Mata a puñaladas a dos mujeres e hiere gravemente a otra en un despacho sindical en Barcelona

El doble crimen ocurrió en el Edificio de Fomento de la capital catalana

La Agrupación Sindical de Trabajadores a Domicilio, que agrupaba a un sector del gremio textil en Cataluña, ya había colocado en su cartel de «cerrado por vacaciones». en tanto que por las concurridas calles de la Ciudad Condal deambulaban millares de guiris procedentes en su mayoría de Centroeuropa para gozar del sol y el calor que tanto se resiste en sus respectivos países en pleno mes de julio de 1984. Nadie podía imaginar que en aquellos días en los que acechaba un agobiante bochorno se iba a producir un trágico episodio en pleno centro de Barcelona, concretamente en el número 32 de la Vía Layetana, en la finca en la que se alza el emblemático edificio de Fomento del Trabajo, en las dependencias mismas de la organización sindical antes aludida.

Desde hacía ya tres lustros prestaba allí sus servicios Víctorio Gómez Arevalillo, un hombre no muy alto y robusto de complexión fuerte que contaba entonces con 44 años de edad. Este individuo trabajaba como administrativo en las dependencias de la central sindical. Sin embargo, desde hacía algún tiempo su salud mental se había ido resquebrajando y su estado de ánimo no era el mejor. Tanto es así que la dirigente del organismo en el que trabajaba María Consol Maqueda, esposa del diputado de Convergencia i Unió en el Congreso, Josep María Trías de Bés, estaba tratando de buscarle una salida digna a aquel pobre hombre, al comprender que se encontraban ante un hombre que cada vez perdía más los estribos y no era dueño de si mismo. Este último, que andaba muy nervioso, interpretaba la realidad de otra manera y protagonizaba algunos enfrentamientos con la mujer, abogada de profesión, a quien habría amenazado, así como a su compañera María del Carmen Mayordomo Fernández. El móvil de las amenazas podría estar motivado con desavenencias en cuanto al pago de honorarios por parte de la central sindical.

Según la versión que el facilitó en el transcurso del juicio que se celebro en su contra en los primeros días del otoño de 1986, el autor del doble crimen mantenía un litigio con la central sindical desde el año 1983, ya que, supuestamente no se le facilitaban las hojas del salario, así como tampoco se le incrementaba el mismo, además de solicitar reiteradamente que corrigiesen un error a su filiación de la Seguridad Social. Todos estos problemas, unidos a algunos desequilibrios mentales que sufría, contribuyeron a crear un clima entre el homicida y el resto de los miembros de la central sindical, desencadenando en él una «reacción anómala», tal y como es descrita en la sentencia por la propia Audiencia Provincial de Barcelona.

Las dos muertes

Alrededor del mediodía del día de autos, 27 de julio de 1984, Gómez Arevalillos habría concertado una entrevista con las dos abogadas en el despacho de la central sindical. Previamente habría adquirido una navaja de grandes dimensiones con la que acudió en el bolsillo de su chaqueta hasta el que se convertiría en fatídico despacho. Una vez dentro, cuando ya se había iniciado la reunión entre el administrativo y las mujeres. se desencadenaría la tragedia. El autor de ambos homicidios sacaría del bolsillo su arma asesina para emprender un ritual sangriento en el que no escatimaría esfuerzos y expulsaría de su interior sus peores instintos de una manera completamente irracional. Su primer objetivo fue María Consol Maqueda, de 38 años, la letrada del sindicato, a quien le infirió un total de nueve puñaladas, más que suficientes para terminar con su vida. A pesar de la gravedad casi irreversible de sus heridas, la mujer aún tendría unas escasísimas fuerzas finales para salir al pasillo y solicitar ayuda, acabando por desplomarse en presencia de un trabajador de un gimnasio que se encontraba prácticamente aledaño al despacho sindical.

