Un joven de 28 años asesina a tres personas en una masía de Benifallim (Alicante)
Fue uno de los episodios más escabrosos y sanguinarios de todos cuanto tuvieron lugar a finales del siglo XX en España, alterando el animado verano que siempre se vive en la costa levantina. Cuando comenzaba a declinar el mes de agosto, concretamente el día 20, los agentes forestales de la comarca de la Hoya de Alcoy, en Alicante, se vieron repentinamente sobresaltados al percatarse de que de Les Vaquerises salía humo. Temerosos de que el fuego pudiese extenderse por toda la contorna, en lo que estaba siendo un verano seco, acudieron al lugar con la intención de sofocar el hipotético incendio y evitar así riesgos mayores.
Lo que no se podían siquiera ni imaginar aquellos hombres es que al llegar al lugar en el que aparecía la nube de humo se iban a encontrar con un dantesco y escabroso panorama. Allí se hallarían con los cadáveres de tres personas, que dadas las circunstancias en que se encontraban, todo hacía presumir como así sería que habían sufrido una horrible muerte violenta, dando la sensación de que los tres fallecidos habían padecido, incluso, grandes torturas antes de morir, aunque esto último no llegaría a corroborarse. Los muertos son Elvira Munllor Miró, de 54 años, dueña de la masía; su empleado Rigoberto Esteve, de 47 años y un tío de la primera, Francisco Miró, de 75 años
Avisada la Guardia Civil del del trágico episodio que había tenido lugar en aquella pequeña localidad, las sospechas acerca del móvil del crimen son aclaradas de inmediato. Para ellos está claro que el objetivo del autor o autores de la horrible matanza que consterna a todo el País Valenciano ha sido el robo. Se comenta que Elvira Munllor es una mujer acaudalada y que hacía muy poco tiempo por aquel entonces había recibido la cantidad de 400 millones de pesetas (2,4 millones de euros) por la venta de unas fincas. Supuestamente guarda ese dinero en la vivienda en la reside, aunque los investigadores jamás lo hallarían.
Detención
Al iniciarse las pesquisas las sospechas se centran en un joven que por aquel entonces contaba con tan solo 28 años de edad, Francisco Gómez Simón, conocedor de la masía, en la que ha estado contratado de forma eventual realizando algunos trabajos. Su detención se produce el día 25 de agosto de 1999, solamente cinco días después del triple crimen que ha conmovido a toda la comarca y a la Comunidad Valenciana en general. En sus primeras declaraciones ante la Guardia Civil se autoinculpa de las tres muertes acaecidas en Les Vaquerises, aunque días más tarde, probablemente aconsejado por su abogada, el muchacho se desdice y niega haber dado muerte a ninguna de las tres víctimas. En su descargo argumenta que ha sido objeto de presiones y no le ha quedado otro remedio que asumir un horrendo hecho del que se proclama inocente.
Según su versión, las muertes allí ocurridas habrían sido de forma fortuita y que en ningún momento el había tenido la intención de darle muerte a las tres personas fallecidas. Al parecer, la mañana del día de autos Gómez Simón se dirigió a Les Vaquerises con el objeto de hacer algún trabajo en la masía para ganarse un jornal, pues ya había trabajado allí en otras ocasiones. Cuando llegó hasta el lugar, la dueña le recriminó que se pusiese a orinar en su presencia sin guardar un mínimo de decoro. Esta actitud de Elvira Munllor no gustó al muchacho, quien, sin pensárselo dos veces, le propinó fuertes golpes en la cabeza con el rastrillo que portaba la propietaria de la masía, ocasionándole heridas que le provocarían la muerte, además de desfigurarle el rostro.
Alertado por los gritos que daba la dueña para que trabajaba, acudió en su auxilio el empleado Rigoberto Esteve, quien se encaró con el joven, pero que terminaría corriendo la misma suerte que Elvira Munllor. Con el mismo rastrillo, el muchacho le daría muerte al trabajador, a quien también propinaría fuertes golpes en la cabeza que terminaron provocándole la muerte. Posteriormente, quizás consciente de la barbaridad que había cometido, trató de arrastrar los cadáveres a la cuadra, pero fue entonces cuando se encontraría con Francisco Miró, tío de Elvira Munllor, un hombre ya septuagenario. Al sentirse perdido y a la vez descubierto, decidió acabar también con su vida con el mismo rastrillo que le había servido para dar muerte a sus dos primeras víctimas. Finalmente, prendería fuego a la finca para intentar ocultar el triple crimen.
Excarcelación y condena
El suceso, además de la consternación que causó en toda la Comunidad Valenciana, no estaría exento de polémica, ya que el acusado de las tres muertes, que se encontraba internado en la prisión de Fontcalent, sería excarcelado al cumplir el encausado el tiempo máximo en prisión preventiva, quedando en libertad en marzo de 2003. Una vez fuera del recinto penal, Francisco Gómez Simón se proclamaría de nuevo inocente en relación a las tres muertes que le imputaban. A consecuencia de este hecho, su puesta en libertad, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) abriría sendos expedientes disciplinarios a los dos jueces encargados del triple crimen, así como una investigación para depurar posibles responsabilidades, aunque el entonces fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido, dejaría sin efecto las sanciones que pudiesen derivarse de esta circunstancia al entender la masificación que sufrían algunos juzgados de lo penal en España en aquellos tiempos.
Finalmente el juicio se celebraría un año después de quedar en libertad Francisco Gómez Simón, en marzo de 2004. Una vez más volvería a proclamar su inocencia, aunque sería sentenciado a un total de 24 años de cárcel. De ellos, siete correspondían a los dos primeros crímenes, que fueron tipificados como homicidio, en tanto que los diez restantes le recayeron por la tercera muerte, calificada de asesinato. El tribunal que lo juzgó estimó que el acusado sufría un retraso mental que le impedía comprender la gravedad de sus actos, así como que en el momento de cometer el triple crimen se hallaba bajos los efectos de una enajenación mental transitoria.
La responsabilidad civil a la que debía hacer frente Gómez Simón ascendía a un total de 288.000 euros, con los que debería indemnizar a los familiares de sus víctimas. A pesar de que se declararía insolvente, la vivienda en la que residían sus padres, un piso situado en Alcoy, saldría a subasta, siendo adjudicado en tan solo cinco mil euros, a pesar de que su precio real superaba los 90.000.
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