Los celos, posible causa del triple crimen cometido en un bufete de abogados de Madrid

Fue un crimen brutal y atroz. Como no se recordaba hacía tiempo en la capital de España. Sucedió en la tarde del 22 de junio de 2016 cuando un individuo, que en aquel momento nadie le ponía nombre, se dirigió al bufete del abogado peruano Víctor Joel Salas, que llevaba ya 18 años ejerciendo su profesión en España, y asesinó a todas cuantas personas se encontró a su paso. El crimen, que consternaría a un país entero, reunía todos los ingredientes propios de un trihller, sospechándose que el autor, un ex marine de la Guerra de Irak, Dahud Haniz Ortiz, que contaba 45 años cuando perpetró la brutal matanza, tuviese otras motivaciones que fuesen más allá de los celos que sentía hacia el letrado propietario del bufete sito en la madrileña calle de Marcelo Usera.
Según las investigaciones policiales, el trágico suceso ocurrió demasiado rápido y parecía ser obra de algún profesional o cuando menos de alguien que no era ajeno a aquellas prácticas. El criminal penetró en el bufete alrededor de las seis y media de la tarde de aquel segundo día de verano. Su objetivo era el propietario del despacho, pero en ese momento no se hallaba en su interior. En el mismo se encontraban dos empleadas, Marisa Osorio Riverón, de 45 años y Elisa Consuegra Gálvez, de 31, así como un taxista ecuatoriano, John Pepe Castillo, de 42 años, que se convertirían en las tres víctimas de un desalmado y despiadado asesino.
Los cuerpos ya sin vida de las dos mujeres serían encontrados en una sala contigua al despacho principal, en tanto que el del hombre aparecería en otra estancia. Marisa Osorio había fallecido a consecuencia de los golpes que le propinó su verdugo en la cabeza, que se encontraba de la misma forma a que si fuese machacada con un bate de béisbol o similar. El estado más lamentable lo presentaba la joven letrada Elisa Consuegra, de nacionalidad cubana, quien había contraído matrimonio con el propietario de la oficina, aunque se supone que era una unión de convivencia, pues ambos no residían juntos. Había sido degollada y daba las sensación de que hubiese sido torturada por su asesino. Sus cuerpos habían sido rociados con alguna sustancia combustible acelerante para evitar dejar huellas. De hecho, la Policía intentó en vano reanimarlas en el momento en que llegó al lugar de autos, después de que una vecina llamase a las emergencias, informando de que algo grave había ocurrido en aquel inmueble.
Víctima colateral o confundida
La tercera persona que perdió la vida en este crimen fue un taxista de nacionalidad ecuatoriana, John Pepe Castillo, quien se encontraba realizando algunos trámites. En un principio se sospechó que el autor del triple crimen pudiese haberlo confundido con el abogado o, dadas las circunstancias, todo indica que se deshizo de él con el objetivo de no dejar ningún testigo. Este profesional del taxi falleció como consecuencia de la monumental paliza que le propinó su despiadado verdugo, un individuo que el mismo letrado que era su principal objetivo definió como «un hombre entrenado para matar».
Sería el mismo Víctor Joel Salas quien descubrió el tétrico panorama, al tiempo que avisó a la Policía, quien para acceder al interior del bufete hubo de derribar la puerta, debido a que el autor del crimen lo había planificado todo hasta el último detalle. Las primeras hipótesis apuntaban a que se trataba de alguna venganza, pues el titular del despacho había ejercido como fiscal en su país de origen, Perú, llevando asuntos muy delicados relacionados con el tráfico de drogas, lo que le había valido para ser señalado por algunas mafias. De hecho, se asentó en Madrid con el afán de escapar de la presión a que estaba sometido en su tierra y por el temor que le despertaba ser objeto de alguna venganza.
Un tapón de una botella de la sustancia empleada para acelerar la combustión de los cuerpos de las víctimas sería uno de los elementos fundamentales para poner en el punto de mira de la Policía al ex-marine, de nacionalidad venezolana, pero residente en Alemania. Al parecer, aquella botella no era como las demás y presentaba unas determinadas características que conducían directamente a él, quien obró con despecho hacia el abogado por su supuesta relación con la letrada cubana a quien también asesinó en la calle de Marcelo Usera.
Huida y detención
A pesar del misterio que encerraba aquel triple crimen, enseguida se comenzaron a reunir algunos indicios que apuntaban hacia Dahud Haniz Ortiz, quien había puesto tierra de por medio huyendo hacia Alemania, país en el que habitualmente residía. Cuando la Policía germana comenzaba a pisarle los talones, protagonizaría una nueva huida. En esta ocasión, ayudado por algunos familiares y amigos marcharía a Venezuela, ya que contaba con nacionalidad de esta nación sudamericana. Allí sería detenido por las autoridades de la República Bolivariana en Octubre de 2018.
A pesar de que las autoridades españolas solicitaron su extradición, esta sería denegada por el país caribeño en el año 2019, alegando que sería juzgado conforme a las leyes imperantes allí por tres delitos de asesinato y uno de incendio. A pesar de su supuesta detención, el abogado propietario del bufete en el que tuvo lugar la horrible matanza manifestaría que Dahud Haniz Ortiz habría intentado hackearle el ordenador, después de haber sido detenido.
Aunque el juicio estaba previsto para el año 2022, todavía no se ha celebrado. Es de suponer que debido a la gran actividad que desarrollan los juzgados venezolanos en materia de homicidios y asesinatos, ya que en algún ejercicio anual el número de víctimas mortales a consecuencia de estos hechos superan las 25.000. Es de esperar que eso jamás suceda en España.
Síguenos en nuestra página de Facebook cada día con nuevas historias
Deja una respuesta