Mata a un hombre por encargo en Campo Lameiro (Pontevedra)
De todos es sabido que los tiempos de la Posguerra, principalmente aquellos más inmediatos a la conclusión del conflicto fueron los peores años de la historia contemporánea de España. En Galicia serían conocidos como «os anos da fame». Una gran parte de la población española de la época carecía del más elemental sustento, a lo que se sumaba una creciente especulación con los precios de los artículos de primera necesidad provocada por el mercado negro, popularmente conocido como estraperlo. Nadie se escapaba a los terribles y temibles efectos de una economía en retroceso, a la que se añadía un conflicto mundial que se libraba a tan solo unos kilómetros de los Pirineos.
Pese a que se vivía en una férrea y cruel dictadura, en la que supuestamente no se movía nadie, no dejaban de sucederse algunos episodios sangrientos, que, en muchos casos, llevaban a sus autores al patíbulo. Sin embargo, esto último no era óbice para que hubiese personajes que traspasasen esa temida línea roja, que podía significar la condena a muerte, produciéndose algún que otro hecho siniestro.
Ese fue el caso de un crimen ocurrido en la localidad de Campo Lameiro, en el interior de la provincia de Pontevedra, un municipio colindante con el de A Estrada, que es el más significativo de cuantos le rodean. Este suceso, ocurrido el 23 de febrero de 1943, tardaría hasta diez años en ser resuelto por parte de los investigadores, debido a que a lo largo de ese período de tiempo estuvo rodeado de un cierto halo de misterio. Tal vez el hecho de que fuese descubierto con una década de retraso salvó a su autor de morir en el garrote vil, debido a que en ese tiempo se realizaron algunas modificaciones en el código penal, entre ellas la de que todos los casos de homicidio fuesen juzgados bajo jurisdicción militar. Desde 1950, esa competencia quedó exclusivamente reservada a los tribunales ordinarios, en tanto que los castrenses entenderían únicamente de lo que acontecía en el estamento estrictamente militar.
Desavenencias
En Campo Lameiro eran conocidas las desavenencias entre una sobrina, María Adelia Rodríguez Peña y su tío Jesús Rodríguez Castro. Las mismas podrían estar motivadas por cuestiones de carácter patrimonial, ya que, al parecer, este último no habría legado bien alguno a su familiar o, cuando menos, no tenía la intención de testar a su favor. Para evitar que esto se produjese, la mujer contrató los servicios de un tercero, Edelmiro Peña Torres, para que diese muerte a su tío.
Este último recibió la nada despreciable cantidad de 500 pesetas por acabar con la vida del ascendiente de María Adelia Peña. Lo hizo de una forma que se puede considerar tradicional en Galicia, ya que para ello utilizó una azada con la que asesinó al pobre hombre, quien vivía solo. Su cuerpo inerte sería descubierto por los vecinos, pero jamás pudieron imaginar quien podría estar detrás de aquel crimen. Ni mucho menos se les pasaba por su mente que el autor actuase bajo la motivación de una recompensa económica.
En un principio se investigó a varios vecinos de la zona, que resultaron ser todos inocentes. Tardarían casi diez años para encontrar una pista fiable que llevase a los investigadores a dar con el presunto autor. Se dice que alguien sospechaba de Edelmiro Peña, quien mantendría una estrecha amistad con la instigadora del asesinato. A todo ello se sumaban las desavenencias que mantenían María Adelía y Jesús Castro, que estaban en boca de todos los vecinos.
Sea como fuere, lo cierto es que a finales del año 1952 fue detenido el autor del crimen, quien, en un primer momento, se confesó autor del asesinato por el que estaba siendo investigado. Sin embargo, en el transcurso del juicio que se celebró en su contra, en el mes de marzo del año 1953, negaría en todo momento los hechos que se le imputaban. Declararía que si se reconoció el crimen era porque había perdido la razón. De la misma forma, también María Adelia Rodríguez negaría cualquier relación con el crimen que, diez años antes, había conmocionado a la pequeña localidad de Campo Lameiro.
Sin embargo, de nada les sirvieron sus evasivas, ya que ambos individuos serían condenados por la Audiencia Provincial de Pontevedra, en sentencia firme, a la pena de 30 años de reclusión mayor. Además, deberían indemnizar a los familiares de la víctima, de forma conjunta y solidaria, con la cantidad de 25.000 pesetas, además de tener que hacerle frente a las costas procesales.
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