Asesina y descuartiza a sus padres para después suicidarse en Alcanar (Tarragona)
A principios de marzo del año 2007 los trabajadores de una conocida empresa de compresores de la localidad de Alcanar, municipio costero catalán muy próximo a la demarcación de Castellón, mostraron su preocupación por la incomparecencia de su patrón, un ciudadano de origen alemán de 57 años, que se había instalado en el sur catalán a comienzos de los años setenta del pasado siglo y que residía en una lujosa urbanización del pueblo junto con su esposa, once años menor que él, y uno de sus hijos, un muchacho de 19 años. Durante casi una semana la empresa se mantuvo cerrada, desconociéndose las causas que motivaban aquel injustificado cierre. Los empleados trasladaron esa misma inquietud al hijo de los propietarios, pues les resultaba muy extraño que su jefe no acudiese a la factoría que regentaba como solía ser habitual. La respuesta que obtuvieron del vástago fue que sus padres se habían ido a Alemania y que pronto regresarían. Sin embargo, tal contestación no les resultó satisfactoria ni mucho menos, por lo que procedieron a poner los hechos en conocimiento de la Guardia Civil a fin de que indagase sobre lo que realmente les había acontecido al conocido empresario y su esposa.
Al llegar los agentes de la Benemérita se encontrarían con una imagen que superaba lo dantesco, pues en el interior de la lujosa mansión que ocupaba el matrimonio y su vástago había sangre y restos humanos por todas partes. No hacía falta que nadie les confirmase que allí se había producido un macabro y cruel crimen. En el interín que tardaron en llegar al domicilio, el muchacho, que respondía al nombre de Alenxander, había aprovechado la ocasión para poner fin a su vida de un disparo de escopeta.
Al reconstruir mínimamente los hechos, se percataron que además del brutal crimen, su agresor había descuartizado y despedazado los cuerpos, en lo que parecía una verdadera orgía de sangre que más bien podría recordar a algún ritual de tipo satánico como otros que habían acontecido en Tenerife, Almasa o Córdoba en distintas épocas en las tres décadas precedentes. No obstante, aquí no había indicio alguno de que aquella familia, de posición acomodada, perteneciese a alguna secta satánica ni formase parte de ninguna organización milenaria, que tanto habían proliferado en los lugares donde se asentaron personas procedentes de otros países del norte de Europa, principalmente. Al albur de los hechos, se llegó a la inmediata conclusión de que el autor de aquel brutal crimen era su hijo, quien se había quitado la vida hacía apenas unas horas. La Guardia Civil buscaría asimismo a la otra hija del matrimonio por el temor a que corriese la misma suerte que sus progenitores, pero no fue el caso.
Malas relaciones y peleas
El móvil del crimen, que muy probablemente se hubiese producido en torno al 23 del febrero de 2007 estaría relacionado con la tensa relación que mantenían padres e hijo acerca de la situación en la que se encontraba este último. El chaval se había negado en todo momento a trabajar o a estudiar, que era lo que requería su padre de él. Sin embargo, siempre se había salido por peteneras y no se inclinó por ninguna de las dos opciones.
La semana anterior a la comisión del macabro crimen, cuyos restos fueron hallados en el jardín de la vivienda residencial que ocupaba la familia germana, el vecindario de la zona escuchó una gran escandalera en la que el padre estaba reprochando al hijo sus andanzas habituales, saliendo de nuevo a colación la actitud pasiva que estaba tomando ante la vida. Quienes trataban al empresario y su familia señalaron también que las peleas entre padre e hijo eran frecuentes. El prestigioso periodista y criminólogo .-el desaparecido Francisco Pérez Abellán- consideraba que la actitud del hijo vendría motivada de un «niño rico», que lo ha tenido todo o prácticamente todo en su vida y que se desentiende de las ocupaciones primordiales de su vida. A ello se sumaba el hecho de haberse convertido en un «pqueño tirano» que buscaba por encima de todo un modo de vida fácil y que pretendiese imponer su criterio. Es así como se explica su brutal actitud, que muchos se atrevieron a calificar de «arrebato agresivo», y que en un momento dado tomase la escopeta con la que dio muerte a sus padres, para posteriormente descuartizarlos.
De la misma manera, también resulta grotesco que el joven viviese durante seis días con los cadáveres de sus progenitores, hasta que los empleados de la empresa que poseía decidieron tomar cartas en el asunto y aclarar lo que realmente le había sucedido a la pareja de aquellos empresarios alemanes afincados en el sur de Cataluña. Asimismo, no resultaría menos sorprendente que días posteriores a la comisión del crimen, el muchacho campase a sus anchas y no expresase alteración ninguna como si nada hubiese pasado, alternando como había hecho siempre con sus amigos y conocidos. Esto corroboraría la tesis de que se estaba ante un psicópata, como muchos otros, que tan solo se descubre su verdadero rostro cuando cometen el crimen. Y este, todo es justo manifesarlo, fue muy macabro. Tal vez demasiado.
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