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Doce personas asesinadas en Galicia en el año 2019 – Historia de la Crónica Negra

Doce personas asesinadas en Galicia en el año 2019

Primera página de un ejemplar del desaparecido semanario EL CASO

Cuando concluye un año toca hacer balance. Para lo bueno y para lo malo. En el año 2019 fallecieron en Galicia doce personas de forma violenta, siendo la mayoría de ellas asesinadas. Pueden parecer muchas así a primera vista, sin embargo, si nos remontamos a otras épocas en las que no se informaba o no se podía informar de este tipo de sucesos, la cifra es relativamente baja, al igual que la delincuencia, que presenta una de las tasas más bajas de todo el Estado si nos atenemos a los datos que suministra el Ministerio del Interior.

En el trágico balance del ejercicio de 2019 se da la curiosa circunstancia de que los crímenes que han conmocionado y hasta aterrado de algún modo al territorio gallego se encuentran muy concentrados en determinadas zonas geográficas, aunque esta peculiar característica haya que atribuirla tan solo al azar. Así, se da el caso de que cuatro muertes violentas se produjeron en un mismo municipio, Valga, en Pontevedra; en tanto que en otro, Cabana de Bergantiños perderían la vida dos personas en fatales circunstancias, en tanto que otros tres tuvieron como escenario la comarca lucense de Terra Chá. Casualidades del destino. En estas mismas áreas geográficas había transcurrido mucho tiempo sin producirse ningún acontecimiento luctuoso y es posible que no se vuelva a registrar ningún otro en décadas. Eso al menos deducimos de la experiencia y de la frialdad de las estadísticas.

Crimen múltiple en Valga

En la mañana del pasado 16 de septiembre muchos gallegos se sobresaltaban al escuchar o leer en los distintos medios que tenían a su alcance como un hombre de 41 años, José Luis Abet Lafuente había asesinado a tres mujeres, eran su ex-esposa, Sandra Boquete Jamardo, de 39 años, su hermana, Alba, de 27 y quien otrora fuera su suegra María Elena Jamardo, de 59 años. El triple crimen, perpetrado en presencia de sus dos hijos de cuatro y siete años respectivamente, conmovería profundamente a la sociedad gallega, que no está ni mucho menos acostumbrada a estas cosas y hay que remontarse tres décadas atrás para recordar una barbaridad de semejante calibre.

El presunto asesino, quien en apariencia era un hombre de lo que comúnmente se conoce como normal, había adquirido el arma con la que acabó con la vida de su antigua cónyuge, su ex-cuñada y su ex-suegra respectivamente, en el mercado negro en Portugal. Los crímenes los cometió a primeras horas de la mañana en el momento en el que los críos se estaban preparando para ir al colegio, después de salir de su trabajo en horario nocturno. Una vez cometida su macabra patraña, arrojaría el arma criminal al siempre tranquilo y cristalino río Tambre, que se convertía así por una vez en su historia en el fatal testigo de un cruel y horroroso crimen. Posteriormente, se trasladaría a la casa de sus familiares más próximas, su madre y su única hermana, en el municipio de Ames, próximo a Santiago de Compostela, desde donde llamaría a la Guardia Civil para confesarse autor de la masacre de Valga. La Benemérita movilizaría hasta una decena de efectivos para proceder a la detención de José Luis Abet, quien había vuelto al domicilio materno tras haberse separado de Sandra Boquete hacía en torno a un año.

La localidad de Valga todavía no se había recuperado del primer crimen machista ocurrido en Galicia en 2019, concretamente el 10 de marzo, cuando un hombre de 46 años, Javier Bello, daba muerte a su mujer, María José Aboy, de 54, en la parroquia de Setecoros, después de haber formalizado su divorcio hacía poco tiempo. Para ello, el asesino utilizó una escopeta de caza, arma muy habitual en muchas casas del rural gallego en otros tiempos no tan lejanos, con la que efectuó un disparo certero que acabaría con la vida de su antigua compañera. Posteriormente, con el mismo arma se quitaría la vida. La pareja tenía dos hijos en común que ya eran veinteañeros.

