Impunidad para el asesinato de una joven universitaria en Madrid

El suceso se produjo en la calle Humanitarias en el barrio de Carabanchel

A mediados de los ochenta la inseguridad ciudadana golpeaba con fuerza a Madrid, principalmente en sus barrios periféricos donde muchos de sus vecinos no se atrevían a caminar solos durante la noche por determinadas zonas. Grupos de toxicómanos y otro tipo de individuos que se dedican a la mendicidad se han hecho dueños de viejos solares abandonados o edificios cuyo estado de deterioro es más que evidente que utilizan para pincharse con heroína o guaracerse en los días más crudos. Sería precisamente en uno de esos lugares en el que a primera hora hora de la mañana del sábado, 9 de marzo de 1985 cuando un joven que salió a pasear a su perro y encontraría el cuerpo sin vida de la joven María Teresa Pérez Valmorisco, de tan solo 24 años de edad, que presentaba evidentes señales de violencia, pues su cabeza se encontraba completamente destrozada y el rostro totalmente desfigurado.

La joven estudiante de Ciencias Empresariales había salido como todos los días de la Facultad y había tomado el metro en la madrileña Plaza de España en compañía de otra amiga que descendería en la estación de Aluche. Ella lo haría en Vista Alegre dirigiéndose a pie por la calle Pinzón hasta su domicilio, ubicado en la calle Castrogeriz. Sin embargo, para desgracia suya y de sus padres y hermanos, no regresaría jamás a su casa. Alguien se interpuso faltamente en su trayecto en el cruce de la vía antes aludida con la Humanitarias y segaría su vida. La investigación policial y los análisis forenses demostrarían que hubo lucha entre la joven asesinada y su verdugo, si bien es cierto que en aquella época todavía no se trabajaba con el ADN y no fue posible determinar quien había sido el asesino, aunque la Policía centraba sus sospechas sobre un individuo del que no se consiguieron reunir indicios suficientes para incriminarlo.

La escena del crimen puede describirse de la siguiente manera. María Teresa Pérez probablemente fuese abordada por su agresor en el cruce y la arrastró en el pequeño trecho que lo separaba hasta un solar abandonado, frecuentado por toxicómanos y mendigos. Allí, supuestamente intentaría bajarle las ropas, pero se encontró con la tenaz resistencia de la muchacha, una mujer de cierta envergadura física, a la que derribó y posteriormente, presa de la enorme furia el asesino le atacó con una piedra de grandes dimensiones, golpeándola reiteradamente en la cabeza hasta dejarla exangüe. El cuerpo de la joven quedó sobre el suelo sucio y andrajoso del solar en el que se había encendido una fogata previamente. Durante toda aquella noche, su familia esperaba angustiada su regreso y atribuían su ausencia a algún imprevisto, pues era una persona que no acostumbraba a demorarse, salvo que les diese previamente aviso en casa. Pero, para desgracia suya no volvería jamás,

El crimen consternaría profundamente a la capital de España que veía como un trágico episodio teñía de nuevo sus calles, principalmente las del barrio de Carabanchel, una barriada compuesta por emigrantes procedentes de otros puntos de la geografía española y trabajadores de todas las clases, pero que sufría como pocos la terrible ola de inseguridad ciudadana que azotaba a Madrid.

Intento de violación

En un principio se barajó como móvil del crimen el robo. A la muchacha le habían desaparecido el monedero en el que portaba el documento nacional de identidad y quinientas pesetas. No obstante, la investigación daría un vuelco tras conocerse los resultados de la autopsia. Los mismos demuestran que la joven había fallecido a consecuencia de una fractura de cráneo, probablemente producida por la violencia con que el agresor descargó toda su fuerza sobre la cabeza de María Teresa Pérez Valmorisco.

La Brigada Central de Homicidios de la Policía comienza a indagar sobre todos los supuestos agresores sexuales que tienen fichados, mientras que en el barrio de Carabanchel se desata una ola de pánico entre las mujeres, pues se teme la presencia de un maníaco sexual por la zona. Hacía escasos días por aquel entonces que otra mujer había sufrido una agresión sexual en la calle General Ricardos. Entre los sospechosos se encontraba un individuo que, según la propia Policía, «tenía todas las papeletas» e incluso llega a ser detenido, aunque será puesto en libertad en breve espacio de tiempo debido a que no se reúnen las suficientes pruebas para ponerlo a disposición judicial.

Por su parte, María Teresa Pérez Valmorisco les había dicho en innumerables ocasiones a sus amigas y conocidas que ella si la asaltaban no opondría resistencia ante unos atracadores a los que les daría todo cuanto llevaba, pero que «prefería morir antes que la violasen». Y así debió suceder en aquel anochecer de los idus de marzo de 1985 cuando un desalmado terminó con su vida, sus proyectos e ilusiones forjados a base de tesón y esfuerzo que se vieron bruscamente truncados cuando se encontraba en una de las mejores y dichosas etapas de su existencia, en plena juventud. Lo peor de todo es que este crimen, como muchos otros, pasaría a la historia de los casos archivados en la más absoluta impunidad.

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Acerca de

Soy Antonio Cendán Fraga, periodista profesional desde hace ya tres décadas. He trabajado en las distintas parcelas de los más diversos medios de comunicación, entre ellas el mundo de los sucesos, un área que con el tiempo me ha resultado muy atractiva. De un tiempo a esta parte me estoy dedicando examinar aquellos sucesos más impactantes y que han dejado una profunda huella en nuestra historia reciente.