Un recluso, con un permiso penitenciario, asesina a dos policías en prácticas en Barcelona

Aurora Rodríguez y Silvia Nogaledo, las dos polícías brutalmente asesinadas

En pleno otoño del año 2004 Barcelona y España entera se conmoverían ante un brutal doble crimen que provocaría la lógica consternación de toda una sociedad que veía como un brutal psicópata Pedro Jiménez García quitaba la vida a dos jóvenes policías, Aurora Rodríguez, de 23 años y Silvia Nogaledo, de 28, tras un permiso penitenciario de tres días que le había sido concedido por las autoridades penitencias de la prisión de Can Brians en la que cumplía condena por delitos de índole sexual que había perpetrado hacía ya algún tiempo. El asesino de las dos jóvenes agentes del Cuerpo Nacional de Policía no regresaría al establecimiento penitenciario cuando concluía su breve permiso, después de que la junta de tratamiento considerase que reunía los requisitos necesarios, tales como la integración social, para acceder a esporádicas salidas de los muros carcelarios. Sin embargo, tal y como quedaría acreditado, todo ello no era más que un burdo espejismo y quienes le concedieron esta gracia no dudaron un solo instante en mostrar su arrepentimiento por el «fracaso» en la supuesta reinserción de quien no era más que un despiadado psicópata que, a pesar de su escasa estatura, 1,57, era capaz de cometer las mayores salvajadas y tropelías, tal y como venía haciendo desde que contaba con solo 16 años de edad.

El día 5 de octubre de 2004 un vecino del inmueble número 78 de la Rambla del Mares en L´Hospitalet de Llobregat alertaba a los bomberos de que una densa capa de humo salía del séptimo piso. El cuerpo de emergencias acudió a sofocarlo y después de forzar la puerta de la vivienda en la que se había producido el incendio se encontraron con la dantesca escena de dos cadáveres, que presentaban evidentes signos de violencia. Eran dos mujeres jóvenes, que no tenían mucho trato con el vecindario debido a que en aquel piso era frecuente que sus inquilinos cambiasen con asiduidad, siendo casi siempre agentes de la policía quienes lo ocupaban.

Ambos cuerpos, que serían reconocidos casi de inmediato, habían sido literalmente acribillados a cuchilladas. La autopsia revelaría que el criminal les había propinado hasta un total de veinte. Asimismo, tal y como también quedaría acreditado, una de las agentes habría sido agredida sexualmente por su asesino, circunstancia esta que ayudaría a aclarar el suceso, aunque no sería la única. En el mismo domicilio se hallaron también el arma homicida, fundamental en estos casos, un cuchillo de quince centímetros, unas zapatillas deportivas y un papel con un número de teléfono móvil que habría sido adquirido hacía muy pocos días. La vivienda habría sido revuelta buscando tal vez algunos objetos de valor o tarjetas de crédito.

Detención

En cuestión de muy pocas horas sería detenido Pedro García Jiménez, quien contaba con 35 años de edad en el momento de perpetrar el doble crimen. Eran demasiadas las pistas que conducían a un individuo de compleja personalidad, pero que había logrado engañar a la junta de tratamiento de la prisión en la que se encontraba ingresado, provocando su lógica frustración, pues sin los permisos carcelarios no hubiera cometido este crimen, si bien es cierto que en el año 2005 habría redimido toda la pena a la que había sido condenado desde el año 1992, año en el que había violado a una mujer, además de arrastrar un historial bastante oscuro y turbio a lo largo de su existencia, pues siendo un adolescente ya dio muestras de su problemática conducta.

Según todos los indicios, el asesino de las dos jóvenes agentes las habría elegido al azar. Al parecer, en la mañana del día de autos, habría abordado a punta de navaja a Aurora Rodríguez, quien regresaba a su casa tras haber efectuado el turno de noche en la comisaría de la Verneda, en la que estaba destinada. Posteriormente, le habría obligado a conducirlo al piso en el que se encontraba su compañera durmiendo. Una vez dentro de la vivienda, las maniataría y le daría muerte en primer lugar a la joven que había abordado en la calle, después de haberla violado, tras acuchillarla en cuatro ocasiones. Con Silvia Nogaledo habría hecho los mismo, después de inferirle más de diez puñaladas. afectándole al pecho y el pulmón izquierdo, lo que le ocasionaría la muerte.

Para concluir con su macabra faena, pondría fuego al piso y huiría del lugar de autos, siendo trasladado por un ciudadano turco hasta una barraca de Vila Reja, lugar en el que sería detenido. El individuo que lo trasladó hasta este lugar también seria capturado por la Policía, aunque quedaría en libertad al demostrarse que no había actuado como encubridor. Al mismo lo había conocido el autor de la muerte de las dos jóvenes agentes en el transcurso de su prolongada estancia en prisión.

94 años de cárcel

En marzo del año 2010 en medio de una gran expectación se celebraría en la Audiencia Provincial de Barcelona el juicio contra el terrible asesino de las dos muchachas leonesas. En principio negó que hubiese sido el autor de la muerte de las dos policías, responsabilizando a una tercera persona de la que jamás se probó su existencia física. Igualmente, se apuntó que en el día de autos el asesino habría consumido cocaína. Reconocería que el día de autos estuvo en el piso en el que cometió los asesinatos, además de resaltar que la relación sexual que mantuvo con la joven policía fue «consentida», aunque quedaría también acreditado que ni el verdugo ni sus víctimas se conocían previamente.

El jurado encargado de dirimir su culpabilidad tuvo muy claro que Pedro Jiménez García había sido el autor de los dos asesinatos, declarándole culpable. Por los mismos, se vería condenado a la pena de 94 años de cárcel, con una estancia máxima entre rejas de 40, tal y como lo contemplaba el código penal vigente. Si se tienen en cuenta estas circunstancias es posible que este peligroso criminal esté en la calle en el año 2036, lo que representaría más de dos tercios de su existencia entre los muros de la prisión. De la misma forma debía indemnizar con 900.000 euros a las familias de sus dos víctimas, aunque se declararía insolvente, si bien es cierto que el erróneo dictamen de la junta de tratamiento provocaría que se declarase al Estado como responsable civil subsidiario. Lo terrible de todo es que un sujeto sin ningún escrúpulo se llevó por delante la vida de dos jóvenes que tenían toda la vida por delante y que se habían encomendado a la siempre difícil tarea de velar por la seguridad de los demás, o lo que es lo mismo, prevenirnos de energúmenos tan sádicos como el mismo que les quitó la vida a ellas dos.

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Acerca de

Soy Antonio Cendán Fraga, periodista profesional desde hace ya tres décadas. He trabajado en las distintas parcelas de los más diversos medios de comunicación, entre ellas el mundo de los sucesos, un área que con el tiempo me ha resultado muy atractiva. De un tiempo a esta parte me estoy dedicando examinar aquellos sucesos más impactantes y que han dejado una profunda huella en nuestra historia reciente.

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