Un asesino en serie mata a tres mujeres y a una niña en Girona

Josep Talleda, a la derecha de la imagen

Nadie sospechaba de aquel hombre de aspecto afable que destilaba gentileza y bonhomía entre quienes le conocían. Aparentemente era un tornero que trabajaba en su taller sin que nadie sospechase que detrás de sus cotidianas actividades se escondía un verdadero monstruo, un salvaje capaz de acometer las mayores tropelías y barbaridades, sin importarle lo más mínimo sus consecuencias. Las palabras arrepentimiento o remordimiento no figuraron jamás en su vocabulario. Fue un voraz depredador, incapaz de sentir un mínimo de compasión hacia sus víctimas. Oficialmente, le atribuyeron solo dos de los crímenes que cometió, pero es muy probable que otras dos mujeres que tenían relación con él fuesen también sus víctimas, si bien es cierto que ni la justicia ni la Policía conseguirían jamás demostrar dos de esos cuatro asesinatos. Él, por su parte, siempre se declaró inocente de todo cuanto lo acusaban, sin expresar ningún sentimiento o emoción. Los psiquiatras que analizaron su comportamiento manifestarían que se encontraban ante un atroz psicópata, que se llamaba Jospep Talleda.

Su historia criminal, supuestamente se iniciaría en el año 1978 cuando en la comarca en la que residía desapareció sin dejar rastro alguno una mujer joven que se llamaba Francesca Boix. Se sabía que la última persona que la había visto con vida era precisamente quien, con el paso de los años, se convertiría en un tristemente célebre asesino. Se encargaría de divulgar el bulo de que la desaparecida se había fugado con un camionero a tierras francesas aprovechando la inmediatez del lugar a la frontera francesa. Nunca se pudo comprobar este extremo. Lo que sí se sabía es que cuando Josep Talleda acudía al Pantano de Susqueda acompañado de otras mujeres siempre depositaba unos ramos de flores y rezaba una oración. Sin embargo, el motivo por el cual oficiaba aquel ritual era todo un misterio que él mismo se encargaría de llevar hasta la tumba.

Asesinato de Montserrat Ávila

Montserrat Ávila era una niña de 14 años, miembro de una extensa prole familiar compuesta por nueve hijos, además de los dos progenitores, de extracción social muy humilde que acudía con frecuencia a la tornería que regentaba Talleda, quien solía obsequiarla con ostentosos y caros regalos. Hasta le había prometido comprarle una motocicleta. Lo que quizás no habría dicho jamás la pequeña a sus padres y al resto de la familia era que aquel energúmeno se aprovechaba, tanto de ella como de su hermana, para cometer abusos sexuales, entre los que se incluía la masturbación.

En la tarde-noche del 11 de julio de 1987 la pequeña se dirigió hasta la tornería que regentaba el malvado Talleda, aquel hombre de buen porte y aparentemente buenas intenciones que no parecía haber roto nunca un plato, a reclamarle la motocicleta que le había prometido. Le entregó cinco mil de pesetas de la época, que no era un mal regalo. Sin embargo, en un momento dado, aprovechando que Montse se encontraba de espaldas, le propinaría un fuerte golpe con un objeto contundente, que dejaría prácticamente exangüe a la pequeña. El cráneo de la víctima se encontraba completamente destrozado y presentaba abundantes cantidades de sangre en su rostro.

Consciente de que la había asesinado, se marchó en busca de su esposa. A las dos y media de la mañana regresó al lugar de autos para recoger el cadáver de la niña, que abandonaría en una cuneta, siendo descubierto al día siguiente por unos cazadores a las seis y media de la mañana. Estos se encargarían de poner en conocimiento de la Guardia Civil el hecho. Horas más tarde se procedería al levantamiento del cadáver, dándose la circunstancia de que entre la multitud de curiosos que presenciaban aquel morboso espectáculo se encontraba el mismísimo Josep Talleda.