No menos contundente se mostraría con la empleada María del Carmen Mayordomo Fernández, a quien agredió hasta cuatro veces con la misma arma, que fueron suficientes para terminar con su vida. Mejor suerte correría Nuria Fito Font, de 49 años, quien recibió otras cuatro puñaladas dos en el pecho, otra en el abdomen y una cuarta por la espalda. No obstante, aunque tuvo que se trasladada de urgencia a un centro sanitario por la gravedad de sus heridas, pudo sobrevivir a la incontenida ira de su agresor, un hombre soltero que había nacido hacía 38 años en la localidad vallisoletana de Simancas y que en los últimos tiempos había sufrido graves problemas de salud, entre ellos la extirpación de un riñón, a lo que se sumaba que el otro que le quedaba le funcionaba de manera deficiente y le producía unas piedras que eran un auténtico calvario para él, según declararía una hermana suya al diario EL PAIS, en fechas posteriores al doble crimen.

Tras haber perpetrado las dos muertes, el autor de las mismas huyó del lugar a pie con destino a su domicilio sin que nadie lo detuviera, aunque en el transcurso de aquella huida se lo debió pensar mejor y decidió entregarse en una de las Comisarías de Policía de Barcelona en torno a las dos de la tarde de aquel soleado día estival. Aparentemente tranquilo le dijo a los agentes que había dado muerte a unas mujeres, sin saber exactamente a cuantas, al tiempo que les entregaba el arma homicida. Un coche Z de la Policía se encargaría de trasladarlo hasta el edificio de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona, donde sería ingresado de forma provisional a la espera de pasar a disposición judicial. En el momento en que le leyeron su derechos, le respondió a quien cumplía este formalismo con una frase que lo dice prácticamente todo. «No creo que tenga derechos». En este momento les dijo también que no sabía lo que había ocurrido ni porque había cometido aquella salvajada.

27 años de cárcel

En los días finales del mes de octubre de 1986 se celebraría el juicio contra el hombre acusado de dar muerte a dos mujeres y de intentarlo con una tercera. Los abogados de la acusación solicitaron que el encausado fuese condenado por dos asesinatos en grado de tentativa, en tanto que el letrado de la defensa instaba a que los hechos fuesen tipificados como homicidio, tal y como finalmente acabaría considerando los hechos sangrientos la Audiencia Provincial de Barcelona, desechando las agravantes de premeditación y alevosía, aunque tampoco tendría en cuenta la petición de su defensa, quien solicitaba que se tuviese en consideración la psicopatía epileptoide que le aquejaba, tal y como habían dictaminado los forenses que se encargaron de examinarlo.

A pesar de que el fiscal solicitaba 44 años de prisión para el acusado, pues el ministerio público interpretaba que era autor de dos asesinatos y un tercero en grado de tentativa, Victorio Gómez Arevalillo, sería finalmente sentenciado a la pena de 27 años de prisión por dos homicidios y otro en grado de tentativa. No se tuvieron en cuenta algunas patologías que le había afectado al procesado en su juventud, entre ella una escrufulosis, consecuencia de la tuberculosis que había sufrido en la adolescencia, pues según los peritos esa dolencia no le había dejado dolencia alguna, tal y como se encargaría de acreditar el examen al que fue sometido mediante un escáner, siendo la primera vez que se empleaba este aparato en el transcurso de un peritaje psiquiátrico.

El monto total de la responsabilidad civil que debía afrontar ascendía a algo más de ocho millones de pesetas. De ellos, un total de siete serían para los herederos de las dos víctimas mortales, en tanto que la mujer a la que hirió de gravedad, Nuria Fito percibiría un millón y medio de pesetas.

La sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona sería ratificada por el Tribunal Supremo en junio de 1988, desestimando los recursos interpuestos, tanto por la defensa como por las acusaciones particulares. Desde la primera se instaba al alto tribunal a que se tuviese en consideración los rasgos depresivos e hipocondríacos que afectaban a su patrocinado, aplicándole una eximente incompleta así como el supuesto arrepentimiento espontáneo, en tanto que desde la acusación se instaba a que se considerasen los hechos como constitutivos de dos asesinatos y otro en grado de tentativa, pero ninguno de los recursos terminaría por prosperar.

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Acerca de

Soy Antonio Cendán Fraga, periodista profesional desde hace ya tres décadas. He trabajado en las distintas parcelas de los más diversos medios de comunicación, entre ellas el mundo de los sucesos, un área que con el tiempo me ha resultado muy atractiva. De un tiempo a esta parte me estoy dedicando examinar aquellos sucesos más impactantes y que han dejado una profunda huella en nuestra historia reciente.

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