Asesina a una mujer y a dos niños para perpetrar un robo en Jerez de la Frontera

El autor del doble crimen con su esposa en la foto inferior de ABC en el año 1904

La España de comienzos del siglo XX era un país, además de eminentemente rural, bastante pobre. Cada uno vivía de lo que podía o como podía. Aún así, era un país tranquilo, a pesar de que existían algunos conatos de violencia en las zonas más deprimidas en los que, por regla general, intervenían grupos anarquistas que buscaban mejoras y una dignidad de la que se carecía. Era una sociedad que todavía vivía anclada en un ancestral sistema de subsistencia, con un carácter muy conservador en sus formas y muy aclimatada a su devenir cotidiano, que no era precisamente nada halagüeño.

En uno de esos núcleos, de la España más rural, es ahora a donde nos dirigimos para recordar un acontecimiento muy trágico, tanto por la crueldad exhibida por su autor como por el hecho de que las víctimas fuese una mujer y dos niños pequeños, que eran sus hijos. Todo comienza en la mañana de un ya lejano 11 de julio de 1903 cuando el vecindario de Dehesa de los Caños, un núcleo perteneciente al municipio gaditano de Jerez de la Frontera se ve sorprendido por el fuego en la choza de uno de sus convecinos, concretamente José Castillo Moreno, quien en ese momento no se encuentra en su domicilio, pues se ha ausentado del mismo en compañía de su hijo mayor.

La gran sorpresa para la mayoría de quienes han acudido a socorrer a sus vecinos es que se encuentran con un tétrico panorama. En el interior de la choza, que quedaría prácticamente reducida a cenizas, se encuentran con los cadáveres de la esposa del propietario, María Pastora Domínguez y sus dos hijos pequeños, Manuel y Juan, de cuatro y dos años respectivamente. A pesar de los efectos del fuego, los agentes de la Guardia Civil sospechan desde un primer momento que se ha producido un triple crimen, pues todos ellos presentan heridas y manchas de sangre que delatan una actividad delictiva.

Detención de Antonio Vega Romero

Las sospechas sobre la autoría del triple asesinato recaen sobre un hombre de mediana edad, que no se ha presentado a sofocar el fuego, cuya casa es la más cercana a la que han sido hallados los tres cuerpos sin vida. Se trata de Antonio Vega Romero, lo que constituye una gran sorpresa para los habitantes de Los Caños, pues aquel hombre carecía de cualquier antecedente penal y su conducta había sido hasta aquel momento prácticamente intachable.

A pesar de su resistencia inicial, el detenido terminaría confesando el triple crimen, además de relatar a la Guardia Civil como se habían producido los hechos. Al parecer, Antonio Vega se dirigió aquella mañana a la choza propiedad de Castillo Moreno con el propósito de hacerse con algún dinero, pues sus situación económico era bastante deprimida. Entró en aquel domicilio sin permiso de ninguno de sus moradores y posteriormente se dirigió hacia la cocina en la que había una pequeña arquita en la que la familia guardaba la cantidad de 183 pesetas en efectivo, una buena cantidad para la época.

Sin embargo, su hurto no pasaría desapercibido y se encontraría de bruces con la mujer de la casa, María Pastora Domínguez, quien iniciaría un forcejeo con el ladrón, hasta el punto que una buena cantidad del dinero, en monedas de cinco pesetas, fue a caer en el fuego de la casa. Pero, Antonio Vega se negaba a marcharse de vacío. Para lograr su objetivo tomó un hocino -una pequeña herramienta similar a una hoz pero de menor tamaño- con la que propinó un fuerte golpe en la cabeza a el ama de aquella casa que le provocaría la muerte prácticamente en el acto.

Con lo que tampoco contaba aquel hombre, ya reconvertido en un criminal, era con la reacción de los dos pequeños de la casa, Manuel y Juan Castillo Domínguez, quienes profirieron gritos al ver como su madre era asesinada por un desalmado. Sin pensárselo dos veces, les propinaría sendos golpes con la misma arma con la que había dado muerte a su progenitora. Después de haber dado muerte a los tres moradores que se hallaban en la vivienda, esparciría las brasas del fuego por toda la choza, que estaba recubierta de paja con el propósito de provocar un incendio y así tratar de borrar las huellas de su horrible delito.

En tanto las llamas devoraban la vivienda, el triple crimen se había escondido detrás de una enorme piedra en un pequeño promontorio desde el que observaba el socorro que prestaba el resto del vecindario a la familia que el había dado muerte. Posteriormente, se dirigiría a su casa en la que confesaría el abominable crimen a su esposa, además de darle 16 pesetas del dinero que había robado por si le hiciesen falta durante el tiempo que tenía pensado ausentarse.

Pena de muerte e indulto

Casi todo el mundo daba por hecho que Antonio Vega Romero sería sentenciado a la pena capital en una época en la que por delitos bastante menores que este, sus autores habían terminado con sus huesos en el garrote vil. De entrada, el fiscal solicitaba tres penas de muerte por cada uno de los asesinatos que había cometido, a los que se sumaban las agravantes de despoblado, allanamiento de morada, robo e incendio.

El jurado no dudó un instante de la posible culpabilidad del triple asesino de Los Caños, por lo que el tribunal dictó la sentencia de muerte, además de una responsabilidad civil de 6.000 pesetas, al tiempo que quedaba inhabilitado de forma absoluta en el hipotético caso de que fuese indultado. Es más, desde la Audiencia Provincial se instaba al Tribunal Supremo un indulto para el autor de la muerte de la madre y sus dos hijos, habida cuenta de que su conducta había sido intachable hasta el instante del triple crimen, pues carecía de cualquier antecedente penal.

En el recurso de casación interpuesto ante el Tribunal Supremo, este órgano judicial rechazaría indultar a Vega Romero, desestimando la petición hecha desde el tribunal gaditano. La gracia del indulto se demoraría hasta el primero de mayo de 1905, cuando el Ministerio de Gracia y Justicia, cuyo titular era Javier Ugarte Pages y previa deliberación del Consejo de Ministros, daba luz verde al indulto del triple criminal de Jerez de la Frontera, haciéndose efectiva tras su publicación en el BOE del día siguiente. La pena accesoria a la que era condenado era la de cadena perpetua, aunque es posible que se viese beneficiado por alguna nueva conmutación penal en sucesivas etapas del reinado de Alfonso XIII.

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Acerca de

Soy Antonio Cendán Fraga, periodista profesional desde hace ya tres décadas. He trabajado en las distintas parcelas de los más diversos medios de comunicación, entre ellas el mundo de los sucesos, un área que con el tiempo me ha resultado muy atractiva. De un tiempo a esta parte me estoy dedicando examinar aquellos sucesos más impactantes y que han dejado una profunda huella en nuestra historia reciente.