Impunidad para el asesinato de dos adolescentes de etnia gitana en Elda (Alicante)

Primera página de un semanario local dando cuenta del trágico suceso

El día 27 de agosto de 1986 dos muchachos de etnia gitana desaparecieron de forma misteriosa sin, aparentemente, dejar rastro alguno acerca de su hipotético paradero en la localidad alicantina de Elda. Se trataba de José Amador Torres y Andrés Amador Torres, de 16 y 14 años de edad respectivamente. Ambos eran primos carnales por partida doble, pues sus progenitores eran hermanos entre sí. La última pista que se tuvo de aquellos dos adolescentes procedía de una gasolinera situada a la salida de la capital de la comarca de Medio Binalopó, en la que estuvieron repostando la motocicleta en la que viajaban.

Hubo un detalle en esta misteriosa desaparición que causó sorpresa y hasta cierto desconcierto a los investigadores, pues no lo entendían y nunca han logrado descifrarlo. Este no era otro que los dos jóvenes hubiesen llenado de combustible el depósito de su vehículo y lo dejasen abandonado en las instalaciones de la gasolinera. Este es el último dato que se tuvo acerca de aquellos dos chavales, que carecían de cualquier antecedente al tiempo que se desconocía que anduviesen en asuntos turbios.

A partir del instante mismo en que se denuncia su desaparición se pone en marcha un dispositivo para dar con su hipotético paradero. Se siguen todos los protocolos que se deben llevar a cabo en sucesos similares. Amplios carteles con las caras de los dos jóvenes en los que se ofrecen datos que describen sus rasgos físicos son distribuidos por toda España, aunque de forma especial en la Comunidad Valenciana, pero como suele ser habitual la mayor parte de las veces, los resultados no son satisfactorios temiéndose que les haya ocurrido lo que nadie hubiese deseado.

Llamada anónima

Algo más de tres semanas después de la desaparición de los chavales, el 19 de septiembre de 1986 se recibe una llamada anónima en el Cuartel de la Guardia Civil de Elda. Al otro lado del teléfono, los agentes escuchan la voz de un hombre adulto que ofrece algunos datos relevantes sobre el paradero de los dos adolescentes, a quienes sitúa en el Monte Bateig, en un terreno arcilloso en el que antaño se levantaron las instalaciones de una empresa dedicada a la explotación del material básico que abunda sobre el escarpado terreno.

Hacia el lugar se dirigen dotaciones de la Guardia Civil y los Bomberos de la localidad, temiéndose la peor de las noticias, tal y como terminaría aconteciendo. En una cueva excavada sobre el escarpado y árido monte, situada a menos de 100 metros de la carretera nacional N-330, Alicante-Francia son encontrados los cadáveres de los dos jóvenes desaparecidos en avanzado estado de descomposición. De hecho, los bomberos se ven en la obligación de usar mascarillas para proceder a su recuperación.

Pero no solo descubren sus cuerpos. Al mismo tiempo se percatan de que ambos muchachos han sido víctimas de un doble crimen. Sus cuerpos están acribillados a balazos. Uno de ellos presenta tres disparos en la nuca, con orificios de entrada y salida, en tanto que el otro ha recibido el mismo número de tiros, aunque en este caso en la barbilla y el rostro. Daba la impresión de que los dos jóvenes hubiesen sido ejecutados con un arma corta, sin opción ninguna a defenderse. Según la autopsia, su muerte se produjo a las pocas horas de su misteriosa desaparación. Es a partir de este momento cuando comienza un rosario de preguntas para las que nadie tiene respuesta.

¿Qué les sucedió?

Es la pregunta del millón, para la que jamás han encontrado respuesta los investigadores del caso. Todo cuanto se ha dicho y escrito solo ha obedecido a hipótesis y presunciones que, aunque fundamentadas, jamás han podido ser verificadas. Se supuso en un principio que ambos primos pudieron haber sido víctimas de un ajuste de cuentas por motivos que nunca se han podido clarificar. De la misma manera, también tomó fuerza la hipótesis de que los dos chavales hubiesen sido testigos de algún hecho delictivo y fuesen asesinados para eliminar posibles testigos. No se sabe.

Otro hecho relevante es el abandono de la motocicleta en la gasolinera. Nadie ha encontrado jamás explicación a este extraño hecho. Una de las preguntas que se han hecho es si habían quedado con alguien en concreto para llevar a cabo alguna operación de trapicheo de droga a pequeña escala y tal vez les instó a que no se acercasen en su vehículo. También quedaría en el aire la incógnita del lugar exacto del asesinato. Si fueron asesinados donde se encontraron sus cuerpos sin vida o fueron trasladados hasta aquel descampado paraje una vez muertos.Todo pudo ser. Lo cierto es que hasta aquel momento los dos jóvenes carecían de cualquier antecedente y no se sabía que fuesen conflictivos.

Lo peor de todo es que transcurrido el tiempo y pasados los años -cerca de 40 en este caso- lo cierto es que hace ya bastante tiempo que quienes se dedicaron a investigarlo arrojaron la toalla y el suceso ha prescrito en completa impunidad. Y es que no fue un caso mediático, o tal vez todavía no habían llegado los canales privados de televisión, más dados a buscar carnaza que los dos o tres existentes en aquel momento.

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Acerca de

Soy Antonio Cendán Fraga, periodista profesional desde hace ya tres décadas. He trabajado en las distintas parcelas de los más diversos medios de comunicación, entre ellas el mundo de los sucesos, un área que con el tiempo me ha resultado muy atractiva. De un tiempo a esta parte me estoy dedicando examinar aquellos sucesos más impactantes y que han dejado una profunda huella en nuestra historia reciente.

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