Condenada de nuevo a prisión permanente revisable en la repetición del juicio por haber asesinado a su hija

Ana Sandamil, durante el primer juicio que se celebró en su contra

El Tribunal Superior de Justicia de Galicia ordenó que se juzgara por segunda vez a la madre de la pequeña Desirée Leal, de tan solo siete años de edad, quien el año pasado anuló la sentencia emitida por la Audiencia Provincial de Lugo en el que condenaba a prisión permanente revisable a Ana Sandamil. El motivo que esgrimió el TSXG en su sentencia, en la que admitió parcialmente el recurso del abogado de la madre, es que el jurado no había justificado suficientemente su decisión de valorar la afectación mental de la autora de la muerte de su propia hija. Por todo ello, hubo que proceder a la repetición del juicio en la segunda semana del mes de marzo del año 2023.

No obstante, la suerte volvió a resultarle esquiva a la autora del asesinato de su hija, tal y como lo ha estimado el jurado encargado de emitir veredicto, quien consideró que Ana Sandamil no tenía las facultades mentales afectadas cuando dio muerte a su hija y era plenamente consciente de sus actos, siendo capaz de discernir entre el bien y el mal. Este extremo quedó acreditado por el hecho de que la pequeña asesinada no tuvo la posibilidad de defenderse. Asimismo, esta circunstancia vendría avalada por las búsquedas que la acusada realizó a través de Internet en relación a distintos venenos y productos tóxicos con el ánimo de acabar con la vida de la niña. Al igual que había sucedido en febrero de 2022, la mujer volvió a ser condenada a prisión permanente revisable, pendiente todo ello del resultado del hipotético recurso que pueda presentar de nuevo ante el TSXG.

La mujer sufre un trastorno de personalidad grave que, sin embargo, no le afecta a sus facultades intelectivas y volitivas, tal y como lo ha estimado el jurado que la declaró culpable. Ello impide que Ana Sandamil no cumpla la pena a la que fue condenada en un centro psiquiátrico, sino en un establecimiento penitenciario común, tal y como solicitaban las acusaciones personadas en el caso. En el transcurso del segundo proceso testificarían distintos peritos, encargados de someter a distintos exámenes psicológicos y psiquiátricos a la autora del crimen.

Muerte sorpresiva e inesperada

El día 3 de mayo de 2019 fallecía, de forma totalmente inesperada, la pequeña Desirée Leal Sandamil en la localidad lucense de Muimenta, un amplio y vistoso núcleo rural perteneciente al también municipio lugués de Cospeito. La abuela materna de la niña sería quien se encargaría de alertar al 112 de su muerte a las ocho de la mañana de aquella jornada primaveral. Al parecer, la cría no se encontraba enferma ni sufría patología alguna que hiciesen sospechar que su final pudiese encontrarse tan cerca. Inmediatamente después de su deceso comenzaron a desatarse una serie de especulaciones y sospechas acerca de lo que le podría haber ocurrido. Su madre, Ana Sandamil, a quien se apuntaba como principal responsable de su muerte, sería ingresada en un módulo de psiquiatría del hospital Lucus Augusti de la capital lucense. Al iniciarse las investigaciones había declarado que la criatura había tomado un psicofármaco, inductor del sueño, de los que habitualmente ella ingería para dormir.

Casi un mes después de haber aparecido muerta la pequeña Desirée Leal, la titular del juzgado de Vilalba que se encargaba del caso, ordenaba el ingreso en prisión provisional sin fianza de la madre de la niña, Ana Sandamil Novo, al encontrar indicios de que la muerte de la criatura no había sido accidental, tal como posteriormente manifestarían los peritos encargados de testificar en el caso. La instructora del suceso se había trasladado hasta el centro sanitario en el que se hallaba ingresada para tomarle declaración, aunque la detenida permanecería custodiada dentro del pabellón destinado a reclusos en tanto no recibiese el alta hospitalaria.