Un año negro en Terra Chá

Siempre se ha dicho, y con razón, que las aguas del Pai Miño, tal y como lo conocemos muchos gallegos, fluyen mansas y tranquilas por la inmensa llanura que corona el centro de la provincia de Lugo. Sin embargo, en 2019, hay que reconocer que bajaron sino bravas si que un poco turbias y cuando menos algo revueltas. Habrá que tirar mucho de hemeroteca para recordar un año tan sangriento como este y no saldrán bien las cuentas. Si se bucea en los viejos diarios y los archivos se encontrarán sucesos dramáticos, pero es difícil encontrar tres crímenes en un mismo ejercicio. En la mente de muchos chairegos sigue todavía presente el doble crimen de Xermade, ocurrido en la jornada del 22 de febrero de 2012, pero desde entonces, la verde y apacible comarca gallega presentaba un expediente inmaculado, en las que un precioso sol se reflejaba en sus inigualables atardeceres primaverales.

El primer hecho luctuoso, que llenó de rabia y ofuscación a muchos vecinos de esta preciosa y entrañable comarca, se encuentra en la localidad de Muimenta, parroquia perteneciente al municipio de Cospeito. Allí, el día 3 de mayo de 2019 aparecía muerta la pequeña Desirée Leal Sandamil, de tan solo siete años. Su abuela materna llamó al 112, pues la pequeña no despertaba. Su madre, que desde hacía algún tiempo parecía haber experimentado un brusco cambio de carácter, se limitó a contestarle a la yaya de la pequeña que ésta había fallecido. Ante las sospechas que levantaba la muerte de la criatura, se procedió a hacer la correspondiente autopsia, pues, al parecer, no se encontraba enferma y nada hacía presagiar un fatal desenlace en su vida. Enseguida las pesquisas se centraron sobre su progenitora, Ana Sandamil Novo, de 42 años, quien fue ingresada en la unidad de psiquiatría del Hospital Universitario Lucus Augusti de la capital lucense, aquejada de alguna enfermedad psíquica. Una vez compareció ante la autoridad judicial, esta última decretó su ingreso en prisión, quien desde principios de septiembre de 2019 permanece en el módulo de enfermería de la cárcel de Teixeiro, en A Coruña.

Poco más de dos meses más tarde, en la parroquia de Sancobade, perteneciente al municipio de Vilalba, se producía un crimen machista, un aterrador asesinato, pues la localidad jamás había sido escenario de ningún hecho violento en su larga historia. En un bajo ubicado en el número 14 de la Avenida Ciudad de Lugo, en el barrio de Guadalupe, aparecían los cuerpos de una pareja de mediana edad, tras denunciar un hermano del asesino, Manuel Vázquez, la desaparición de este último. Una vez se presentaron en el lugar de los hechos, ocurridos el 21 de julio, descubrieron ambos cadáveres, tanto el de él, quien se había suicidado estrangulándose, como el de su ex-esposa, Carmen Vázquez Cereijo, de 47 años, quien presentaba dos heridas de arma blanca en el cuello, las cuales terminaron con su vida. La pareja se había separado recientemente y sobre el agresor pesaba una orden de alejamiento.

El tercer y definitivo hecho violento acaecido en esta comarca se remonta al 23 de noviembre de 2019. En esa fecha, un hombre de 42 años, José Luis Alonso Díaz, asesinaba a su hermano, Juan Carlos, de 45 años, estrangulándolo con un cinturón en el inmueble número 65 de la avenida de A Coruña. La víctima presentaba también un golpe en la cabeza, tal vez motivado por el forcejeo que mantuvo con su verdugo. Al parecer, el móvil de este asesinato pudo haber venido motivado como consecuencia de las desavenencias que mantenían ambos hermanos, quienes -según testimonios de los vecinos- no se llevaban bien. El presunto asesino ingresaría en prisión sin fianza.

