Cinco muertos al descarrilar el expreso «Rías Baixas» en Laza (Ourense)
En noviembre de 1975 se encontraba expirando literalmente el régimen franquista. Su liquidación era cuestión de semanas. Muchos se ilusionaban con la casi inmediata desaparición de un sistema político de carácter personalista con el que se pondría fin a casi cuatro largas décadas de historia. Resistía a duras penas sus últimos zarpazos. La patética imagen ofrecida del dictador en su mensaje a unas adiestradas masas el primero de octubre daban idea de cuan deteriorada se encontraba la salud del ya viejo general. Su tierra seguía ancorada en épocas pretéritas, por la que ya circulaban miles de vehículos por embarradas corredoiras y alguna que otra escasa carretera en la que sobrebundaban baches y socavones. Todo ello era la imagen viva de un falso desarrollismo de los años sesenta que tan solo había servido para dignificar la vida de tan solo una parte de la población gallega, muchos de los cuales todavía seguían tirando de una yunta de vacas o bueyes en lo que se traducía una ínfima economía de subsistencia, deseando llegar a viejos lo antes posible para así poder cobrar el ansiado subsidio que les retirase de sus muchas penurias.
Si miramos la hemeroteca de la época, no hace falta ser muy duchos para darse cuenta que, aunque estábamos en plena de la década de lo setenta y a tan solo un cuarto de siglo para el tercer milenio, se vivía en un tiempo muy diferente al actual. De ello es un claro ejemplo el hecho de que equipos de fútbol de la segunda división española todavía empleasen el ferrocarril para hacer largos desplazamientos, tal era el caso del mítico conjunto del Calvo Sotelo de Puertollano, quien en la noche del 8 noviembre de 1975 había tomado en Madrid el expreso «Rías Baixas» para desplazase a Vigo y disputar así el partido correspondiente a la novena jornada de liga de la categoría que le enfrentaba al Celta. Sin embargo, cuestiones del destino provocarían que su viaje se viese empañado por un dramático accidente ferroviario en un túnel próximo a la estación de Laza-Carracedelo, en la provincia de Ourense, falleciendo un total de cinco de personas.
El accidente se produjo cuando las manecillas del reloj superaban en unos minutos las cinco de la madrugada. El siniestro tuvo lugar entre las estaciones de Laza-Carracedelo y Vilar do Barrio, en el punto kilométrico 190,4 de la línea ferroviaria Zamora-A Coruña. Al lugar del siniestro se desplazarían equipos de emergencia de RENFE para socorrer a las varias decenas de heridos que había entre los 249 viajeros que iban a bordo del convoy accidentado. Recibirían sus primeras asistencias en la localidad ourensana de Laza, aunque los heridos de mayor consideración serían trasladados a centros sanitarios de Ourense y Vigo respectivamente.
Entre las personas que perdieron la vida en este trágico accidente se encontraban el periodista Pedro Ortuño García, entonces director de la emisora Radio Popular de Puertollano, quien se dirigía a Vigo para cubrir el partido que disputaba el equipo manchego. Otra conocida personalidad de la época fallecida sería María Teresa González de Laguna, esposa del entonces director general de Caixa Ourense. Asimismo, morirían también en este mismo siniestro un técnico de sonido de la emisora manchega, un empleado de RENFE y un conocido militar, cuya categoría era la de capitán de corbeta.
Vagones empotrados
Como en muchos otros siniestros de aquel entonces, no se percibió en un principio una causa clara del accidente. La nota de prensa enviada por la RENFE a los medios de comunicación no ahondaba en grandes detalles, al tiempo en que todavía estaba vigente una férrea censura. Solamente se daba cuenta de que una de las dos máquinas que arrastraban el tren descarrilaron, provocando un efecto dominó con el resto del convoy. Al mismo tiempo, siete coches cama, el coche restaurante y el destinado a los viajeros que habían adquirido billetes de primera y segunda clase se empotrarían unos contra otros, provocando el lógico caos y nerviosismo entre los viajeros que iban a bordo del expreso en plena madrugada.
El hecho de que el tren se hubiese accidentado en un túnel evitó una tragedia de dimensiones incalculables, ya que sus paredes sirvieron de contención a las 16 unidades de las que iba articulado. Además, si el accidente se produce tan solo unos 300 metros más adelante, es probable que muchos de los vagones se hubiesen precipitado por un desnivel y un terraplén de 16 metros de altura, sobre los que con toda seguridad hubiesen quedado atrapados la mayoría de los pasajeros en medio de un más que previsible amasijo de hierros.
Pese al impresionante schock y el lógico nerviosismo que les provocó el desgraciado accidente, equipo técnico y directivos del Calvo Sotelo CF de Puertollano se desplazarían hasta Vigo a bordo de vehículos particulares para disputar el partido que debía enfrentarles al Real Club Celta. Además, todos los futbolistas del equipo manchego se mostraron dispuestos a jugar el partido, pese al susto que habían sufrido en plena madrugada. Y aunque en estos casos el resultado sea lo de menos, hay que recordar que los de Ciudad Real se impusieron por 1-2 al cuadro gallego en Balaídos, con goles del brasileño Odair, fallecido en mayo de 2018, aupándose así al segundo puesto de la categoría de plata del fútbol español, del que sería una de las grandes revelaciones en la temporada 1975-76, a la que había regresado en la campaña anterior.
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