Historia de la Crónica Negra

Triple crimen en Alcalá de Henares a causa de una supuesta máquina de falsificar billetes

Las víctimas aparecieron en las inmediaciones del monte Gurugú

Las causas para matar son tantas que jamás deján de sorprender. A veces no dejan de ser simples quimeras, tal y como sucedió en este caso cuando el 16 de agosto del año 1995 eran encontrados los cuerpos de tres personas muertas a balazos en el interior de un coche calcinado situado en las inmediaciones del monte Gurugú, en la localidad madrileña de Alcalá de Henares. Las víctimas de este triple crimen eran dos empresarios valencianos que habían sucumbido ante la ruina económica, Ignacio Rives Rocher, de 47 años; José Luis Izquierdo, de 27 y Leopold Toukan, un estafador camerunés de 25 años.

El móvil del crimen fue a consecuencia de un intento de una estafa, conocida como el timo de la guitarra. El mismo consistía en la venta de una supuesta máquina de falsificar billetes, que no dejaba de ser más que un truco, una vulgar mentira con la que pretendían estafar a quienes se convertirían en sus dos verdugos, el ciudadano búlgaro Vassil Nikolov Bacanov, de 35 años y Antonio Andrés López Cerezo, español, de 40. Ambos asesinos trabajaban como porteros de discoteca. Lo peor de todo fue que se creyeron el funcionamiento de la misteriosa máquina, que no dejaba de ser un vulgar barreño con unas planchas. Para hacerse con la máquina decidieron liquidar por las bravas a los vendedores del misterioso artefacto, a quienes acribillaron con 16 balazos al pie del Monte Gurugú y abandonaron sus cuerpos en el interior de un vehículo al que previamente prendieron fuego el día 15 de agosto de 1995.

Para llevar a cabo el crimen, previamente habían robado un automóvil, un Volkswagen Golf de color blanco en el madrileño barrio de Chamartín. En su interior le darían muerte a quienes pretendían estafarlos con la intención de robarlos. Sus cuerpos, que serían descubiertos la misma noche del triple crimen, se encontraban literalmente irreconocibles a consecuencia de la gran chamusquina ocasionada por el fuego que los fue consumiendo. Para su reconocimiento, fue preciso efectuar la prueba del ADN a los restos óseos hallados en el interior del vehículo calcinado.

Redada policial

En los días posteriores al triple crimen, la Policía llevaría a cabo una gran redada policial en Alcalá de Henares en el mes de octubre de 1995 cuando fueron detenidos los dos autores materiales del triple asesinato. En el transcurso de la misma se hallaría un vehículo abandonado, un Renault-19, que era propiedad de una de las víctimas. En un principio se llegó a sospechar que las tres muertes estuviesen relacionadas con un ajuste de cuentas por cuestiones de estupefacientes, aunque tal posibilidad sería desechada a posteriori. Tras llegar a la pista del ciudadano camerunés encontrado muerto en el barranco en el que apareció el Volkswagen Golf con los tres cadáveres a bordo, se supo que el africano, con residencia habitual en Valencia, era un consumado estafador que ya había realizado diversos fraudes en la capital del Turia, por los que ya habia sido condenado. Entre las tres personas asesinadas y sus dos verdugos mediaría una tercera persona en cuyo chalet vivía López Cerezo.

A raíz de la misma también se encontró el arma con la que se cometió el triple crimen, una pistola star, que había sido sustraída a un policía del distrito Centro en la capital de España en 1994. Su propietario, un policía, había denunciado la sustración, por lo que se desechó su implicación en este triple asesinato. Igualmente fueron encontrados en la vivienda que ocupaba López Cerezo tres escopetas, una de ellas de cañones recortados así como un SEAT TOLEDO, con matrícula falsa. Mientras en la residencia del ciudano búlgaro se hallarían los útiles con los que presuntamente los habían intentado timar quienes eran sus víctimas, así como trece proyectiles de 9 milímetros parabellum y 31 llaves de coche sin dentar.

176 años de cárcel

La Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Madrid condenaría a los dos autores del triple crimen de Alcalá de Henares, Vassil Nicolov Bacanov y Antonio Andrés López Cerezo a la pena de 176 años de prisión en el juicio celebrado en el mes de noviembre de 1997. En la sentencia se dejaba clara la frialdad y la alevosía con la que habían actuado los autores del triple crimen de Alcalá de Henares.

En lo que se refiere al móvil del crimen, el auto consideraba que se podría haber debido al ánimo de venganza de los dos autores del mismo por haber sido estafados, o bien por el deseo de apropiarse de los instrumentos con que supuestamente sus víctimas falsificaban dinero.

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