Detenido en 2023 el presunto autor de un crimen perpetrado en 2013 en Cabanas (A Coruña)

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Momento en que el presunto autor de la muerte de Elisa Abruñedo pasa a disposición judicial. foto: CRTVG.

No se podía imaginar nadie en el pequeño núcleo de Lavandeira, perteneciente al municipio coruñés de Cabanas, muy próximo a Ferrol, que una de sus convecinas, Elisa Abruñedo, de 46 años, fuese a morir vilmente asesinada en la tarde del día 1 de septiembre de 2013 cuando realizaba un paseo muy habitual en las inmediaciones de su vivienda, concretamente a 200 metros de la misma. La última persona que la vio con vida, un veterinario que ejerce en la comarca, se percató de que no llevaba puesto un chaleco reflectante, dado que la zona es muy transitada por todo tipo de automóviles. Este mismo profesional sería quien encontraría su cadáver unas horas después.

El cuerpo de la mujer aparecería en un área boscosa, muy frecuentada por cazadores, con varias cuchilladas que supuestamente habrían sido inferidas con un cuchillo de monte, de los que habitualmente emplean los aficionados a la caza para desollar animales. El otro dato remoto que existía era la presencia de un vehículo color verde, con una matrícula de serie antigua terminada en las letras BG. Además, el criminal habría dejado huellas de su ADN en la víctima, pero eran unos datos a todas luces insuficientes para determinar quien estaba detrás de aquel crimen que conmovió a Galicia a finales del verano de 2013.

Durante diez largos años se cotejaron datos y se vigilaron a centenares de personas sin ofrecer, en un principio, resultado alguno. Con los avances científicos de los últimos tiempos a través del único indicio del que disponían los investigadores se reveló que el perfil genético del autor del crimen se correspondía con el de una persona pelirroja, que representan tan solo el 1,5 por ciento de la población, con lo que el círculo se fue estrechando cada vez más. A todo ello, se sumaban los indicios del vehículo color verde, las cuchilladas recibidas por la víctima y el conocimiento de la zona, un área escarpada por la que habría movido el cuerpo. Todo hacía indicar que habría sido un cazador corpulento que conocía bien el terreno en el que se perpetró el crimen.

Archivo eclesiástico

Los investigadores realizaron a lo largo de todo este tiempo un trabajo de auténtica ingeniería genética, tratando de recomponer un rompecabezas para el que contaban con muy pocas piezas. Se hicieron llamadas a los vecinos para que se sometiesen a pruebas voluntarias de ADN con el propósito de poder encontrar un perfil genético parecido al del hipotético asesino. En una de esas rondas se encontró un patrón que guardaba ciertas similitudes con el que estaba en manos de la Policía científica, que se trasladó ex profeso hasta el lugar de autos para tratar de desentrañar un caso que se antojaba muy complicado.

Una vez que se hubo obtenido una muestra genética, los investigadores se dirigieron hacia el Archivo eclesiástico de la Diócesis de Mondoñedo, que guarda más de 10.000 volúmenes que contienen las distintas partidas de nacimiento de toda la provincia eclesiástica, que comprende el norte de Lugo y el nordeste de A Coruña. A través del registro de la Iglesia Católica y con una prueba genética, los estudiosos del caso recompusieron el árbol genealógico que les llevaría a descubrir al criminal, no sin antes desechar algunas vías de investigación, entre ellas a los repartidores y comerciales de la comarca que respondiesen a las características antes descritas.

Del mismo modo, también sería descartado un cazador de la zona con el pelo pelirrojo, pues este hombre accedió voluntariamente a la prueba de ADN que le fue sugerida por las autoridades. Los indicios obtenidos hasta aquel entonces indicaban en una misma dirección, a un hombre pelirrojo de complexión fuerte conocedor de la zona que conducía un automóvil de color verde, un Citroën AX para más señas, que se habría convertido en una especie de reliquia, ya que hace bastantes años que dejó de fabricarse.

