La enigmática muerte violenta de los cuatro miembros de una familia en Tenerife, un oscuro misterio sin resolver
No cabe duda que 1981 fue un año muy movido en toda España, con diversos acontecimientos que sobresaltaron a su ciudadanía, no faltando entre estos últimos los hechos violentos que sacudieron a la población de distintos puntos del país. Tenerife siempre ha estado considerada como una tierra apacible en la que sus principales novedades proceden casi siempre de los muchos atractivos que reúne esta excepcional isla, uno de los más bellos parajes del planeta. Sin embargo, a finales de junio de aquel turbulento 1981 el territorio insular se vio cariacontecido por un truculento episodio que hizo saltar todas las alarmas al encontrase los cuerpos sin vida de cuatro miembros de una misma familia que estaban literalmente cosidos a tiros en su domicilio, sito en el edificio «Olympo», en aquel entonces una de las más modernas edificaciones de la nueva arquitectura que imperaba en la isla.
La voz de alarma la dio un familiar de las víctimas, quien se extrañó que no respondiesen a sus constantes llamadas a lo largo del último lunes del mes de junio de 1981. Preocupado por aquel sepulcral e insólito silencio, decidió avisar a la Policía para que indagase acerca de lo que podría haber ocurrido con sus familiares. Las fuerzas del orden acudieron inmediatamente hacia aquel moderno complejo de pisos y apartamentos que daba una singular espectacularidad al entorno donde había sido levantado.
Para poder acceder al domicilio de la familia hubieron de derribar la puerta y se encontraron con un dantesco panorama que resultaba, cuando menos, aterrador y macabro. Los cuatro miembros de la familia que residía en aquella casa estaban literalmente acribillados a tiros y yacían sobre enormes charcos de sangre. En su conjunto, los fallecidos recibieron un total de once disparos. A pesar del terrible drama, los vecinos no escucharon ningún ruido que les hiciese sospechar de la tragedia, lo que no deja de resultar extraño.
Las víctimas eran el matrimonio compuesto por Oroncio Dorta, de 82 años y su esposa Araceli Franchi, de 74, además de sus hijos Oroncio y Sergio, de 49 y 54 años, respectivamente. Estos últimos sufrían una discapacidad psíquica que les provocaban cierta dependencia de sus progenitores. A tenor de las indagaciones hechas por los cuerpos policiales, se llegó a la conclusión que las muertes se habían producido el domingo, 27 de junio.
Tiro Olímpico.
Dadas las peculiaridades en sí que presentaba la familia, la Policía no desechó en principio ninguna posibilidad, si bien descartó a primeras de cambio que se tratase de un suicidio colectivo. La hipótesis que se barajó desde el primer instante, aunque no de forma concluyente fue que uno de los hijos, Oroncio, el menor de los dos, hubiese dado muerte a los tres miembros del clan familiar para después suicidarse. Este último disponía de licencia de armas, al ser miembro de un club de tiro olímpico.
La intervención de una quinta persona siempre estuvo en el alero, no llegando a descartarse nunca, a pesar de que nunca se pudo comprobar esa supuesta participación y se sostuvo siempre la línea de que el autor de las muertes había sido el pequeño de la familia, dado que el arma con el que se perpetraron las muertes era de su propiedad.
Con el paso del tiempo, el trágico suceso que sobresaltó a las Islas Afortunadas hace ya más de cuatro décadas fue olvidándose, quedando relegado al baúl de los recuerdos, sin abrir líneas de investigación, dándose por buena la hipótesis de que uno de los hijos había dado muerte a los tres miembros de la familia para después suicidarse.
Más de veinte años después del crimen, se instaló en el espectacular edificio una emisora de televisión local. Al parecer, los trabajadores del turno de madrugada afirmaron en diversas ocasiones haberse sentido asustados por supuestos gritos y lamentos que procederían del lugar donde se produjeron las cuatro muertes violentas. Es decir, unas hipotéticas psicofonías, lo que ya trasciende al campo del misterio, ese mismo que sigue rodeando el truculento capítulo acontecido en Tenerife en junio de 1981.
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