A partir de ese momento se inicia una retahíla de elucubraciones y teorías en torno a lo que le había sucedido a Desirée Leal. Algunas informaciones apuntaban ya a que la niña podría haber sido asfixiada con una almohada, aunque -hasta entonces- no dejaban de ser meras suposiciones. Al mismo tiempo se publican en los medios de comunicación distintas noticias que apuntan a una posible enfermedad psiquiátrica de la progenitora de la pequeña, llegando a sospecharse que podría sufrir algún tipo de paranoia. Los padres de Ana Sandamil señalaban que su hija escuchaba voces en el interior de su domicilio y que había experimentado un cambio radical a lo largo de aquel último año. Decían también que se encontraba obsesionada con su teléfono móvil, pues estaba convencida de que la estaban vigilando. Asimismo, reiniciaría su viejo hábito de fumar, a la vez que también se negaba a tomar la medicación que le había prescrito su psiquiatra. Igualmente, tomaría medidas de superprotección hacia su hija, impidiéndole desarrollar distintas actividades sociales con las que la niña disfrutaba. Por su parte, su ex-pareja y padre de la pequeña, José Manuel Leal, se quejaba amargamente en los medios de comunicación de las trabas que le ponía quien fuera su cónyuge cuando quería disfrutar de la compañía de la pequeña.

Al cumplirse tres meses de la muerte de Desirée Leal, su madre, Ana Sandamil Novo, ingresaría en el módulo de enfermería de la prisión lucense de Bonxe, una vez hubo recibido el alta hospitalaria. Tan solo un mes más tarde, sería trasladada de la cárcel de Lugo a la coruñesa de Teixeiro por cuestiones estrictamente médicas, ya que esta última cuenta con servicio de atención sanitaria durante las 24 horas del día.

Homenajes

Dado el calado y las dimensiones que adquirió el trágico suceso, la pequeña recibiría el homenaje de sus compañeros de colegio, así como de un deportista del motor, quien rotularía en su vehículo el nombre de la pequeña en el transcurso de un rally celebrado con posterioridad. Mientras, su progenitor le dedicaría diversas cartas publicadas en los distintos medios de comunicación gallegos. En ellos resaltaba el carácter afable y bondadoso de su hija, al tiempo que le prometía no escatimar esfuerzos para que sobre su supuesta asesina recayese todo el peso de la ley.

Durante todo este tiempo, se multiplicaron las informaciones que se referían a la actitud exhibida por Ana Sandamil en fechas previas a la muerte. Algunas apuntaban a que esta podría haber sido premeditada, ya que desde su teléfono móvil se habría hecho búsquedas en diferentes buscadores sobre venenos empleados las áreas rurales de Galicia, entre ellos la siempre potente y letal estricnina, con la que se llevaron a cabo algunos sonados homicidios.

Primer juicio

El primer juicio contra la autora de la muerte de la pequeña Desirée Leal se celebraría en la Audiencia Provincial de Lugo durante la segunda semana del mes de febrero de 2022 levantando una gran expectación. Tanto el ministerio fiscal como la acusación particular solicitaban para Ana Sandamil Novo la máxima pena que contempla el ordenamiento jurídico español, la prisión permanente revisable, al entender que se había producido un asesinato con alevosía y la agravante de parentesco.

La autora del crimen, que conmocionó de sobremanera a la pequeña localidad de Muimenta, apareció siempre con la cabeza tapada con una capucha, a la que se sumaba la obligatoriedad del uso de mascarilla. A la entrada de los juzgados tendría que soportar los reproches e insultos de la familia paterna de la niña, que en todo momento sostuvo que se encontraba en plenitud de facultades psíquicas cuando le dio muerte.

