad. El secuestrado no era un ciudadano menor sino toda una personalidad en la isla de Gran Canaria. Conocido como «El Rey del Tabaco«, debido a que era propietario de una de las más grandes empresas tabaqueras, que había heredado de su padre Eufemiano Fuentes Cabrera, seguía siendo uno de los antiguos caciques que dominaba el territorio insular a su antojo.
Su secuestro, que mantendría en vilo al país durante cinco largos meses, se atribuía a distintos grupos. Se sospechó, en un principio de los independentistas canarios del MPAIAC, con su histórico líder al frente, el abogado Antonio Cubillo. Otra de las líneas de la investigación se centró en la posible conexión de la Mafia estadounidense que intentaba quitarse de en medio a uno de sus principales competidores en el mercado tabaquero mundial. Sin embargo, ambas hipótesis serían desechadas con el devenir de los acontecimientos e incluso tomaría fuerza una teoría alternativa en la que se afirmaba que había sido el propio empresario quien había organizado su propio secuestro.
Eufemiano Fuentes, además del mundo empresarial propiamente dicho, había sido en su años de juventud uno de los principales activos de Falange Española participando en las Brigadas del Amanecer, a quienes se les atribuían un buen número de asesinatos cuando se produjo el estallido de la Guerra Civil. Asimismo, también había dejado su impronta en el mundo del deporte, siendo uno de los fundadores de la U.D. Las Palmas, club del que llegaría a ser su presidente.
«El Rubio»
En todo aquel batiburrillo de conjeturas aparecería un curioso personaje, Angel Cabrera Batista, de 30 años de edad, conocido como «El Rubio», a quien algunas fuentes atribuían su paternidad el propio Eufemiano Fuentes, fruto de sus relaciones con las criadas que trabajaban en su servicio. Según la versión oficial, este individuo habría accedido al interior del domicilio del empresario tabaquero en la madrugada del 2 de junio de 1976. Encapuchado, habría llevado a punta de pistola a «El Rey del Tabaco», quien en pijama, zapatillas y bata de casa habría abandonado su mansión «Las Meleguinas» conduciendo su propio vehículo, un Cadillac, ante la mirada de su secuestrador que le apuntaba con su propia arma. Su destino sería un indefinido lugar de la isla de Gran Canaria.
Es a partir de ese momento cuando comienza el misterio en torno al posible paradero del notable empresario canario. Sería su única hija Teresita del Niño Jesús Fuentes Naranjo, quien denunciaría el rapto de su padre ante el puesto de la Guardia Civil de Arucas. El secuestrador le llamaría reiteradamente por teléfono con el fin de lograr el rescate que pedía por su rehén, solicitando la entrega de 900.000 dólares (600.000 euros al cambio actual) por la libertad de Eufemiano Fuentes. «El Rubio» le dijo en una conversación a la hija del secuestrado que leyese con atención una carta que le había dejado en una estancia de su domicilio.
La familia estaba dispuesta en todo momento a pagar la cantidad exigida por el raptor. De hecho, en una ocasión resultaría herido un subinspector de la Polícía a consecuencia del tiroteo que se originó entre Angel Cabrera y los agentes que habían acudido a custodiar a la familia. En otra ocasión se saldaría con la muerte del inspector Manuel Rey Mariño. Otra de las víctimas mortales de este rocambolesco episodio sería el estudiante Bartolomé García Lorenzo, de 21 años, quien fallecería a consecuencia de los disparos de la Policía tras ser confundido con el hombre que había secuestrado a Eufemiano Fuentes.
Aparición del cuerpo de Eufemiano Fuentes
Cuando se habían cumplido ya cinco meses del secuestro de Eufemiano Fuentes, se informaba del hallazgo de su cuerpo en un pozo muy próximo al domicilio. Al parecer, habría sido identificado al ser reconocida la bata verde que llevaba puesta, así como el pijama y las zapatillas. Sin embargo, su cadáver apareció sin la cabeza y las extremidades inferiores. En aquel entonces estaba lejos todavía el trabajo con las pruebas de adn, por lo que fue decisiva para su identificación la confirmación de sus familiares.
Mientras esto sucedía, su secuestrador, Ángel Cabrera Batista, se había trasladado hasta Argel para reunirse con el líder de los independentistas canarios, Antonio Cubillo, quien jamás llegó a fiarse de él. De hecho, muy pronto lo despediría al percatarse que se encontraba ante un delincuente común que era muy amigo de lo ajeno.
Durante muchos años, «El Rubio», que concedería entrevistas a algún medio español -entre ellos la revista Interviu- estuvo huido de la justicia y alimentando la teoría alternativa. En ella se de que «El Rey del Tabaco» no había muerto a manos del delincuente canario y que, ante el temor a posibles represalias derivadas de su actuación en el transcurso de los primeros días de la Guerra Civil española, Eufemiano Fuentes habría emprendido la huida hacia Sudamérica, viviendo en algún país del cono sur americano, siendo él mismo quien planificó un simulacro de secuestro, al mismo tiempo que abundaba en que los restos hallados en aquel pozo no pertenecían tampoco al empresario tabaquero.
Entrega, condena y muerte de «El Rubio»
Transcurrida ya más de una década de la muerte de Eufemiano Fuentes Díaz, el 13 de agosto de 1989 se entregaba en la Comisaría de Policía de Gran Canaria su secuestrador, Ángel Batista alias «El Rubio», quien se había convertido en una especie de celebridad de la delincuencia al estilo de «El Lute». En su declaración ante el juez, negaría haber dado muerte al empresario grancanario, abundando de nuevo en la teoría de la conspiración, muy extendida por todo el achipiélago canario.
Algo más de un año de su entrega a las autoridades, en la Audiencia Provincial de Las Palmas se celebraba el juicio en contra de Ángel Cabrera Batista en octubre de 1990. Se consideró prescrita la acusación de detención ilegal, por lo que recibiría, en un principio una condena no muy elevada, siendo condenado a 12 años de prisión, acusado de un delito de homicidio. Sin embargo, el Tribunal Supremo corregiría el fallo del tribunal canario y elevaría a 34 años de prisión, la pena que habría de cumplir.
Olvidado de todo el mundo, incluso de su propia familia, a principios de febrero de 2005, cuando ya contaba 58 años de edad, «El Rubio» abandonaría los muros de la cárcel debido a la grave enfermedad que le aquejaba. Durante aquellos tres largos lustros, no recibió ni una sola visita y vio gravemente quebrantada su salud como consecuencia de los cuatro infartos que sufrió. Pocos días después de haber recobrado la libertad, la vida de Ángel Cabrera, un vulgar delincuente reconvertido en mito, se extinguía definitivamente y con él muchos secretos en torno a lo que de verdad le sucedió a Eufemiano Fuentes Díaz.
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