Asesina a su esposa y a su suegra en Cervo (Lugo)
A todos nos sorprenden los hechos luctuosos cuando se producen. Pero hay en circunstancias que todavía sorprenden mucho más. En apariencia José Ángel Cuadrado Fernández, un empresario de la construcción de 52 años con muchas deudas y muy agobiado económicamente, mantenía una cordial y extraordinaria relación con quien era su esposa, María José Suárez López, una profesora de 44 años de edad, a quienes sus amigos y conocidos la definían como una persona entrañable, llegando al extremo de considerarla adorable. Se les veía como una pareja unida, que iban juntos a todos los sitios y nada hacía sospechar que en su interior se estuviese cociendo una gran tragedia que terminaría de una forma dramática y sangrienta provocando la lógica consternación en la pequeña localidad lucense de Cervo, un municipio costero conocido por su famosa cerámica, Sargadelos, que le ha proporcionado una proyección casi universal.
Nunca se sabe que pasó por la cabeza de José Ángel Cuadrado en aquella fría mañana de un lunes del mes de invierno, concretamente el día 13 de enero de 2014 para dar muerte a su cónyuge y a su suegra María Adela López Ramos, de 77 años, en un doble crimen que sorprendería tanto a propios como a extraños. Todo indica que el doble asesino llevaba tiempo maquinando perpetrar tamaña barbaridad con el fin de huir de su propia realidad en la que le asfixiaban los graves problemas económicos que arrastraba la empresa de construcción que dirigía, que había estaba muy tocada a consecuencia del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y que recordaba extraordinarios tiempos del auge del boom del sector al que pertenecía.
Lo cierto es que aquella mañana, al igual que si de una película terror se tratase en la que eligen la fecha por su significación supersticiosa, el constructor decidió cortar por lo sano de una forma cruel y macabra, sin importarle las consecuencias. Su sencillo plan consistía en dar muerte tanto a su mujer como a su suegra con una estaca de 130 centímetros de largo y, posteriormente, quitarse la vida, aunque declararía a la Guardia Civil que «le había faltado valor suficiente». A las ocho de la mañana ya se había levantado, aunque todavía se encontraba en pijama, y en el piso que compartía con su esposa había escondido el palo con el que le daría muerte.
En primer lugar se dirigió a la vivienda en la que residía su suegra, que era contigua a la que ocupaba él con su mujer y formaban parte de la estructura del mismo edificio ubicado en la parroquia de Río Cobo de San Cibrao. Una vez dentro de la casa de María Adela López le sacudió a esta varios golpes en la cabeza, cuyas irreversibles lesiones terminarían por provocarle la muerte prácticamente en el acto. Sin más historia. La autopsia se encargaría de demostrar que tanto la madre como la hija tenían literalmente destrozadas sus cabezas.
Posteriormente, con cierto sigilo y con el fin de evitar cualquier sospecha de su mujer, volvió a su domicilio. María José Suárez se estaba arreglando para dirigirse a su trabajo, como era habitual en ella. Cuando la sorprendió su marido se encontraba saliendo del baño. Sin darle ninguna opción, José Ángel Cuadrado repitió prácticamente la misma operación que había hecho con la madre de su esposa. La estaca que había escondido en la cocina le sirvió para darle muerte, machacándole también la cabeza. En este caso, se cercioró de la muerte rematándola con un cuchillo, a fin de «evitarle un sufrimiento mayor», según testificaría ante los agentes de la Guardia Civil.
Huida
Es a partir de entonces cuando emprende una desaforada huida sin destino. Tal vez sintiéndose perdido, reconvertido ya en un hombre a quien no le importa nada y lo ha perdido todo. Se dirige a distintas localidades próximas e incluso retorna a su propia casa para cerciorarse de que su esposa se encuentra realmente muerta. Es un hombre que quizás haya perdido el norte y también el alma. En la zona ningún vecino es conocedor del doble crimen y el inmueble que habita está reconvertido en un improvisado panteón. Se dirige hasta Lourenzá, donde en un garaje de su propiedad se produce su primer supuesto intento de suicidio al intentar colgarse de la puerta de un garaje.
