Estrangula a sus dos hijas en Manacor

Manacor fue escenario de un horrible crimen en 1919

Eran otros tiempos y era otro mundo, pero en la sociedad anidaban individuos que atesoraban sus peores instintos. En esto último no se ha cambiado mucho. Prácticamente nada. Rafael Juan Mascaró Fossé, era un sujeto de 49 años de edad, viudo desde que su esposa falleciese a consecuencia de una caída, que no gozaba precisamente del aprecio y el afecto de sus convecinos.

Algunos aludían a su carácter tosco y arrogante que le había llevado incluso a mantener rencillas con alguno de ellos, en tanto que otros lo achacaban a que durante un tiempo había trabajado de sepulturero y se había ganado una cierta repulsión.

Lo que nadie se podía imaginar es que pese a sus formas poco ortodoxas en la noche del 9 de junio de 1919 decidiese terminar de la forma más cruel y atroz con la vida de sus dos hijas, Jerónima y Margarita, de 10 y 13 años de edad respectivamente, colgándolas en las dependencias de su vivienda y en una higuera de una finca anexa.

Gritos de auxilio

Para alertar a sus vecinos de su tamaña salvajada, se dirigió desde su casa, una vivienda aislada del núcleo de población de San Juan, profiriendo gritos de auxilio y desesperación, dando cuenta de se había encontrado a su hija mayor colgada junto a una escalera, mientras que desconocía el paradero de la otra. Sin embargo, casi nadie le creyó.

Inmediatamente se trasladaron el juez y otras autoridades hasta el lugar de autos. Todas las miradas se dirigían hacia Mascaró, quien había sido absuelto hacía algún tiempo de haber violado a su hija mayor. Además, todos conocían sus desencuentros con el resto del vecindario y no les extrañaba que él estuviese detrás de aquellos macabros crímenes.

La hija mayor, Jerónima, fue hallada colgada de una cuerda junto a una escalera interna del domicilio, lo que provocaría la inmediata detención de su progenitor, en tanto se buscaba el paradero de la pequeña. Margarita sería hallada en una higuera de una finca anexa al inmueble de su padre, colgada de una higuera.

Tras su detención, aunque no dijo expresamente que le robaran, sí manifestó que le habían desaparecido 75 pesetas que guardaba en un zapato. En el transcurso del juicio manifestaría que el día de autos había cenado con sus hijas y posteriormente les habría dicho que se fuesen a dormir. Él, por su parte, salió a dar una vuelta, coincidiendo con algunos conocidos en los cafés y bares de San Juan de Manacor.

Dos cadenas perpetuas

En el transcurso del juicio, celebrado en distintas sesiones en la segunda quincena del mes de mayo de 1920, sería desmontada su absurda versión tanto por los peritos encargados de examinar el caso, entre ellos los forenses, como por distintos testigos, que dieron fe tanto de su forma de ser como de lo que había hecho en aquella triste jornada.

Los forenses manifestarían que las niñas no presentaban heridas y que una de ellas pudo haber llorado en el momento en que era estrangulada. La segunda de ellas probablemente habría intentado escapar del fatal destino que le aguardaba al ver lo que su padre le había hecho a su hermana.

El jurado encargado de emitir el veredicto lo declaró culpable por unanimidad. La sentencia tampoco dejó lugar a dudas, siendo condenado a dos penas de cadena perpetua, además de indemnizar con 25.000 pesetas de la época a los familiares de las pequeñas, en este caso sus tíos maternos. En el fondo le acompañó la suerte en un tiempo en que estaba vigente la pena de muerte.

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Acerca de

Soy Antonio Cendán Fraga, periodista profesional desde hace ya tres décadas. He trabajado en las distintas parcelas de los más diversos medios de comunicación, entre ellas el mundo de los sucesos, un área que con el tiempo me ha resultado muy atractiva. De un tiempo a esta parte me estoy dedicando examinar aquellos sucesos más impactantes y que han dejado una profunda huella en nuestra historia reciente.