Un crimen resuelto mediante una sesión de espiritismo
El año 1994 fue un ejercicio de mucho trabajo tanto para las fuerzas de seguridad radicadas en Galicia como para los redactores de sucesos, principalmente en sus primeros meses. Se sucedieron distintos acontecimientos violentos que descorazonaron a la siempre pacífica sociedad gallega. Además del tristemente célebre crimen de Nigrán, en el que fueron asesinadas cuatro personas, se sucedieron los trágicos carnavales de Vigo, en los que morirían de forma violenta otras dos personas, así como otros hechos sangrientos que dejaron un mal recuerdo entre los gallegos.
Por un sangriento suceso ocurrido en los primeros días de aquel 1994, se podría decir a posteriori que el año en sí prometía en el ámbito de los sucesos. Así, en la mañana del 6 de enero de 1994 un grupo de cazadores encontró el cuerpo sin vida de una mujer en el monte Avenceñas, en A Estrada, que por el aspecto que presentaba daba la sensación de que había sido asesinada de forma violenta y que el suceso que le costó la vida bien pudiese obedecer a algún ritual satánico, ya que en sus inmediaciones se encontraron unos cirios así como algunos objetos empleados en ceremoniales de magia negra. La mujer habría muerto de sendos disparos en el cuello y otro en la sien, según el resultado que depararía la autopsia.
La víctima de este crimen, así como el suceso en sí, era toda una incógnita, ya que nadie la conocía por lo que las fuerzas de seguridad decidieron publicar en los medios de comunicación sus fotografías. Sin embargo, estos no dieron resultado, ya que nadie reclamaba su cadáver, aunque las investigaciones seguían su curso. Del resultado de la autopsia se dedujo que la mujer podría tener alguna descendencia puesto que presentaba una cicatriz en el abdomen que se correspondía con una cesárea.
Sesión de ouija
Por los detalles del suceso, así como por el interés y el misterio que suscitaba el mismo, hubo alguien entre los investigadores a quien se le ocurrió acudir a la consulta de una médium con la finalidad de recabar algunos datos que pudiesen revelar lo ocurrido, aunque en estos casos el escepticismo es un factor fundamental a tener en cuenta. Así, en aquellos días acordaron recurrir a la consulta de la pontevedresa Mercedes López Martínez, quien se decidió a realizar una sesión de ouija en compañía de otras tres personas.
Para llevar a cabo el ritual dispusieron un tablero con el abecedario en forma de círculo y colocaron a continuación el dedo sobre el vaso. Aparentemente la invocación espiritual surtiría efecto y el recipiente se fue trasladando a lo largo del tablero por lo que fue posible deducir el nombre de la víctima, quien al parecer se llamaba Rosalía, pero de la que salieron las cuatro primeras letras de su nombre. Sin embargo, el detalle más sorprendente fue que facilitó un número de teléfono, cuyas cifras se correspondían con las de un club de alterne en el que supuestamente habría trabajado la mujer encontrada muerta en el monte Avenceñas.
Una de las personas que participaron en la sesión de espiritismo informaría a los agentes de la Guardia Civil de los detalles obtenidos en la misma. Sin embargo, la Benemérita, que carecía de cualquier información relativa al suceso, no pudo confirmarlos. Además, según el testimonio de los presentes, en el ritual se descubrirían otros detalles, tales como que al parecer la muerte de la víctima no habría obedecido a ninguna ceremonia de carácter satánico y que todas las velas que aparecían a su alrededor no habría sido más que una estratagema urdida con la intención de despistar a los investigadores. Se señalaba también que entre la información obtenida a través de la médium se indicaba a su vez que la mujer no había muerto en el lugar en que fue encontrada por los cazadores, sino que su muerte habría ocurrido en otro sitio, siendo trasladada hasta aquel punto en un caballo. Además, según esta información, uno de los supuestos autores del crimen de la ciudadana lusa, sería un vecino de la comarca y que conocía la zona a la perfección
Detención de los culpables
Unos días después de la sesión de espiritismo eran detenidas en Navarra dos personas, una de nacionalidad portuguesa y otra española. Ambos pretendían huir del país para instalarse en Andorra. Con su detención pudo averiguarse la identidad de la mujer hallada muerta en A Estrada, así como algunos detalles, que, sorprendemente, fueron supuestamente revelados en la sesión de espiritismo llevada a cabo por la médium de Pontevedra. Entre estos se supo que la persona asesinada era una ciudadana lusa, natural de localidad portuguesa de Braga, y que respondía al nombre de Rosalía Gonçalves da María, que había trabajado en un club de alterne de Valença do Minho utilizando el seudónimo de Paula, a cuyas cifras correspondían el número de teléfono revelado en la sesión de Ouija.
Sin embargo, las coincidencias con los detalles no terminaban ahí, ya que el ciudadano español detenido era originario del municipio pontevedrés de Campo Lameiro y se dedicaba a la cría de caballos. En el acto llevado a cabo por la médium se había dicho en la invocación de la mujer muerta que esta había sido trasladada hasta el lugar supuestamente a lomos de un equino. También, se pudo deducir que el ciudadano luso detenido en relación con este crimen había conocido a la víctima en el club de alterne de la ciudad fronteriza en el que ejercía la prostitución.
Una vez detenidos ambos asesinos desvelaron otros detalles que no dejaron de ser sorprendentes y que guardaban cierta relación con las supuestas revelaciones que se habían obtenido a través de la médium. Así, en cuanto a la posición del cadáver con cirios en sus inmediaciones manifestaron que lo habían hecho tan solo por «respeto» a la víctima. En cuanto al móvil del crimen, declararon que este se había producido por miedo a que la mujer los delatase, pues ella formaba parte con ambos individuos de una banda de delincuentes que había protagonizado diferentes actos delictivos en la provincia de Pontevedra, tales como asaltos a gasolineras o entidades bancarias. De hecho, la causa por la que decidieron acabar con su vida fue una conversación telefónica que mantenía la víctima con un desconocido en la que le estaba relatando las correrías de la banda que formaba parte. Con su detención se pudieron esclarecer tres hechos delictivos ocurridos en aquel entonces en las localidades pontevedresas de Barro, Poio y Tui.
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