Dos muertos por bombas en chalets de Pontevedra

Imagen de los fallecidos en el atentado

A comienzos del nuevo milenio Galicia había dejado de ser el territorio atávico que falsamente habían dibujado algunas crónicas de medios foráneos. Nada recordaba al viejo territorio del que antaño huían sus hijos encaminados hacia supuestos paraísos en los que supuestamente les aguardaba una vida feliz y próspera, aunque finalmente una gran parte de ellos solamente lograban sobrevivir. Y muchas veces, ni eso. Tal y como les había ocurrido a una buena parte de los que se dejaron su piel y también su vida en los derrotados países del nuevo mundo.

En el país gallego de comienzos del siglo XXI se vivía francamente bien. O al menos eso pensaban muchos de sus habitantes, con Manuel Fraga Iribarne al frente, convertido en un casi eterno patrón paternal para muchos gallegos de la época. Sin embargo, en aquella tierra pasaban cosas. Algunas buenas y otras malas. Uno de esos años en el que se sucedieron distintos acontecimientos de triste rememoranza para muchos gallegos fue el año 2002, el del famoso y desgraciado «Prestige», aquel petrolero de bandera de conveniencia que soltó su carga al embarracar frente a las costas gallegas ocasionando una terrible catástrofe de dimensiones desconocidas, siendo los principales damnificados los muchos hombres y mujeres que vivían exclusivamente del mar.

Precisamente, en la misma época en la que el famoso buque provocó la triste marea negra que traería una consecuencias fatales para los gallegos se producirían dos atentados o explosiones que jamás se supo quien había sido su autor real, pese a que se detuvo a tres personas una semana después de las explosiones que dieron como resultado la muerte de un matrimonio y heridas a otras dos personas en el extrarradio de la ciudad de Vigo. Las explosiones tuvieron lugar a primeras horas de la mañana del día 5 de noviembre de 2002.

Matrimonio asesinado

En el barrio vigués de Cabral el matrimonio formado por Vicente Lemos Haya, de 51 años y su esposa, Rosa Gil se vio sorprendido al encontrar una bolsa negra en la verja de entrada de su chalet en torno a las nueve y cuarto de la mañana. El envoltorio también sorprendió a una vecina que pasaba por el lugar, aunque sin darle mayor importancia. La pareja, que se dirigía a la casa de los padres de la mujer, decidió examinar lo que había en la colgadura que, al descolgarla, provocaría una potente deflagración que terminaría con la vida de ambos. El era uno de los jefes de producción de la factoría de Pescanova en la ciudad de Vigo, en tanto que ella era ama de casa.

Al escuchar la potente detonación, los vecinos de viviendas contiguas salieron a la calle alarmados, pensando que se trataría de una explosión de gas. Desgraciadamente, era mucho más que el simple estallido de una bombona, ya que se encontraron de súbito con los dos cadáveres de la pareja formada por Vicente y Rosa en el suelo. Su automóvil, un SEAT 600, todavía se encontraba encendido.

Los vecinos de las víctimas se sintieron muy desconcertados por esta gran tragedia que nadie sabía a que podía deberse, pues se trataba de una pareja prácticamente anónima, que tenía un único hijo de 21 años, que estaba cursando sus estudios universitarios en la ciudad de Santiago de Compostela.

Padre e hijo heridos

En el mismo barrio donde se registró la anterior explosión, algo más de una hora antes, a las ocho de la mañana se produjo otra detonación que provocaría heridas de cierta consideración a Luis Ferreira Pérez, de 43 años de edad, apoderado de una sucursal bancaria en la ciudad de Vigo y a su hijo Óscar, de doce. La detonación le provocaría un traumatismo en el abdomen con estallido intestinal y una herida en la córnea del ojo izquierdo. A su padre las heridas le afectarían a las piernas, fracturándole la tibia izquierda. Ambos serían ingresados en el hospital Meixoeiro de la ciudad olivíca.

Como consecuencia del resultado de la explosión, la esposa y madre de los heridos sufrió un ataque de nervios, del que tendría que se atendida en el mismo centro sanitario en que fueron ingresados su marido e hijo.

Las familias que sufrieron ambos atentados residían en la periferia de la ciudad olívica, sin tener ninguna relación aparente entre ellos, pese a que las bombas explotaron en la misma jornada y estaban compuestas de un material similar. Las mismas estaban compuestas de pólvora prensada, hechas de una forma muy rudimentarias, pero preparadas para hacer el mayor daño posible. En el interior de cada una de las dos bolsas, envuelto en papeles de periódico, había un tubo de unos 30 centímetros de longitud relleno con trozos de hormigón y piezas de hierro para que actuasen como metralla con la finalidad de hacer el mayor daño posible. Los tubos se accionaban con un sistema de detonación, listo para el primer movimiento. Se supone que ambos explosivos fueron colocados en la noche anterior a hacer su detonación.

Impunidad

Apenas dos semanas más tardes fueron detenidos tres jóvenes como presuntos autores de las explosiones que habían provocado la muerte de un matrimonio y heridas graves a otras dos personas, entre ellas un niño. Sin embargo, dos de ellos serían puestos en libertad tras prestar declaración ante la jueza titular del juzgado de instrucción número dos de Redondela Carmen Novoa Santos.

Solamente uno de los detenidos F.R,G., permanecería en prisión durante algún tiempo, concretamente entre el 13 de noviembre de 2002 y el 21 de noviembre de 2003. Sería puesto en libertad tras abonar una fianza de 3.000 euros. Esta misma persona solicitaría de la Justicia una indemnización de 58.100 euros por el tiempo en que estuvo en prisión en concepto de daños morales y perjuicios ocasionados por el tiempo que permaneció privado de libertad. Sin embargo, su reclamación no fue atendida por los tribunales, al estimar que no se trataba de un sobreseimiento libre.

Pese a que han transcurrido casi 17 años desde que se cometieron estos horrendos atentados, jamás se ha vuelto a detener a ninguna persona que se sospechase alguna relación con este suceso que costó la vida a dos personas. La policía siempre sostuvo que ambas explosiones habían sido obra de la misma persona, pese a que ambas familias no guardaban ninguna relación aparente entre si. De la misma forma, siempre se ha descartado la hipótesis de que se tratase de un atentado terrorista por la escasa relevancia social que gozaban las víctimas.

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Acerca de

Soy Antonio Cendán Fraga, periodista profesional desde hace ya tres décadas. He trabajado en las distintas parcelas de los más diversos medios de comunicación, entre ellas el mundo de los sucesos, un área que con el tiempo me ha resultado muy atractiva. De un tiempo a esta parte me estoy dedicando examinar aquellos sucesos más impactantes y que han dejado una profunda huella en nuestra historia reciente.