Durante más de tres años el caso estuvo paralizado, hasta que los investigadores comenzaron a poner en su punto de mira a aquel individuo, aunque a lo largo de aquel tiempo habían sido investigado otros energúmenos. En 1990 era detenido Josep Talleda, quien negaría en todo momento que el fuese el autor del crimen que le había costado la vida a Montserrat Ávila. Sin embargo, merced a la inconsistencia de su presunta coartada y las contradicciones en las que incurrió sería procesado en junio de 1991 por este horrible crimen en la Audiencia Provincial de Girona. Fue sentenciado a cumplir 20 años de cárcel, de los que tan solo cumpliría ocho, beneficiándose de las redenciones penales que proporcionada el viejo Código Penal, entre ellas el buen comportamiento del que había hecho gala en su estancia entre los muros de la cárcel. Asimismo, debía indemnizar con diez millones de pesetas (60.000 euros actuales) a los padres de Montserrat Ávila, a la vez que se le condenaba al pago de una multa de 350.000 pesetas (algo más de 2.100 euros) por los abusos sexuales que había practicado con las pequeñas que acudían a su tornería.

El caso de María Teresa Rubio

Este crimen, al igual que el Francesca Boix, jamás pudieron atribuírselo al célebre psicópata, aunque todos los indicios apuntaban al mismísimo Talleda. Se sabe que María Teresa Rubio desapareció el 11 de enero de 2001, mientras que su cadáver no sería encontrado hasta el 22 de febrero de ese mismo año, aunque no sería identificado hasta años más tarde gracias a unas pruebas de ADN. Esta mujer era la esposa del hombre que compartió celda con Talleda mientras estuvo cumpliendo su primera condena y que generalmente la acompañaba a algunos recados. El día de su desaparición fue vista en compañía del psicópata, siendo la última persona que la vio con vida. Sin embargo, siempre negaría que el fuese el autor de la muerte de la mujer que cuando fue encontrada tenía el rostro literalmente desfigurado y el cráneo machacado, un modus operandi similar al que se había empleado con la pequeña Montserrat Ávila.

El asesinato de Volkja Papa

La última víctima, esta sí oficialmente atribuida, fue la muerte de la presunta prostituta albanesa Volkja Papa, quien desapareció en abril del año 2003. Su cuerpo sería descubierto por un hombre que filmaba unos patos en las orillas del río Güell, en Girona, envuelto en una bolsa de plástico el día 20 de abril de ese mismo año. La autopsia revelaría que la mujer había fallecido hacía ya más veinte días, en torno al primero de ese mismo mes. Se supone que Josep Talleda, demostrando una vez más su carácter psicopático y su sangre fría, conservó su cuerpo en el frigorífico de su casa.

No obstante, a lo largo de aquellas tres semanas ocurrieron algunos hechos significativos. El criminal responsabilizaría de su muerte al proxeneta de la prostituta asesinada, aunque en su vivienda se hallarían abundantes rastros de sangre que le incriminaban directamente, denunciándolo incluso ante el Juzgado, circunstancia esta por la que sería condenado por simulación de delito, siendo multado con 1.800 euros, en el transcurso del último juicio que afrontó por este crimen.

En marzo de 2006 la Audiencia de Girona pondría fin a las correrías de Josep Talleda, quien fue condenado a 20 años de cárcel por el asesinato de Volkja Papa. Además de la multa anteriormente mencionada, también habría de indemnizar con 35.000 euros al padre de su última víctima, en concepto de responsabilidad civil.

Y efectivamente, el fin le llegaría con su última condena, ya que no gozaría de los beneficios penitenciarios de los que antaño disfrutaban los presos. Enfermo y decrépito, después de una azarosa vida en la que el delito fue sin duda su oficio inseparable, más que el de tornero, Josep Talleda fallecería en la enfermería de la prisión de Brians 1 el día 11 de noviembre de 2012 a la edad de 71 años. Quedaba así su responsabilidad penal completamente extinguida. Y en esta ocasión no fue por los beneficios penitenciarios, sino por las propias leyes que la naturaleza imponen a todos los seres humanos.

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Acerca de

Soy Antonio Cendán Fraga, periodista profesional desde hace ya tres décadas. He trabajado en las distintas parcelas de los más diversos medios de comunicación, entre ellas el mundo de los sucesos, un área que con el tiempo me ha resultado muy atractiva. De un tiempo a esta parte me estoy dedicando examinar aquellos sucesos más impactantes y que han dejado una profunda huella en nuestra historia reciente.