Casi 20 años de interrogantes en torno al asesinato de Sheila Barrero
Alrededor de las siete de la mañana del sábado, 25 de enero de 2004, la joven Sheila Barrero echó el cierre del local nocturno en el que trabajaba los fines de semana. Antes de marcharse a su casa, decidió ir a tomar una última copa con sus amigos a otro establecimiento hostelero de la zona. Una hora más tarde, cuando el cansancio había hecho mella en sus conocidos, Sheila tomaría su vehículo, un Peugeot 206, con el que se iba a trasladar a su domicilio, en el concejo asturiano de Degaña. Sin embargo, y para su desgracia, la muchacha, que destacaba por su rostro dulce y agradable, jamás llegaría a su destino. Alguien se interpuso en su camino de forma macabra y acabaría disparándole un tiro en la nuca en el puerto de Cerredo, cuando regresaba procedente de Villablino. Se supone que la persona que le efectuó el disparo que terminaría con su vida conocía a la joven, pues -según las investigaciones policiales- el autor del crimen accedió a su vehículo por una puerta trasera después de que Sheila lo hubiese detenido. El proyectil era una bala de muy poca fuerza, ya que aunque le atravesó la cabeza, rebotó contra la luna del coche, cayendo en el interior del vehículo. El orificio de la bala no se apreciaba a simple vista y sería descubierto por el forense que le hizo la autopsia, siendo así la forma en la que se descubrió que se encontraban ante un crimen, pues llegó a barajarse la posibilidad de que Sheila Barrero falleciese a consecuencia de un golpe.
Los agentes de la Benemérita iniciaron sus pesquisas entre los amigos y conocidos de la joven a quienes, por protocolo, los sometieron a la prueba de la parafina para comprobar los residuos de los disparos. Uno de ellos, Borja Vidal, que había mantenido una relación con Sheila, advirtió que él iba a dar positivo, como así resultaría, ya que la semana anterior había estado cazando. La escusa fue tenida en cuenta por los agentes, quienes le creyeron. Además, era el único muchacho de los convocados que dio positivo en la mencionada prueba. Por ello, le exigieron que llevase al cuartel toda la ropa que había vestido aquellos días, principalmente el día que ocurrió el crimen. Y así lo hizo, aunque a los investigadores les resultó muy extraño que no llevase ningún abrigo, algo que era ilógico dadas las gélidas temperaturas que se registran entre Asturias y León durante el primer mes del año, con valores termométricos inferiores a los cero grados centígrados. Aún así, en una de las prendas que entregó, una chaqueta, daría valores positivos en distintos componentes balísticos, siendo más notables en la manga derecha de la prenda. La concentración de partículas apuntaba a que se correspondían con la realización de un único disparo. A ello se añadía que, al parecer, la concentración de estaño no es frecuente en los cazadores, debido a las carencias de este metal en los proyectiles de caza.
Los químicos lograrían también aislar muestras de la mano derecha de Borja Vidal y en ellas detectarían residuos de disparo que encontraron en el casquillo que los expertos en criminalística hallaron en el interior del vehículo. También detectaron en la mano del joven una partícula muy específica, compuesta de bario, antimonio y plomo, que el conjunto de ellas es tan inhabitual que se convertiría, a juicio de los investigadores algo similar a una huella digital
Una fibra textil
Pero no fueron las pruebas balísticas las únicas que podrían incriminar al antiguo novio Sheila. En el coche de esta última se halló una bufanda y sobre ella una fibra de color azul, idéntica a la de la chaqueta que portaba Borja Vidal. Es cierto que se habrían comercializado muchas más prendas como aquella, pero tampoco es menos cierto que cuando fue analizada de manera individualizada, una vez comparada de forma científica con la chaqueta, los análisis determinaron su plena similitud con la de la americana que vestía el muchacho.
Otro dato que, en teoría, jugaba en contra del joven, fue su visita a un centro sanitario para informarles que sufría insomnio, pues la Guardia Civil, según su versión, le estaba presionando. Esto último sucedió un mes después de haberse perpetrado el crimen. Sin embargo, en esa fecha, Borja Vidal no estaba siendo investigado todavía. Ni siquiera era sospechoso. Después incurriría en una nueva contradicción, no exenta -a la vez- de una mentira, al cambiar su versión de porqué había acudido al hospital. Manifestaría que la causa de su falta de sueño se debía a que había intentado sacarse hasta en seis ocasiones, sin éxito, el permiso de conducir. Los agentes de la Benemérita descubirían su falsedad al demostrar que los intentos por obtener la licencia habían sido únicamente dos y no la media docena que él manifestó. A ello se sumaba la circunstancia de que las pruebas habrían sido un año antes de su visita al médico.
Sobreseimiento
El caso sería sobreseído hasta en tres ocasiones por estimar los miembros de la judicatura que no existían indicios suficientes para incriminar al principal sospechoso, Borja Vidal, a pesar de que los investigadores policiales sostenían lo contrario. La primera vez que se archivó fue en el año 2007. Se reabriría de nuevo ocho años más tarde, en 2015, siendo sobreseído de nuevo. La última vez en que fue reabierto fue a comienzos de 2020, cuando -con nuevos datos- se procedió a su tercera reapertura, aunque le darían otra vez carpetazo en septiembre del mismo año.
Los avances registrados en los últimos tiempos, tampoco son suficientes para la fiscalía y requiere nuevas pruebas. Según se ha podido saber, la coartada presentada por Borja Vidal se derrumbaría por su propio peso. La misma fue facilitada por su padres, quienes manifestaron que el día de autos pasó la noche en casa, mientras los vecinos apuntan a que ese día los progenitores del sospechoso no la pasaron en su domicilio.
Al parecer, los investigadores continúan haciendo su trabajo. Los expertos en balística sostienen que el ex novio de Sheila está involucrado en el asesinato de la joven, así como la familia de la joven asesinada, quien ha descartado en todo momento que tengan ninguna animadversión hacia él, pues, según dicen, ni siquiera le conocían antes de producirse el crimen. Recientemente, manifestaron ante un medio de comunicación que «el caso policialmente está resuelto, ahora solo falta juzgarlo«.
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