Pasa la primera noche en un conocido hotel de la localidad de Burela, municipio costero de Lugo, que es colindante con el de Cervo. Aquí, presuntamente tendría su segundo intento de suicidio, pues al parecer habría intentado lanzarse al vacío desde la habitación que ocupaba, emplazada en el tercer piso del establecimiento hostelero. Sin embargo, el pánico se habría apoderado de nuevo de él y no se atrevió a dar tan terrible paso.
Habiendo transcurrido ya más de 24 horas del doble crimen y en vista que no existían noticias del mismo se dirigió en esta ocasión hasta la zona limítrofe entre Galicia y Asturias, en la que se emplazan varios concejos de la ribera del Eo, entre ellos Castropol y Ribadeo. En torno a la una y cuarto de la tarde solicitó de información el número de teléfono de la Guardia Civil de Burela, confesándoles a través de la llamada la autoría de los dos asesinatos. Siempre, y según sus declaraciones, se habría dirigido hasta este lugar para quitarse la vida. En esta ocasión su intención era arrojarse a la ría desde el Puente de Santos, en su parte asturiana situada en Castropol. Una vez más el miedo se habría interpuesto en su camino y no reuniría el valor y arrojo suficiente para lanzarse al vacío.
Detención
Cuando la noticia ya había corrido como la pólvora y sabedor de que ya se había iniciado su búsqueda, agentes de la Guardia Civil lo detuvieron en torno a las seis y media de la tarde en Castropol. Sin oponer ningún tipo de resistencia confesaría ser el autor de la muerte de su esposa y su suegra. Les manifestó también sus supuestos intentos de quitarse la vida. Aunque, al parecer se encontraba en estado de shock sorprendería la frialdad con la que relató lo ocurrido. Nadie daba crédito a que un hombre de sus características pudiese perpetrar un par de asesinatos tan macabros. Un psiquiatra manifestaría que algunas personas de apariencia ejemplar lo son a base de mucha contención, que finalmente termina generando un gran estrés.
Como ya queda dicho, el móvil del doble crimen se encontraba en su difícil situación financiera. Hasta entonces, José Ángel Cuadrado era propietario de una empresa de construcción «Villarino Obras S.L.», que atravesaba una situación económica muy complicada, pues adeudaba 140.000 euros a la Seguridad Social. A todo ello se añadía la circunstancia de que en breve se ejecutaría la sentencia de embargo de todas sus propiedades y bienes, entre ellos el salario que cada mes cobraba su propia esposa en su tarea docente.
Al ser detenido, no dudó en manifestar que «quería mucho a su esposa y suegra», pero que no soportaba verlas sufrir. Llegó a comparar el afecto hacia la madre de su mujer con el que otrora había tenido hacia su propia progenitora. Declararía también que María José Suárez estaba casi siempre llorando a causa de sus problemas económicos y se encontraba muy hundido tanto física como anímicamente. Se supo a posteriori que su cónyuge tenía suscrito un seguro de vida, aunque las fuentes consultadas indicaban que él no podría ser el beneficiario por haber provocado el riesgo que le ocasionó la muere.
34 años de cárcel
Al reconocer los hechos, el autor del doble crimen de Río Cobo de San Cibrao decidió llegar a un acuerdo con la fiscalía, no se sabe si con la pretensión de obtener ciertos beneficios en su condena. En el pacto que suscribieron ambas partes se llegó a la conformidad que José Ángel Cuadrado Fernández aceptaba una pena de 34 años de prisión, 17 por cada uno de los dos asesinatos. La responsabilidad civil a la que debía de hacer frente ascendía a 250.000 euros, con los que debía indemnizar al hermano de María José Suárez, el único heredero en este caso.También se le imponía una dura condena de destierro, no pudiendo dirigirse al lugar del doble crimen en los 54 años siguientes.
Con ello, se daba por un concluido un trágico episodio de la crónica negra de la Costa de Lugo, ese hermoso y precioso paraje que casi siempre es noticia por acontecimientos mucho más entrañables, tales como sus extraordinarias playas y sus no menos extraordinarios parajes que cautivan casi siempre a sus visitantes, a pesar de que a comienzos de 2014 se produjo un siniestro acontecimiento que quizás impregne la memoria de varias generaciones y que no podrá ser olvidado jamás. Ojalá que su recuerdo sirva de lección para que no vuelva a repetirse.
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