Siete muertos al precipitarse un autobús en el Alto do Covelo (Ourense)
Hacía poco más de cuatro meses que había fallecido el anterior jefe del Estado, el general Franco. Galicia seguía caminando por la misma senda que había transitado a lo largo de cuatro décadas. Es decir, poco más hacía que moverse a paso muy lento. El cambio estribaba tan solo en el destino de la procedencia de las cartas. Ahora llegaban mayoritariamente de países europeos y de lustrosas y prometedoras ciudades que habían substituido a las que otrora procedían del llamado Nuevo Mundo. De América solo venían las de aquellos que se habían visto atrapados en la tempestad económica que había afectado a Cuba y Argentina principalmente y que seguían manteniendo muy vivos sus vínculos familiares. Era el mundo rural en el que todavía permanecía muy vivo el recuerdo de aquellos hombres que llegaban allende los mares expresándose en un fino idioma que muy pronto se convertiría en familiar en muchas aldeas y villas gallegas de la época.
En el gran y extenso territorio rural gallego siempre han permanecido muy presentes las antiguas tradiciones, muchas de las cuales se han conservado hasta nuestros días. Una de las más arraigadas es, sin duda alguna, las ferias y los mercados. Un viejo periodista conoció el país gallego haciendo las rutas que llevaban las distintas líneas regulares de autobuses que servían para trasladar viajeros de unos lugares a otros de Galicia. En algunos de ellos, principalmente los más antiguos, era todavía común que fuesen autocares mixtos. Es decir, en una parte iban los viajeros y en otra las mercancias e, incluso, ganado. Un vehículo de estas características es el protagonista de la siguiente historia ocurrida el 10 de abril de 1976 en el lugar conocido como o Alto do Covelo, en la comarca ourensana de Valdeorras.
Esa fecha se convertiría en trágica para muchas familias de tan impresionante paraje, uno de los más bellos y singulares de todo el noroeste peninsular. A las seis y media de la tarde de aquel apacible sábado primaveral se produciría uno de los siniestros que más ha marcado a la provincia de Ourense, ya que un total de siete personas perderían la vida al precipitarse el autobús en el que regresaban de un evento ferial que se había celebrado en la localidad de A Veiga do Bolo, coincidiendo con el segundo viernes de cada mes. Además, el autobús iba algo más concurrido que de costumbre por tratarse de una fecha especial, ya que era previa al domingo de Ramos y el evento atraía a muchas personas por celebrarse un día tan señalado. El vehículo siniestrado se dirigía desde el municipio en que había tenido lugar el recinto ferial con destino a A Rúa de Petín.
Terraplén de 75 metros
El vehículo, que ya contaba con una cierta antigüedad y perteneciente a la empresa «La Emprendedora» -que tiene su sede en el municipio ourensano de A Rúa, se precipitó sobre un terraplén de 75 metros en el que había un más que pronunciado desnivel entre las localidades de Castromao y Carracedo, antes de llegar a Pradolongo, que es dónde tiene lugar el trágico siniestro. Una gran parte de los fallecidos y heridos era de la localidad en la que se produjo el dramático accidente, que se teñiría de luto a raíz de este desgraciado suceso.
A consecuencia del fatal accidente, que consternaría a la Galicia de la época, fallecerían prácticamente en el acto un total de siete personas de las más de 40 que transportaba el autobús. Las restantes resultarían heridas de diversa consideración. Ocho de ellas hubieron de ser trasladadas a la residencia sanitaria de la capital de Ourense debido a la gravedad de sus heridas, aunque -por fortuna- no habría que lamentar más víctimas mortales, pese a que no eran pocas las que habían perdido la vida en aquel sábado previo a la Semana Santa de 1976.
En aquel entonces el mundo rural gallego todavía carecía de ambulancias y fueron muchos los vecinos y particulares, entre ellos algún taxista, que trasladaron a los heridos de forma desinteresada hasta los centros sanitarios para que recibiesen la oportuna atención médica. Además, para solicitar el oportuno socorro, a fin de que los demás vehículos les abriesen paso, por las ventanillas de los coches se exhibía un pañuelo blanco. La carretera permaneció cortada en uno de sus carriles para poder atender a las víctimas del fatal siniestro durante algunas horas subsiguientes al trágico accidente.
Causas
En cuanto a las causas del accidente se barajaron diversas hipótesis. Algunas de ellas apuntaban al mal estado en que se encontraba la calzada por la que transitaba el autobús, aunque hacía ese mismo recorrido con cierta frecuencia, principalmente cuando había ferias y mercados. A todo ello se unía también el siempre difícil y complicado trazado de las carreteras en zonas de montaña. Además, el mal estado de las vías de circulación gallegas de la época era poco menos que crónico. Estaban inundadas de socavones y piedras que se soltaban, cuyo tránsito se hacía poco menos que imposible en jornadas que afectase la lluvia, que provocaba impresionantes lodazales. De la misma forma, se apuntó también el estado del vehículo, que hacía el recorrido entre las localidades de A Veiga y A Rúa de Petín en un tiempo en el que las inspecciones eran bastante laxas. Muchos ni siquiera las pasaban y la autoridad competente tampoco mostraba mucho interés en su estado.
Aquel trágico accidente trastocaría la vida de toda una comarca, la de Valdeorras, que se teñía una vez más de luto al ver como perdía a siete de sus convecinos en un tiempo en el que la mayoría de sus preciosos municipios gozaban de una salud demográfica de la que hoy carecen. Sin embargo, este episodio tan solo sería el preámbulo de otro trágico accidente que ocurriría apenas un año más tarde en el que perecerían un total de trece personas, de ellos doce niños cuando el autobús que los trasladaba al colegio en el que estaban escolarizados se precipitaba por otro pronunciado desnivel. Se dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y nadie duda que este es un claro ejemplo.
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Efectivamente se tropieza dos o más veces,pero es que la historia de los accidentes en autobús en Galicia en la década de los 70’s, era realmente espectacular…
Estoy en busca de la fecha exacta.
El 10 de abril de 1976 fue sábado.
El día de la feria es el 9 y no el 10, aunque el 9 tampoco fue viernes, como dices., ni aún siendo en 1975 cuadran las fechas ni 77 ni incluso 78.
Ni entre Castromao y Carracedo ni entre Castromao y Pradolongo hay un terraplén de 75 metros ni nada que se le acerque, como mucho 7,5m.