Mata a tres mujeres en Yecla (Murcia) por «convertirse en Testigos de Jehová»

Yecla fue escenario de un triple crimen en 1976

La España de 1976 avanzaba con precaución hacia el camino de las libertades. Ya se había decretado formalmente la libertad religiosa, aunque ciertas prácticas procedentes del mundo anglosajón aún no habían arraigo y mostraban el recelo de gran parte de aquella población que seguía siendo mayoritariamente católica. Entre esos nuevos grupos que se dedicaban a hacer proselitismo se encontraban los Testigos de Jehová, quienes iban puerta a puerta tratando de convencer a muchas personas del mensaje que eran portadores, tratando así de encontrar nuevos adeptos.

Aunque era harto complicado que arraigase su credo en un país que tenía entonces unas creencias muy enraizadas, conseguían, de cuando en vez, que quienes los escuchaban siguiesen el camino que ellos trazaban. En una familia de la localidad murciana de Yecla, el discurso de aquel grupo milinerista calaría con cierta profundidad. Tanto que terminarían por ingresar en una organización que tiene muchas características propias de las sectas más destructivas. Esta circunstancia derivaría en un hecho trágico que ha quedado grabado en la memoria de los yeclanos a pesar de que ha transcurrido cerca de medio siglo.

José Azorín Rico, que en aquel entonces contaba con 27 años había convertido la existencia de su familia en un verdadero infierno a raíz del ingreso de su esposa, Carmen Palau Azorín, su suegra y una cuñada en el controvertido grupo religioso. Las discusiones familiares entre ellos se sucedían a todas horas delante de sus cuatro hijos, que contaban con edades comprendidas entre los cuatro meses y los cuatro años de edad. La situación se tornó insoportable y su mujer, en compañía de sus vástagos, decidió abandonar el domicilio conyugal para trasladarse a residir con su familia, concretamente a la casa de su madre. Sin embargo, su marido no fue capaz de asimilar la nueva situación y terminaría por desatar la tragedia.

De madrugada

José Azorín Rico, que era conocido como «El Vinagre», desbordado por unos acontecimientos que tal vez no considerase para nada normales, tomó una escopeta de repetición en la madrugada del 28 de junio de 1976. Sin pensárselo dos veces se dirigió a la casa de su suegra, situada en el número 42 de la calle España de Yecla. Para acceder al domicilio, mientras la mayoría de los habitantes de Yecla dormían, decidió romper los cristales de una de las ventanas, lo que despertó a su madre política Josefina Azorín Carpena, quien se encaró con él, pero sin darle tiempo prácticamente a nada, pues su agresor disparó sobre la mujer, que quedaría tendida en el suelo sobre un gran charco de sangre en estado moribundo.

Un cuñado de Azorin Rico, quien por aquel entonces contaba con solo 18 años de edad, trató de auxiliar a su madre, circunstancia esta que estuvo a punto de costarle la vida, pues el hombre que había dado muerte a su progenitora disparó sobre él dejándolo tendido en el suelo con heridas de extrema gravedad. Aún así, pudo salvar la vida después de ser ingresado en un centro sanitario de la capital murciana.

Posteriormente se dirigió al cuarto de estar de la familia, después de haber penetrado en el interior del domicilio. Le salieron a su encuentro su esposa Carmen Palau Azorin de 25 años y una hermana de esta última, Pilar de 31. Sin embargo, el encuentro solamente serviría para acrecentar la tragedia, pues, encontrándose tal vez fuera de sí y en estado de enajenación mental, tal como recogía la sentencia, aquel hombre repitió la misma operación que había hecho con la madre de sus dos últimas víctimas. Nuevamente, disparó sobre ambas mujeres en reiteradas ocasiones hasta terminar con su vida. consumando así una de las más tristes tragedias que se recuerdan en la región murciana.

Cuando concluyó con su macabro cometido, José Azorín Rico decidió entregarse ante el puesto de la Guardia Civil en el que confesaría el triple crimen. No obstante, tras su entrega se produjo una curiosa anécdota, pues huiría del lugar en que se encontraba detenido. No se sabe como ocurrió esto último. Además, estuvo fugado de la acción de las fuerzas del orden durante varias horas. Las suficientes como para darle tiempo a agarrarse una buena cogorza, pues sería encontrado tendido en las inmediaciones de una gasolinera en completo estado de embriaguez.

24 años de cárcel

La acción de la justicia con Azorín Rico, quien sería procesado cuatro años más tarde, en julio de 1980, puede calificarse de benévola, pues solamente sería condenado a una pena total de 24 años de reclusión, ocho por cada uno de los tres homicidios perpetrados en aquella aciaga mañana de verano de 1976. Además de tipificarlos como homicidios y no como asesinatos, se tuvo en cuenta el «estado de excitación» en el que se hallaba el autor del triple crimen, quien contó con la eximente incompleta de enajenación mental transitoria.

La responsabilidad civil se elevaba a un total de algo más de cinco millones y medio de pesetas de la época, cantidad con la que debería indemnizar a sus propios hijos, así como a su cuñado, a quien había herido de gravedad y al resto de la familia de su esposa.

No cabe duda de ningún tipo que hoy, este triple homicidio que nos pone los pelos de punta, sería conceptuado como violencia machista y la pena hubiese sido mucho mayor que en aquel entonces. Cabe señalar en este sentido que el autor del triple crimen de Yecla obtendría la libertad apenas diez años más tarde de haber perpetrado una verdadera masacre. Desde entonces, nuestro sistema judicial ha evolucionado y pensamos que para bien.

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Acerca de

Soy Antonio Cendán Fraga, periodista profesional desde hace ya tres décadas. He trabajado en las distintas parcelas de los más diversos medios de comunicación, entre ellas el mundo de los sucesos, un área que con el tiempo me ha resultado muy atractiva. De un tiempo a esta parte me estoy dedicando examinar aquellos sucesos más impactantes y que han dejado una profunda huella en nuestra historia reciente.

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