Un interno asesina a una pareja de ancianos en un centro geriátrico de Manresa
En cualquier lugar y en las circunstancias menos esperadas puede producirse un suceso sangriento. La madrugada del 15 de noviembre de 2005 fue la fecha en la que se produjo uno de esos sucesos a los que es difícil encontrarle una explicación, si es que un hecho de semejantes características puede tenerla. El escenario no es desde luego nada habitual, pues se supone que es un centro destinado a la convivencia entre personas de una cierta edad, alguna de la cuales tiene ya, por razón de sus muchos años, sus facultades cognitivas e intelectivas bastante mermadas. Sería precisamente en una unidad destinada al cuidado de este tipo de personas donde un conflictivo interno de 69 años le daría muerte a una pareja de personas mayores, Miguel G.S., de 79 años y su esposa, Carmen S.G., de 81, naturales ambos de la localidad sevillana de Écija.
Al parecer, el supuesto homicida había protagonizado altercados con otros internos del centro en distintas ocasiones y era frecuente que iniciase discusiones triviales con sus compañeros. Fue precisamente un enfrentamiento verbal con la pareja en la que terminaría por convertirse en su víctima la causa de un suceso que conmovería a la residencia Sant Andreu de Manresa, así como a todo su personal, tanto por lo inesperado del hecho como por la irracional actitud que emprendió aquel hombre que supuestamente tenía visiblemente alteradas sus facultades mentales, tal y como se acreditaría en el transcurso de la vista que se siguió en su contra en el año 2009.
Estrangulados
Una enfermera de las dos que estaban de guardia de madrugada sería quien descubrió el doble crimen cuando se dirigió a la habitación que ocupaba la pareja asesinada a las seis de la mañana del día de autos. El hombre se encontraba tendido sobre la cama con una cinta abdominal, la cual fue empleada para darle muerte. En tanto que su esposa, que ya padecía una enfermedad neurodegenerativa había sido estrangulada con la almohada de su cama, siendo evidentes los signos de violencia que presentaban ambos cadáveres.
En el mismo momento en que la asistente se había dirigido a la habitación de los dos ancianos, pudo observar al homicida salir de la habitación en que se había perpetrado el doble crimen. En ese momento se dirigió a la enfermera preguntándole con cierto cinismo que le ocurría a aquellos dos, apostillando que le parecía que estaban muertos. La mujer no salía de su estupefacción y puso en conocimiento del director del centro el suceso, quien, a su vez, lo denunció ante los Mossos d´Esquadra, quienes detendrían prácticamente de inmediato al conflictivo interno, que había llegado a aquel centro procedente de otro emplazado en Cerdanyola hacía poco más de un año.
En la planta en la que se produjo el doble crimen, la de psicogeriatría, había ingresadas un total de 28 personas cuando tuvo lugar este sangriento suceso. Según los responsables del centro algunas de ellas sufrían patología de carácter neurodegenerativo en estado muy avanzado, siendo habitual que algunos de ellos presentasen conductas agresivas, aunque sin llegar a tamañas consecuencias.
40 años de internamiento
Algo más de tres años y medio después de acontecido el doble crimen, se celebraría la vista contra el interno que había dado muerte a la pareja de ancianos sevillanos. Ni siquiera se llegó a celebrar juicio, puesto que tanto la acusación, representada por los hijos de los fallecidos, como la defensa pactaron una pena que consistía en el internamiento durante 40 años en un psiquiátrico al anciano que había dado muerte a la pareja que en ese momento se hallaba ingresada en la unidad de psicogeríatría. Se consideraba que el procesado sufría graves alteraciones psíquicas derivadas de la enfermedad mental que sufría desde hacía algún tiempo, además de haber admitido los hechos por los que se encontraba encausado.
Los hijos del matrimonio asesinado serían indemnizados de forma civil subsidiaria con 150.000 euros por parte de la residencia Sant Andreu, así como por parte de la asegurado a quien había contratado las pólizas del seguro. Se entendía que eran responsables en parte de lo ocurrido, debido a que el condenado, natural de la localidad albaceteña de Yuste era un individuo conflictivo que ya había protagonizado enfrentamientos con otras personas ingresadas en la residencia en otras ocasiones.
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