Un joven de 24 años asesina a sus abuelos y a un tío paralítico en Jaca (Huesca)

Noticia sobre el juicio aparecida en el Diario del Alto Aragón el 17 de julio de 1992

Como muchísimos sucesos de estas características, nadie se lo podía esperar ni mucho menos imaginar. No era una persona aparentemente conflictiva, más bien era apocado y un tanto tímido que mantenía un vínculo afectivo muy fuerte con su propia madre, si bien es cierto que se debe dejar claro que esta nada tuvo que ver en el triple crimen que conmocionaría a la localidad oscense de Jaca ocurrido el 13 de diciembre de 1990. Aunque los jueces encargados del caso, así como los peritos que lo evaluaron, descartaron que el joven sufriese alguna patología de tipo mental, sí admitirían como atenuante que el autor de tamaña aberración humana, Francisco Javier Alegre Galindo, que contaba entonces 24 años de edad, sufría un trastorno adaptativo con alteración de la conducta, si bien es cierto que esta dificultad no alteraba sus facultades intelectivas y volitivas.

El posible desencadenante del trágico suceso se encontraba en una reclamación de dos millones y medio de pesetas por parte de Hacienda a la madre del criminal. María del Carmen Galindo. acerca de un negocio de hostelería que su padre, Francisco Alegre, por entonces concejal del Partido Popular en la capital de la Jacetania, había traspasado a sus abuelos maternos. El joven se enteraría horas antes de cometer el triple crimen de la existencia de esa sanción a su progenitora, llegando a discurrir que sí acababa con la vida de su familia paterna se terminarían los problemas que acuciaban a su familia, cuyos cónyuges se encontraban supuestamente tramitando su separación matrimonial.

En la tarde noche del día de autos, el miércoles 12 de diciembre, Francisco Javier Alegre estuvo de copas por diversos bares de la ciudad de Jaca, ingiriendo excesivas cantidades de alcohol. Al parecer, el muchacho pudo haber tomado ese día hasta un total de doce gin tonics, a lo que se sumarían un par de cervezas y hasta dos botellas de vino a la cena, más alguna que otra copa en una discoteca de la localidad. Suficiente para armarse de valor y provocar una horrible tragedia, de esas de las que se van transmitiendo de padres a hijos a lo largo de muchas generaciones.

De madrugada

El triple crimen tuvo lugar en plena madrugada cuando sus abuelos maternos y su tío se hallaban ya descansando. Al parecer sería su abuelo, Nazario Alegre, de 68 años, quien abrió la puerta al joven, quien provisto de un cuchillo-machete de los empleados en el monte terminaría con su vida, sin darle prácticamente opción a defenderse. Posteriormente, haría lo mismo con su abuela, Ascensión Gil, de 72 años, así como con un tío suyo que se encontraba postrado en una silla de ruedas debido a que sufría una parálisis congénita, José Luis Alegre Gil, quiente tenía 38 años cuando fue asesinado por su sobrino. Por su parte, Francisco Javier Alegre, una vez hubo cometido la brutal matanza se trasladó a casa de su madre, para luego desplazarse hasta Huesca en compañía de un amigo.

La madre del triple homicida sería quien descubrió los cadáveres de las tres víctimas en plena madrugada, llamando alrededor de las seis de la mañana a la Comisaría de Policía de Jaca para informar de lo acontecido. Inmediatamente se procedería a la detención de su hijo, quien no opuso ninguna resistencia ante los agentes, además de confesar la autoría del triple crimen, un trágico suceso que conmocionaría a la bella ciudad pirenaica cuando se preparaba para recibir unas Navidades que estuvieron teñidas de luto.

Nadie en aquel entorno podía dar crédito a lo sucedido. Nadie se podía imaginar que aquel joven, introvertido y apocado, pudiese cometer tamaña masacre. Se suscitaron los lógicos comentarios en torno al suceso, llegando incluso a hablarse de posibles problemas de drogas, aunque los que tomaban fuerza eran los supuestos contratiempos familiares para los que no se encontraba lo suficientemente maduro emocionalmente, tal y como quedaría patente en el transcurso del juicio.

57 años de cárcel

El juicio por el triple crimen de Jaca se celebraría en julio del año 1992. La defensa de Francisco Javier Alegre aludiría a los problemas mentales que presentaba el joven, cuya conducta fue calificada de «psicótica» por parte de los peritos que se encargaron de evaluarlo. No obstante, estos consideraron que no sufría ninguna alteración de sus facultades intelectivas y volitivas, aunque sí reconocieron que la relación que había mantenido a lo largo de su existencia con su progenitora había moldeado su personalidad, provocando que con ella hubiese una «relación simbiótica» que le llevaba a rechazar al entorno paterno, generándose un ambiente de odio hacia el mismo. En el juicio llegaría a copiar parte del discurso materno, al tiempo que imitaba casi de forma idéntica su manera de firmar. En el estrecho vínculo que le unía a su madre se hallaba la raíz del problema adaptativo que padecía, a lo que se añadía el fuerte estrés padecido a lo largo de aquel año derivado de los problemas familiares que le resultaban de difiícil comprensión.

Llamó también poderosamente la atención de quienes lo juzgaron que no fuese capaz de reconocer el daño realizado, observándose una ausencia de culpa en Francisco Javier Alegre Galindo, quien manifestaría en el transcurso de la vista oral que solo recordaba la primera puñalada que propinó a su abuelo, a pesar de que cosería con un total de 75 cuchilladas a los tres miembros de su clan familiar. Manifestaría que a partir de ahía «todo se desarrolló como una película en la que yo era el espectador y no el protagonista».

El tribunal no creyó que pudiese aplicarle una eximente por trastorno mental transitorio ni siquiera incompleto, ya que su actitud obedeció a un plan previamente elaborado y configurado, cuyo objetivo era terminar con la vida de los tres miembros de su familia. Francisco Javier Alegre Galindo sería condenado a un total de 57 años de prisión, así como a satisfacer una responsabilidad civil de 30 millones de pesetas (180.000 euros) al único pariente que había quedado vivo, que era su padre, quien no estuvo presente en el juicio que se siguió contra su hijo.

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Acerca de

Soy Antonio Cendán Fraga, periodista profesional desde hace ya tres décadas. He trabajado en las distintas parcelas de los más diversos medios de comunicación, entre ellas el mundo de los sucesos, un área que con el tiempo me ha resultado muy atractiva. De un tiempo a esta parte me estoy dedicando examinar aquellos sucesos más impactantes y que han dejado una profunda huella en nuestra historia reciente.