Parricidio en Foz

Un hecho que sobrecogería a Galicia se produjo en el municipio costero de Foz, en plena Mariña lucense. Allí, un menor de 17 años daba muerte a su madre, Minaene Franco, de 36 años, una mujer nacida en Brasil pero de nacionalidad española. Sorprende, además del hecho en sí, la frialdad con la que actuó el supuesto parricida, ya que acuchilló a su madre con un arma blanca y posteriormente depositó su cuerpo en una maleta. Una vez cometido el crimen, parece ser que se marchó a un parque de la villa donde se encontró con sus amigos, quienes contemplaron su jersey manchado de sangre. Aunque el suceso parece ser que tuvo lugar el 2 de noviembre, los investigadores no tuvieron conocimiento del mismo hasta dos días más tarde, una vez que se hubo activado un protocolo de desaparición, pues se desconocía el paradero de la víctima. El muchacho fue puesto a disposición del Juzgado de menores de Lugo.

Si hablábamos antes de la localización geográfica de estos dramáticos acontecimientos, uno de los lugares en los que se concentró la criminalidad fue también el municipio de Cabana de Bergantiños, en la costa occidental coruñesa. Allí se producía un crimen machista en el mes de agosto. Un hombre de 56 años, Julián Gil Pose, daba muerte a su mujer de 50, Ana Belén Varela Ordóñez, de 50, de un disparo de escopeta, que los vecinos creyeron en un primer momento que se trataba de petardos. Tras ser detenido, y acogerse a su derecho a no declarar, el juez decretaría su ingreso en prisión sin fianza.

En este mismo término municipal, dos meses antes, se había producido otro hecho trágico, ya que un octogenario daba muerte a su cuñado, José Calviño, de 81 años, con una barra de hierro. Al parecer, el crimen estuvo motivado por las desavenencias entre ambos. El agresor manifestó que la víctima los había amenazado a él y a su hermana en reiteradas ocasiones, aunque no constaban denuncias por violencia machista, ya que el fallecido se encontraba casado con la hermana del presunto homicida y convivían todos bajo el mismo techo.

Estrangulado en A Coruña

En la madrugada del 12 de abril un joven de 28 años, Román Rodríguez Franco, de nacionalidad uruguaya, estrangulaba a su compañero, Alejandro Vilorio, de 46 años de edad y nacionalidad dominicana, en el número siete de la calle Honduras de A Coruña. El agresor, que ingresaría en prisión provisional sin fianza, que había cometido el crimen porque se «le había ido la cabeza» y que no era ningún asesino.

Un extraño suceso que conmovió a Galicia fue la muerte en extrañas circunstancias de Julio Lea Casal, de 59 años de edad, acontecida en el municipio coruñés de Toques. Su cuerpo aparecería en el interior de su vehículo, completamente calcinado. La autopsia determinaría que el cuerpo presentaba señales de violencia, por lo que serían detenidos como presuntos autores de su muerte los hermanos Manuel y Marcial Carreira Barral, ambos de Sobrado dos Monxes, a quien también se les atribuye un presunto delito de incendio por supuestamente haber prendido fuego a una superficie de 35 hectáreas de monte.

Este capítulo se cierra con el crimen ocurrido en el mes de junio en la localidad pontevedresa de Salvaterra de Miño. Allí, en la madrugada de un concurrido fin de semana, era asesinado de varias puñaladas el ciudadano español de origen magrebí, Soufian Mahra, un joven de 24 años de edad. La víctima trabajaba como camarero en un negocio de hostelería de la localidad y era muy querido y apreciado por el vecindario. En un principio se detuvo a una persona, de nacionalidad alemana, quien según las primeras pesquisas realizadas resultó ser inocente. El caso, por desgracia, es uno de los muchos, que todavía está por resolver.

 

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Acerca de

Soy Antonio Cendán Fraga, periodista profesional desde hace ya tres décadas. He trabajado en las distintas parcelas de los más diversos medios de comunicación, entre ellas el mundo de los sucesos, un área que con el tiempo me ha resultado muy atractiva. De un tiempo a esta parte me estoy dedicando examinar aquellos sucesos más impactantes y que han dejado una profunda huella en nuestra historia reciente.

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