Mata a un matrimonio por la disputa de dos áreas de terreno en Güemes (Cantabria)
El mes de marzo de 1977 fue especialmente sangriento y trágico en España, concentrándose dos trágicos sucesos en una misma semana, la segunda del mes, prácticamente en los mismos días. Un suceso especialmente relevante fue el triple crimen de la clínica Los Nardos, aunque hubo otro episodio que apenas apareció reflejado en la prensa de la época. Sucedió casi al mismo tiempo y sus protagonistas fueron los miembros de una misma familia que se hallaba enfrentada por cuestiones patrimoniales, todo un clásico de la crónica negra española a lo largo de su historia.
Un hombre, ya sexagenario, Marcelino Láinz Peña era un labrador cántabro que hacía tiempo que se hallaba enfrentado al resto de su familia a consecuencia de unos terrenos que habían llegado a litigar en instancias judiciales, no quedando para nada satisfecho de los resultados que le proporcionaron los tribunales, pues había llegado, sin éxito, hasta la Audiencia Territorial de Burgos, quien se había pronunciado en última instancia en contra de sus intereses.
La porción en disputa no era de un gran tamaño, pues apenas eran dos áreas de terrenos, 179 metros cuadrados para ser más exactos. Sin embargo, este individuo era un hombre suponemos que algo testarudo y poco o nada dialogante, máxime cuando la misma justicia se había encargado de negarle cualquier supuesto derecho acerca de un terreno que el consideraba suyo.
A bocajarro
El día de autos, 10 de marzo de 1977, Marcelino Láinz se dirigió a bordo de su automóvil hacia el lugar donde se encontraba situada la finca que el reclamaba, provisto de una escopeta, un arma muy habitual en el mundo rural español presente en muchas de las tragedias que se desencadenaron a lo largo de su vasta historia. Allí estaban sus legítimos dueños, un matrimonio que frisaba los 50 años compuesto Francisco Cruz Madrazo, de 48 años y su esposa Matilde Cajigal Gómez, un año mayor que su marido.
Tras una breve conversación en la que, al parecer, no se intercambiaron muchas palabras, la pareja conminó amablemente a Marcelino a que abandonase aquel lugar, pues no tenía ningún derecho sobre el terreno. Este fue a su coche por el arma y -sin mediar palabra ni que nadie se lo esperase- disparó a bocajarro contra ambos, quienes quedaron tendidos en el suelo en medio de un gran charco de sangre.
Alertados por los disparos, se dirigieron a aquel infortunado sitio Manuel Lavín y su esposa, que eran tíos de las dos víctimas mortales. Al igual que había hecho con el matrimonio al que había dado muerte, sin pensárselo siquiera, disparó sobre ellos, alcanzando a Manuel en el pecho, a quien provocaría graves heridas. Su mujer corrió mucha mejor suerte y pudo huir de las postas de aquel hombre que había entrado en un estado demencial en el que no le asistía la razón ni mucho menos el equilibro humano.
Posteriormente se encararía con otros familiares de las dos víctimas mortales, a quienes al parecer amenazó, pero sin llegar a hacer uso del arma que portaba. Posteriormente, iniciaría una huida por montes adyacentes al lugar en el que había perpetrado el doble crimen, no siendo detenido hasta las diez de la noche de aquella misma jornada por efectivos de la Guardia Civil que habían montado controles en diversas carreteras.
40 años de cárcel
Además de tener que hacer frente a unas indemnizaciones millonarias a los dos huérfanos, de 13 y 15 años de edad, que había dejado el matrimonio al que había dado muerte, Marcelino Láinz Peña sería condenado a 40 años de cárcel por la Audiencia Provincial de Santander. Igualmente también tendría que indemnizar a Manuel Lavín por las heridas ocasionadas y el periodo de recuperación.
Una vez más, un trágico episodio por una nimia superficie de terreno hizo revivir la mal llamada España negra o profunda en un tiempo en el que nuestro país se preparaba para vivir los nuevos aires de una democracia que, por aquel entonces, todavía se encontraba en pañales. Por un instante, hubo que retornar al pasado más remoto y lo peor de todo fue que no sería la última vez.
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