Se suicida tras asesinar a un anciano y a su hija en Tenerife

El doble crimen se perpetró en la barriada de Somosierra, en Tenerife

En los todavía duros primeros años sesenta España proseguía su no menos duro peregrinar hacia un nuevo horizonte en el siempre complicado trayecto que presentaba aquella época. Comenzaban a dejarse atrás los áridos años de la Posguerra, pero continuaban supurando las heridas abiertas durante tres años de guerra. Se decía que era un sistema en el que imperaba el respeto, pero sucedían algunos asuntos desagradables. Muchos más que en nuestros días, pero que apenas ocupaban espacio en los periódicos en un tiempo en el que la televisión se encontraba en su prehistoria, en tanto que la prensa escrita llegaba a una minoría que podía permitirse el lujo de destinar una cantidad diaria a la adquisición de un diario.

Uno de esos hechos desagradables ocurrió en una barriada obrera tinerfeña, Somosierra, surgida durante los terribles años posteriores a la Guerra Civil el día 18 de marzo de 1962 en el seno de una familia y unas personas cuya conducta había sido intachable, entre las cuales no era concebible que se produjera un hecho sangriento como el que tendría lugar en aquellos días finales del invierno de hace ya más de seis décadas. Nunca se sabrán con certeza los motivos que llevaron al guarda del Club de Golf José Luciano Palma Benítez, de 40 años, a perpetrar semejante barbaridad al anochecer de aquella jornada que ha quedado marcada en negro para el territorio insular, aunque se supone que detrás del doble crimen existían motivos económicos.

Feliciana Camacho Matías era una mujer soltera de 42 años que vivía con su padre Feliciano Camacho Cala, de 76, quien era un antiguo guardia civil en la reserva. Mantenían una estrecha relación con quien se terminaría convirtiendo en su verdugo, ya que les había prestado 20.000 pesetas de la época para financiar los gastos de una herencia que habían recibido recientemente. El día de autos el guarda del Club de Golf se dirigió a la vivienda que ocupaban el anciano y su hija, quien era maestra nacional y había ejercido como oficial en el Ayuntamiento de El Sauzal. Cuando recibió su visita, Feliciana se encontraba impartiendo clases a una niña de doce años, quien terminaría convirtiéndose en indeseado testigo de un suceso que consternaría a todo el archipiélago canario.

Machete cubano

Tras hacer acto de aparición en el domicilio del barrio de Somosierra, inició una acalorada discusión con Feliciana Camacho, sin saber esta que José Luciano Palma iba provisto de un machete cubano, de cincuenta centímetros de largo. El padre de la mujer, que se hallaba en otra estancia de la casa, escuchó los gritos lastimeros y angustiosos que su hija profería ante la agresión que estaba siendo objeto por parte de un hombre que tal vez hubiese perdido la razón y también el alma. El guarda de golf inició un sanguinario ritual a machetazos con Feliciana, no cejando en su empeño hasta degollarla.

No sabía el pobre Feliciano Camacho que acudir en auxilio de su hija era poco menos que firmar su propia acta de defunción. Una vez que hubo dado muerte a la moradora de la vivienda, José Luciano Palma haría otro tanto con el anciano, quien debido a su avanzada edad para aquel entonces no pudo resistir el envite del que fue objeto por parte de aquel individuo, quien le propinaría varios hachazos en distintas partes del cuerpo, que terminarían provocándole la muerte.

Algunos vecinos de las víctimas acudieron al lugar de autos alertados por los gritos que habían proferido las víctimas, aunque sin acercarse al autor del doble crimen, quien les anunció, en un primer momento, que tenía pensado entregarse en la Comisaría de Policía de Tenerife. Sin embargo, su verdadero propósito era otro. Tras consumar los dos asesinatos, tuvo la misma reacción que muchos otros asesinos. Esa no fue otra que la de poner fin también a su propia existencia. Antes tomó un taxi en el que se trasladó hacia la Laguna y Guamasa. En esta última localidad se suicidaría arrojándose de cabeza a un estanque ubicado en la finca de «El Duranzo». Ponía así colofón a un dramático episodio que ha quedado grabado en la memoria colectiva de la isla de Tenerife.

¿Móvil económico?

Este doble crimen ha quedado plagado de incógnitas que no se han logrado resolver en las últimas seis décadas. La principal obedece al móvil que pudo haber detrás del mismo. La principal hipótesis que se baraja es la de una posible causa económica. El anciano había recibido una importante herencia, valorada en varios millones de pesetas, de los hermanos Modesto Pérez Alemán y Feliciana Pérez Alemán, a cuyos gravámenes e impuestos debía de hacer frente.

Al parecer, José Luciano Palma le habría ofrecido su ayuda, ya que le había prestado 20.000 pesetas, una importante cantidad de dinero en aquel entonces. No se sabe el interés que podría cobrar por el préstamo, pero sí se sabe que Feliciano Camacho había conseguido financiar el importe de las transacciones que debía de efectuar en unas condiciones que le resultaban mucho más favorables que las ofrecidas por el guarda del Club de Golf. Tal vez esta última circunstancia habría irritado y enfadado de sobremanera a su prestamista, quien, supuestamente, sintiéndose burlado o menospreciado, terminaría por provocar uno de los sucesos más sangrientos en las Islas Afortunadas en la década de los años sesenta del pasado siglo y del que todavía se sigue hablando en nuestros días.

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Acerca de

Soy Antonio Cendán Fraga, periodista profesional desde hace ya tres décadas. He trabajado en las distintas parcelas de los más diversos medios de comunicación, entre ellas el mundo de los sucesos, un área que con el tiempo me ha resultado muy atractiva. De un tiempo a esta parte me estoy dedicando examinar aquellos sucesos más impactantes y que han dejado una profunda huella en nuestra historia reciente.