La madre de la criatura sostendría en todo momento que la muerte de su hija se había debido a la ingestión por parte de la niña de una sustancia, trazodona, que utilizaba ella para dormir. Sin embargo, los investigadores del caso lo descartaron desde el primer momento. Así, un agente de la Guardia Civil, que se personó en el lugar de autos, manifestaría que la alcoba en la que había perecido Desirée le recordaba al escenario de un crimen, en tanto que un familiar de Ana Sandamil aseguraría que esta les había informado muy fríamente sobre la muerte de la niña. Alguno llegaría a decir que la madre de la acusada inculpó a la hija, si bien este extremo no quedó totalmente acreditado.

Sus argumentaciones enseguida quedarían desmontadas a medida que testificaban distintos peritos que estudiaron el suceso. Uno de los más escalofriantes fue el de uno de los forense que tiraría por tierra su estrategia defensiva. Según su declaración, la pequeña falleció por asfixia mecánica y habría intentado defenderse de la actitud violenta de su madre, de ahí que se hallasen algunos restos de sangre en la ropa de la acusada, al tiempo que manifestó que las cantidades de psicotrópicos hallados en el cuerpo de la pequeña eran muy escasos y que, a pesar de su efecto, era a todas luces insuficiente para provocarle la muerte, pues no llegaba a los 0,7 miligramos.

De la misma manera, los distintos psiquiatras y psicólogos no fueron capaces de ponerse de acuerdo en torno a la capacidad intelectiva de la madre, pues mientras algunos sostuvieron que sufría alucinaciones y depresiones graves que podrían alterar su percepción de la realidad, otros, por contra, declararon que Ana Sandamil era consciente del grave acto que había cometido. Esta última teoría sería refutada por sus familiares, quienes se mostraron plenamente convencidos que la madre de Desirée Leal sufría alguna patología mental grave. Por su parte, el padre de la pequeña manifestaría que su ex-pareja habría le habría dado muerte con el único afán de hacerle daño a él.

Condena

Lo que sí le quedó claro al jurado encargado de dirimir este caso es que la mujer fue la culpable del crimen, desechando los argumentos de la defensa que incidían en el carácter psicótico y depresivo de la progenitora, quien podría sufrir un cuadro depresivo grave con rasgos de esquizofrenia paranoide. En apenas 24 horas, el jurado emitiría su veredicto de condena contra Ana Sandamil, argumentando que sí era consciente de sus actos y que, a pesar de sus patologías psiquiátricas, era consciente del daño que estaba causando en el momento de perpetrar el atroz crimen que rompería con la ancestral paz que se respiran en un precioso pueblo que escucha con total tranquilidad la cercanía del discurrir cotidiano de las cristalinas y apacibles aguas del río Miño en sus primeros tramos y que tan solo suele ser noticia por su magnífica exposición agroganadera que cada año se celebra en su recinto ferial.

Una semana después de hacer público su veredicto el jurado, la Audiencia Provincial de Lugo condenaba a Ana Sandamil Novo a la pena de prisión permanente revisable y a la indemnización con 120.000 euros a su ex-pareja, el padre de la pequeña, José Manuel Leal, en calidad de perjudicado.

Por otra parte, de las conclusiones de los forenses, se extrae que la condenada podría sufrir un trastorno psicótico y delirios, así como otro de la personalidad, con rasgos de esquizofrenia, aunque se descarta la posibilidad de que la muerte de su hija guardase relación alguna con las patologías que le afectan. Asimismo, consideran que Sandamil exageró los problemas mentales que sufría, pero consideran que sufría un cierto estrés con relación al progenitor de la criatura.

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Acerca de

Soy Antonio Cendán Fraga, periodista profesional desde hace ya tres décadas. He trabajado en las distintas parcelas de los más diversos medios de comunicación, entre ellas el mundo de los sucesos, un área que con el tiempo me ha resultado muy atractiva. De un tiempo a esta parte me estoy dedicando examinar aquellos sucesos más impactantes y que han dejado una profunda huella en nuestra historia reciente.

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