Asesinan a un joven de una paliza en Barcelona (El crimen de la Villa Olímpica)

Lo que parecía ser un mero hallazgo por casualidad, resultó ser una cruel trampa en la que caerían un grupo de jóvenes en la Villa Olímpica barcelonesa el primero de abril del año 2000, cuando fueron víctimas de una paliza tumultuaria que terminaría costando la vida a Javier Robledo Peña, un muchacho de 22 años. A las siete de la mañana de aquel día la víctima se dirigía al aparcamiento de la discoteca Black Fire cuando uno de los amigos que la acompañaban Miguel Carnero encontró una cazadora junto a las ruedas de un automóvil, que se supone que era propiedad de uno de sus agresores, aunque algunas fuentes indicaban que la prenda había sido sustraída del guardarropa del centro de diversión.
En ese momento, aquel grupo, que no dejaba de ser una banda de delincuentes y muchos estaban relacionados con organizaciones radicales -entre ellas los Boixos Nois- se abalanzarían a golpes y patadas sobre los jóvenes que habían encontrado la cazadora al grito de «iNos están robando!», que previamente había proferido uno de los agresores que respondía al nombre de Juan María Fernández. Para evitarse problemas Carnero les arrojaría la cazadora, al tiempo que intentaba que las dos personas que le acompañaban se introdujesen en su coche, pero aquellos energúmenos se encontraban ávidos de pelea. Aquel grupo de delincuentes que ya contaban con diversos antecedentes, liderados por Valentín Moreno, -un menor que durante años se dedicaría a la delincuencia- no dudaron un solo instante en propinar golpes y patadas a Robledo, que no había conseguido introducirse en el vehículo, tal y como le había sugerido su compañero. Seis individuos golpearían al muchacho hasta dejarle exánime, incluso cuando yacía ya moribundo prosiguieron pateando en el chaval, quien fallecería prácticamente en el acto.
La autopsia revelaría entre 17 y 20 golpes de tal brutalidad que unas marcas se solaparon con otras. Una de las últimas patadas le alcanzó los testículos y otro golpe le causó el estallido del duodeno. Los forenses explicaron que ninguna de las lesiones se produjo por un acto de defensa. ‘En ese mismo contexto y dinámica de ataque mortal’, añadía la sentencia, Juan Carlos Berlanga también sería rodeado por sus agresores, que le golpearían en la cabeza, al tiempo que lo pateaban, pero, con mucha más suerte que su amigo, pudo huir del lugar. Acto seguido, otros tres de los agresores le robaron el reloj y el anillo a Carnero, que se salvó porque uno de los agresores alertó a sus compañeros de andanzas que llegaba alguien. Apenas dos semanas después, la Policía detendría a un total de seis personas, relacionadas con la brutal paliza que le había costado la vida a Javier Robledo Peña.
Ciento sesenta años de cárcel
El juicio por el conocido como «Crimen de la Villa Olímpica» se celebraría un par de años después, levantando la lógica expectación que despertaba este suceso. Los condenados recibirían sentencias muy severas, siendo condenados todos ellos a la pena de 160 años de prisión, salvo Valentín Moreno, quien al ser menor cumpliría ocho años de internamiento en un centro de menores.
El tribunal impondría sendas penas de 18 años de cárcel por un delito consumado de asesinato a Juan María Fernández y otros once por asesinato en grado de tentativa a Juan María Fernández Gascón, Javier Montalvo, Rafael Antonio Reyes y David Montaño, A los tres primeros se les condenaba a su vez por un delito de robo con violencia a otros tres años más. Por los mismos delitos de asesinato se condenaba a Jesús García Nieves a quince y 17 años respectivamente. En calidad de cómplice era condenado a penas que sumaban un total de once años Jonathan de la Rosa. Tres de los nueve acusados resultarían absueltos al entender el tribunal que no existían pruebas suficientes para incriminarlos, a pesar de que el fiscal solicitaba la misma pena que para los otros condenados.
En sus conclusiones finales el tribunal explicaba que la agresión fue muy rápida y que no se podía determinar su duración, aunque afirmaba: que ‘Sólo cabía concluir rotundamente que no había habido ninguna pelea ni actitud agresiva por parte de las vícitmas, sino exclusivamente una brutal agresión de aquellos seis individuos’. Los agresores actuaron con ‘una superioridad numérica aplastante’, no sólo por el número, sino también por el ‘poderío físico incuestionable de Valentín Moreno‘, un joven que dominaba las artes marciales y que se entrenaba en un centro deportivo de alto rendimiento.
Asesinato de Valentín Moreno
Quien había sido el alma mater del crimen que consternó a la Ciudad Condal cuando expiraba el siglo XX, Valentín Moreno, moriría asesinado el 19 de noviembre de 2021, en la calle Tarragona, en el municipio barcelonés de Sant Adriá de Besós, cuando recibió un tiro en la nuca por algún miembro de alguno de los clanes rivales que intentaban dominar el negocio del narcotráfico, principalmente cannabis, en la zona Franca de Barcelona, dentro de lo que se suponía como una reorganización de las bandas de delincuencia organizada en Barcelona.
Valentín Moreno, que contaba 39 años, cuando fue asesinado había sido prácticamente toda su vida un destacado miembro de distintas bandas que operaban en la capital catalana, entre ellos, los conocidos como «Casuals» y los «Boixos Nois». ambos muy estrechamente vinculados y en los que el principal cerebro del «Crimen de la Villa Olímpica» había iniciado su carrera delictiva, para después ascender a las más altas esferas del crimen organizado, llegando a ser uno de los delincuentes más temidos de España. De hecho, se decía que había generado un buen capital en base a las grandes extorsiones a las que sometía a sus víctimas. Además, se decía que era un individuo muy colérico y despiadado, que bastaba que alguien le mirase fijamente a los ojos para que iniciase una pelea. A ello se sumaba el hecho de ser un consumado experto en arters marciales, sufriendo en sus propias carnes la violencia los funcionarios de prisiones que lo trataron en sus muchos ingresos.
Respecto al crimen que le costó la vida, se dice que fue un acto a traición por alguien que conocía sus costumbres y que lle pilló totalmente desprevenido. Sus compañeros de andanzas, los «Casuals» prometieron venganza por este crimen en uno de los barrios más conflictivos de la geografía española en los que es muy común la tenencia ilegal de armas e incluso explosivos en un entorno donde la peor de las marginalidades campa a sus anchas y en el que cualquier acto delictivo es posible..
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