Detención

Cuando la mayor parte de la población había perdido las esperanzas de hallar al culpable, aunque no la familia de la mujer asesinada -principalmente sus dos hijos-, en la mañana del 17 de octubre de 2023 varias dotaciones de la Policía se dirigieron a la empresa auxiliar de Navantia, emplazada en la localidad coruñesa de Narón, para proceder a la detención de Roger Serafín Rodríguez Vázquez, un hombre de 49 años de edad, que respondía prácticamente de forma idéntica al perfil que había trazado la Policía Científica.

La sorpresa de su captura fue mayúscula, tanto entre sus compañeros de trabajo como en la mayoría de sus conocidos. Nadie hubiera imaginado que detrás de la apariencia de un hombre fornido, corpulento y risueño, de aparentemente buen carácter, que carecía de antecedentes penales, a quien le gustaba la caza y la buena gastronomía, pudiese hallarse un perverso criminal que no solo -presuntamente- habría asesinado a Elisa Abruñedo, sino que también la había violado, en un crimen que llevó al desconcierto a una zona en la que ya nadie se atrevía a salir a pasear solo después de lo que le sucedió a su convecina.

El detenido en todo momento se mostró colaborador con las autoridades cuando se procedió al registro de su vivienda, emplazada en la calle Vigo del municipio de Narón, muy próximo a Ferrol. En la inspección de su domicilio, la Guardia Civil hizo acopió de varias armas de fuego para las que supuestamente disponía de la oportuna licencia, dada su condición de cazador. Asimismo, se llevaron consigo distintas armas blancas, algunas similares a las que presuntamente se habrían empleado en el asesinato de la mujer de Cabanas.

Confesión

Tras un arduo interrogatorio, Roger Serafín Rodríguez Vázquez terminó por derrumbarse ante los agentes de la Guardia Civil y terminaría por confesar el crimen que le costó la vida a Elisa Abruñedo. En una declaración muy breve se limitó a constatar que en la tarde de aquel domingo, primero de septiembre de 2013, «vio a la mujer, la cogió y la mató», aunque no supo responder cuales habrían sido los motivos que le llevaron a perpetrar un crimen tan horroroso. Manifestó también que deseaba terminar cuanto antes con todo aquel procedimiento.

Por si fuera poco, declaró «sentirse muy arrepentido» de haberle dado muerte, aunque esta confesión tiene un muy difícil encaje y justificación. Nadie que se sienta arrepentido dificilmente puede hacer una vida normal como la que hizo el presunto asesino a lo largo de diez años en los que participó en distintas partidas de caza, así como en campeonatos de esta especialidad que se celebraron en la zona en la que él había dado muerte a una persona. Sorprende también su sangre fría mostrando fotos en sus redes sociales de todos estos eventos, así como las denuncias de la presencia de alimañas en el área rural de la que era originario, aunque más que al lobo sus vecinos debían temer a otro temible y brutal depredador.

El autor confeso del crimen mantuvo la versión de los hechos ante la jueza que se encarga de investigar el caso, quien tras un largo interrogatorio decretó su ingreso en prisión comunicada y sin fianza en la tarde del día 19 de octubre de 2023, a la espera del juicio y recabar más pruebas incriminatorias. Al mismo tiempo, se han levantado algunas sospechas sobre su posible implicación en el asesinato de otra mujer en Ourense, Socorro Pérez, quien apareció muerta en 2015, después de haber sufrido una agresión sexual, con evidentes señales de violencia en las inmediaciones del río Miño a su paso por la ciudad de las Burgas. A todo ello se añade que se encontraba en un área boscosa frecuentada por cazadores y sus características físicas eran similares a las de Elisa Abruñedo.

La resolución de este crimen no cabe duda que es todo un aviso a navegantes que todavía crean que pueden salirse con la suya. Los avances tecnológicos y científicos de los últimos tiempos son claves en el esclarecimiento de muchos hechos que no deben quedar impunes, como parecía el destino de este trágico episodio. La Policía jamás ha sido tonta y ahora cuenta con unas herramientas de las que no disponía antaño, con lo que quienes cometan un hecho sangriento cada vez tienen mucho más difícil salir airosos cuando pretendan sembrar el terror.

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