Cinco muertos y 40 heridos al descarrilar el rápido Vigo-Coruña en Pontevedra

Las asistencias retiran el cuerpo de uno de los fallecidos en el accidente ferroviario

Aquel año 1969 iba a ser bastante convulso en una España que avanzaba de forma renqueante y en la que muy pocas cosas cambiaban, por no decir que casi ninguna. Sin embargo, se producirían una serie de acontecimientos que marcarían el devenir del país. En julio se aprobaría la Ley de Sucesión por la que se nombraba heredero de la jefatura del Estado a Juan Carlos de Borbón. Unos meses más tarde se produciría el famoso «caso Matesa», en una especia de lucha de miembros del Opus Dei contra otro bando de ministros liderado por Manuel Fraga Iribarne, a quien le costaría su puesto en el banco azul de las Cortes franquistas.

Galicia solo era noticia en los diarios de difusión estatal para decir que era un territorio verde y que llovía. A veces, hasta demasiado. Las restantes ocasiones en las que salía en informativos que se contemplaban allende Pedrafita era para hablar de algún suceso o hecho luctuoso en los que siempre salían a relucir falsos tópicos que en nada favorecían a una tierra que transitaba por enlodazadas corredoiras y ahora estaba pendiente de las cartas que llegaban de Europa, en tanto que en el pasado se aguardaban las que procedían del otro lado del Océano. Alguna seguía llegando de La Habana, Montevideo o Buenos Aires, pero eran de aquellos gallegos que habían sucumbido a la aventura americana y habían quedado atrapados bajo aquella terrible tormenta económica que los había arruinado a todos, ya bien fuese por la dictadura comunista castrista o por los sistemas corruptos que imperaban en Sudamérica.

El año comenzaría de forma trágica para Galicia, por no decir que lo hizo de manera fatal. En dos accidentes derivados del corrimiento de tierras perderían la vida un total de ocho personas. Tres mujeres fallecían el A Coruña mientras se encontraban haciendo la colada, en tanto que en la parroquia de Alba, en el término municipal de Pontevedra, se produciría un grave accidente ferroviario que se saldaría con la muerte de cinco personas y otras 40 resultarían heridas de diversa consideración, al descarrilar el tren rápido 702 que cubría el trayecto entre A Coruña y Vigo.

Corrimiento de tierras

El siniestro se produjo alrededor de las ocho menos cuarto de la tarde del 18 de enero de 1969, al parecer, provocado por un corrimiento de tierras debido al reblandecimiento de las mismas por las intensas lluvias torrenciales caídas en Galicia a lo largo de aquellos días. La misma causa estuvo detrás del derrumbe de un muro de contención en A Coruña, acaecido en las mismas fechas, y que costaría la vida a tres mujeres que se encontraban haciendo la colada en un lavadero público. A consecuencia del alud de tierra, la locomotora, un pesado vehículo Alco-Diesel, se precipitase sobre un foso de 38 metros de longitud, yendo detrás de ella un furgón y cuatro vagones, uno de los cuales se estrello con el furgón, quedando literalmente destrozado.

En el convoy viajaban alrededor de un centenar de personas, de las cuales fallecerían cinco, dos de ellas empleadas de RENFE, y tres viajeros. Otras 40 resultarían heridas, la mayoría de las mismas de carácter leve, en tanto que las diez restantes presentaban lesiones graves, aunque -por suerte- ninguna de ellas fallecería. El impacto, como es natural, causaría una gran confusión en los viajeros, muchos de los cuales habían quedado atrapados en aquel impresionante amasijo de hierros en que se había convertido la caravana ferroviaria. A todo ello contribuía la torrencial lluvia que en aquel momento estaba cayendo sobre el lugar donde se produjo el trágico accidente.

Este desgraciado accidente no se saldaría sin una incidencia que no tuvo graves consecuencias pero que no dejaba de ser paradójica. Para prestar auxilio a los heridos saldría de Vigo un tren de socorro que descarrilaría en la localidad de Arcade, perteneciente al municipio pontevedrés de Soutomaior. Por fortuna, no hubo que lamentar víctimas de ningún tipo.

Una vez más, como ya había sido la tónica predominante en otros siniestros y lo sería también en el futuro como el caso de ocurrido en Angrois, fue muy decisiva la ayuda que prestaron los vecinos de las parroquias limítrofes al lugar de la tragedia, conocido como A Gándara. Hasta allí no dudaron en desplazarse personas de las parroquias de Alba, Campañó y Lérez para socorrer a las víctimas del siniestro. De la misma forma, también fue muy importante el apoyo prestado por equipos de sanitarios procedentes de Vigo y Pontevedra. En este sentido, hay un hecho que llama poderosamente la atención, ya que no dudaron en cruzar grandes fincas de cultivo a pie con los heridos en las camillas para trasportarlos hasta la carretera que unía A Coruña y Pontevedra, desde donde eran trasladados a los centros sanitarios más próximos.

Excarcelación de las víctimas

Pese al apoyo prestado por los vecinos, en aquel tiempo todavía no existían servicios de protección civil y solamente se contaba con la ayuda de los equipos de bomberos de Pontevedra y Vigo, que se presentaron inmediatamente en el lugar del suceso. Debido a que el accidente se produjo ya de noche y en pleno invierno, a lo que se sumaba una torrencial lluvia, las labores de excarcelación y rescate de las víctimas mortales se prolongaría hasta las tres de madrugada del día siguiente, que era sábado. La falta de luz y de equipos electrógenos, unida a las inclemencias climáticas, hizo que estas labores se abandonasen hasta la jornada siguiente.

A primeras horas de la mañana del 19 de enero, en torno a las nueve y media, aparecían los cuerpos sin vida del jefe del convoy, Manuel Hortas, de 41 años de edad, y el mozo de furgón, Urbano López Rebollo, de 67. Ambos eran naturales de la ciudad herculina hasta donde serían trasladados sus restos mortales.

Los trabajos de retirada de escombros, así como de los restos del tren siniestrado se prolongarían en fechas sucesivas a la que había tenido lugar el suceso. Para ello, fue preciso trasladar hasta el lugar del accidente varias toneladas de carbonilla para ir afirmando el terreno sobre el que trabajarían las grúas. Como consecuencia del fatal accidente, el tráfico ferroviario en este tramo estuvo cortando durante una semana, siendo este el principal ramal ferroviario de Galicia, ya no de aquella época sino también en la actualidad.

 

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Acerca de

Soy Antonio Cendán Fraga, periodista profesional desde hace ya tres décadas. He trabajado en las distintas parcelas de los más diversos medios de comunicación, entre ellas el mundo de los sucesos, un área que con el tiempo me ha resultado muy atractiva. De un tiempo a esta parte me estoy dedicando examinar aquellos sucesos más impactantes y que han dejado una profunda huella en nuestra historia reciente.